Tras un par de meses de inactividad por juntarseme varias obligaciones, el Megapost vuelve a la carga.
Tengo ya
tres o cuatro Megapost en la cabeza, que irán cayendo en los próximos días, no me dormiré más en los laureles.
Pero hoy... en fin. Me explicaré.
Aquí hemos tratado una cierta cantidad de títulos míticos. Pero me he centrado más en los clásicos de videoclubs, las películas incontestablemente malas, pero que todos vimos en su día, cogiéndoles cariño. Hay grandes títulos ochenteros que todos conocemos, y que siempre he retrasado (a posta) tratar, para ir soltándolos poco a poco, cual balas de mi recámara. No creo que haga falta mencionarlos. Hoy vamos a ver la que, yo creo, estaría muy, muy arriba en
la lista de cintas míticas de acción ochentera.
La acción es algo que se ha tratado menos que otros géneros en el Megapost. El Megapost de la Cannon está ahí, esperando ser retomado, pero mientras tanto, disfrutad.
Corred por vuestra vida
Eran los 80. Tiempos más felices. Para todos. Desde luego, para Stephen King, que
se encontraba en plena época de vacas gordas: sus libros se vendían como churros por todas partes, traducidos a un buen porrón de idiomas; su obra estaba continuamente
siendo adaptada a medios como el cine o la televisión, con mayor o menor fortuna. Por supuesto, parte de las suculentas ganancias de aquellos taquillazos, iban a parar a la cuenta corriente en Suiza, o donde sea, del tito King. Su careto feucho y de dientes prominentes estaba por doquier.
Todo esto, a King debía parecerle muy bien.
Era capaz de escribir bien y rápido, por lo que sus libros salían a toda hostia, y enseguida encontraban a quien deseara adaptarlos a la pantalla, ya fuera la pequeña o la grande.
A quien no le parecía tan bien era al agente de King. Porque tenía miedo. Stevie escribía a toda leche, y a su pobre agente le asustaba pensar que
su nombre iba a saturar el mercado. Si eso sucedía, la gallina de los huevos de oro podía acabar aburriendo por repetición (lo cual, al final, acabó sucediendo, unido a otros factores).
Decidido a escuchar a su agente, King
decidió poner el freno a su producción literaria como Stephen King. pero la mente de este hombre estaba llena de ideas, venían de todas partes. No me cansaré de defender la genialidad de este hombre en sus comienzos, con obras como El misterio de Salem's Lot, El Resplandor, o
la mejor antología de cuentos que jamás ha parido, El umbral de la noche.
Decidido a explotar esas ideas de algún modo,
se creó un alter ego, un pseudónimo (el de Richard Bachman) para poder escribir sin estar sometido a presiones excesivas de plazos, dar salida a ideas que quizá los lectores de King no verían con buenos ojos, y en fin, tomarse un descanso de si mismo.
La cosa le salió bastante bien, y en sus libros como Bachman
hay cierta soltura, cierta ligereza, libertad de expresar ideas de modo diferente, que echaríamos de menos en pocos años. Dos de sus novelas están situadas en futuros distópicos con concursos televisivos donde a uno lo matan en directo (
La larga marcha y
El fugitivo) otros dos, que nada de fantasía, terror o ciencia ficción tienen, tratan sobre la alienación humana (
Rabia, sobre un adolescente inadaptado que optará por liarla parda en su instituto, y
Carretera maldita, donde un ciudadano común y corriente no será capaz de soportar que la construcción de una nueva autopista borre de la faz de la Tierra su plácido mundo), y dos de terror, mucho más en su línea (
Maleficio y
Posesión, este último, si la memoria no me falla, escrito cuando todo el mundo ya sabía que Bachman era King).
La novela El fugitivo se publicó en 1982, y cuenta la historia de
una Norteamérica futurista (el año es el 2025) donde la contaminación, la superpoblación y las diferencias entre clases sociales están más marcadas que nunca. Los pobres malviven en apartamentos mal construidos, en barrios donde ya no hay servicios sociales, ni de ninguna otra clase, enfermos, desatendidos y sometidos a toda clase de humillaciones, teniendo que recurrir al mercado negro para obtener hasta los elementos de primera necesidad, mientras los ricos viven, como siempre lo han hecho, de puta madre. El mundo ahora gira en torno a la Libre Visión, una televisión (obligatoria) que
emite programas y concursos donde la gente se hiere, enferma, o muere, en directo, en prime time.
El protagonista, Ben Richards, es un obrero en paro, demasiado inteligente y demasiado anti autoritario para triunfar, que vegeta en su casa, comiendo solo cuando su mujer sale a prostituirse, y con una hija pequeña enferma de neumonía. Richards acaba haciendo una locura:
presentarse voluntario para "El fugitivo" el concurso de mayor audiencia y mayor premio. El concursante debe sobrevivir 30 días en la calle con sus propios medios, y si lo consigue, gana mil millones de dólares. Por supuesto no solo tiene detrás a un ejército de cazadores gubernbamentales que utilizan la más avanzada tecnología para cazarle, sino que los ciudadanos, alentados por el morbo y por los premios en metálico,
colaboran en su captura (y ejecución).
Los derechos del libro fueron adquiridos por el productor Rob Cohen, interesado en llevarlo a cine, y sin saber todavía quien era el autor real de la novela. Hubo
un cierto bailoteo de directores, entre los cuales estuvo George Pan Cosmatos; el elegido final fue Paul Michael Glaser (
ni más ni menos que el Starky televisivo).
Del guión se ocuparía Stephen De Souza, y llegaron a existir más de 20 versiones, haciendo en él tantos cambios que casi
quedan irreconocibles los elementos originales. Aquí, son los detenidos por crímenes los que son obligados a concursar en el juego, no ciudadanos civiles que se presentan voluntariamente; el protagonista no tiene mujer ni hija,
no se parece en nada al de la novela (al que King describía como un flacucho malnutrido al borde de la tuberculosis)
el concurso tampoco es el mismo, en la novela el protagonista es libre de ir de aquí y allá, intentando huir, y los Cazadores son "hombres de negro" y no los exóticos asesinos que aquí aparecen. En fin, faltaría comentar mucho más.
Con un presupuesto de 27 millones de dólares, la película comenzó a rodarse, contando con Arnold Schwarzenegger para interpretar a Ben Richards,
gran estrella emergente del cine de acción ochentero, gracias a éxitos como Conan el bárbaro o Terminator.
No obstante, no fue Arnie el primero en optar al papel. Se sabe que sonaron nombres como Christopher Reeve, Patrick Swayze o Dolph Lundgren (este último, estuvo a punto de llevarse el gato al agua) pero fue nuestro austriaco favorito el que finalmente consiguió el papel. Estaría secundado por Maria Conchita Alonso, Yapeth Kotto, Richard Dawson, o
el innombrable Jesse Ventura, que también trabajó con Arnie en Depredador.
Año 2019. Estados Unidos es una dictadura totalitarista, donde se controla el pensamiento de los ciudadanos mediante una televisión idiotizante y morbosa. Ben Richard es un militar, piloto de helicóptero, que durante una misión de reconocimiento
se niega a perpetrar una masacre, abriendo fuego contra una multitud desarmada que se ha concentrado para pedir comida en las calles. Richards es reducido por sus compañeros, y no solo es detenido y enviado a prisión, sino que para la opinión pública,
él es el culpable de haber abierto fuego contra civilies desarmados (gracias a un vídeo más manipulado que las encuestas de Intereconomía).
Richards va a parar a una prisión donde todos los presos llevan collarines explosivos, y conseguirá escapar gracias a la ayuda de otros prisioneros, como él, inocentes,
encerrados bajo falsa acusación, cuyo único delito verdadero es haber querido pensar por sí mismos, y habían formado un intento de resistencia.
Tras su huída, vuelve al piso de su hermano para descubrir que lo detuvieron y le lavaron el cerebro; en ese piso vive ahora Amber, una ciudadana respetable que le cree autor de
la "matanza de Bakersfield" como la llamaron. Ben intentará utilizarla como rehén, haciéndose pasar por su marido, para escapar del país, dando lugar a una de las más geniales escenas de toda su filmografía, su aparición en un aeropuerto con camisa hawaiana y sombrerito de turista, quejándose de los problemas de su "mujer" con el equipaje. Sin embargo, a pesar de que casi lo consiguen,
Ben es detenido de nuevo.
Y es que, la huída de Ben de la cárcel ha llamado la astención de Damon Killian (
un soberbio Richard Dawson) el presentador y principal responsable del programa "Running Man" (en el doblaje en castellano del VHS lo llaman "El corredor" y en el del DVD "Perseguido"). Killian es uno de los mejores villanos ochenteros, rebosante de carisma, sus buenos modales y su estilo de abuelete encantador apenas dejan entrever al hijo de la grandísima puta que es, capaz de cualquier cosa con que suban sus índices de audiencia, sin ningún tipo de moral o ética, un auténtico triunfador de ese "futuro distópico" que
no era sino el mundo ochentero de los yuppies norteamericanos.
Una vez capturado, Ben será coaccionado para que se presente "voluntario" a ser el concursante de la semana. Embutido en unas pedazo mallas, tendrá que sobrevivir en una especie de laberinto lleno de trampas,
sin conocer las reglas del juego, y enfrentarse a los "ejecutores" oficiales del juego,
estrambóticos gladiadores futuristas, cada uno con nombre, personalidad y "poderes" propios. Ellos son Subzero, Fireball, Buzzsaw, Dynamo, y Capitán Libertad. Al juego
se unirá poco después Amber, descubierta fisgando en los archivos de la cadena, al no estar nada convencida de los montajes y manipulaciones televisivos.
A partir de ahí,
todo es acción y adrenalina ochentera: peleas a lo bestia, tiroteos, explosiones, "Volveré", y por supuesto, haciendo honor a su título, persecuciones. Todo ello aderezado por la (ligera) trama de la resistencia, que intentará aprovechar la presencia de Richards para demostrar la falsedad del concurso, del Estado en el que viven, y del sistema, así en general.
Sin embargo, casi más divertidos aún son
los insertos en los que vemos cómo se desarrolla el concurso en los platós, con Killian como un carismático maestro de ceremonias, un showman en toda regla, enfebrecido por su propia palabrería; con un público
sediento de sangre y morbo, compuesto sobre todo por adorables ancianitas que apuestan por cuanto van a durar los aspirantes, y gritan el nombre de sus gladiadores favoritos (auténticos asesinos excéntricos, que reciben tratamiento de héroe nacional y estrella mediática) o reciben regalos chorra de manos del encantador Killian. Cada momento en que asomamos nuestras narices al plató en medio del concurso,
hay espacio para la mala leche, el humor negro y la crítica ácida.
La película termina como tiene que acabar,
con Arnie, metralleta en ristre y puro entre los dientes; su enfrentamiento final con Killian es genial, no falta nada, ni siquiera
las habituales frases lapidarias, y la crítica a la televisión como medio para alienar a la población, mantener a los ciudadanos entretenidos mientras enferman, envejecen, y pasan hambre.
No descuidemos el tema de la banda sonora (importantísimo, aún más hablando de
un clásico de videoclub ochentero como es este) y es que la música está compuesta por Harolf Faltelmeyer, compositor así mismo de otros temas absolutamente reconocibles de la época, como
Superdetective en Hollywood, o
Top Gun.
Su estreno se saldó con una recaudación de
8 millones en el primer fin de semana, llegando a alcanzar casi 40 millones; poco más del doble de lo que costó. Sin embargo, y como siempre suele pasar con las películas comentadas en esta sección, los verdaderos beneficios se dieron del boca a boca entre los asiduos a ese viejo lugar que llamábamos "videoclub". En efecto,
Perseguido era carne de videoclub, como lo fue casi toda la obra ochentera de Schwarzenegger; y sin duda fue allí donde se jugó unos beneficios "reales".
La película
fue editada en nuestro país por RECORD VISIÓN, clásica distribuidora casposa que olía a pirata y a blanqueo de dinero, en una de esas cajas gordas que acumulaban el polvo que da gusto; edición que poseo y guardo como oro en paño, todo sea dicho.
Al respecto, vale la pena pararse aquí un minuto y hablar de
la caótica situación del doblaje de esta película en nuestro país.
Si acudimos a Eldoblaje (página bastante fiable para estas cosas, en principio) se mencionan dos doblajes: original del cine de 1988; y doblaje para vídeo, de 1992. El doblaje en DVD parece estar doblado por el actor de doblaje habitual de Arnie, Ernesto Aura, por lo que correspondería al doblaje de vídeo. Sin embargo, en la carátula del VHS que he puesto más arriba, aparece "Diseño de carátula 1988" por lo tanto,
no puede ser ese el doblaje de video de 1992.
Por último mencionar que el doblaje que lleva el DVD (sea el que sea) está censurado en toda clase de tacos, palabrotas y expresiones malsonantes, suavizadas o directamente cambiadas, mientras que el del VHS que yo tengo, posee todas las palabrotas íntegras.
En fin, solo se me ocurren una solución, que el doblaje de 1992
es de una reedición (puede ser, ya que Perseguido fue reeditada en vídeo a principios de los 90, por una distribuidora que también sacó Terminator bajo el sello de Action Time). El doblaje del VHS que yo tengo, no está registrado.
Mencionar también que la popularidad alcanzada por el mercado doméstico y sus pases por la televisión le valieron culto suficiente para
gozar de su propia versión de videojuego de 8 bits:
El juego era el clásico donde el jugador (un monigote que hacía de Richards) debía ser manejado por varios escenarios,
enfrentándose a los gladiadores diversos que aparecen en la película. Si lo conseguía, en la última pantalla llegaba hasta el plató, donde había que matar a Killian, aunque antes había que matar a los muchos guardias que lo cuestionaban.
Es decir (Arnie Show) matar, matar, matar. Como en casa.
La película
inició mi pasión por las historias de "deportes mortales" en futuros distópicos. El propio King tiene otra novela bajo el pseudónimo de Bachman, La larga marcha, donde 100 adolescentes corren sin parar por una Norteamérica que
se ha convertido en una dictadura militar. Si descienden de la velocidad estipulada más de tres veces, son asesinados por miembros del ejército que les acompañan en todo momento. Reciben comida y alimentos a lo largo del viaje, pero poco a poco, van cayendo: la larga marcha no puede detenerse (bajo ninguna circunstancia) y solo cuando quede un único concursante en pie, habrá terminado. El ganador podrá pedir al Estado cualquier cosa que desee,
durante el resto de su vida.
Otra similar (y excelente película, en mi opinión) es Rollerball, la versión de los años 70 protagonizada por James Caan, donde todos vivían en un futuro utópico sin naciones, sin guerras, sin problemas, donde todo el trabajo pesado o peligroso lo hacen las máquinas. La mayoría de la gente está relacionada con el Rollerball, el deporte favorito y
principal espectáculo en todo el mundo. Sin embargo, detrás de esa plácida existencia, donde todos los ciudadanos tienen derecho al lujo y no hay diferencias sociales, se esconde una monstruosa conspiración. El Rollerball (deporte brutal donde
todos los golpes y triquiñuelas están permitidos) es un juego donde los jugadores no duran mucho con vida.
Otra de ese palo, que tengo muchas ganas de ver pero permanece ilocalizable, es una película francesa titulada "El precio del peligro" de 1983, que
parece muy similar a Perseguido.
No es raro, ya que todo el tema de concursos mortales en futuros lejanos viene muy influido por los relatos de
Robert Sheckley "La décima víctima" y "La séptima víctima". En esos relatos se nos hablaba de un Juego, que había sido ideado para reprimir y reconducir los instintos violentos de la sociedad. La participación es voluntaria, pero quien se inscribe, es tanto víctima como verdugo.
Cualquier participante puede matar a cualquier otro.
Como curiosidad comentar que, basado en esos relatos salió un juego de rol en vivo llamado "Killer" (editado por Joc Internacional)
donde los jugadores firmaban un "contrato de asesinato" que delimitaba la fecha tope (tras la cual el concurso acaba) las armas permitidas, los requisitos y exigencias (asesinatos en público o no, prohibido matar inocentes... o no). Yo nunca llegué a probarlo, pero hay que reconocer que es muy ingenioso.