@Wontnerman TRABAJANDO
Grandioso, magnífico, apoteósico.... y todos los demás calificativos laudatorios posibles. Una viñeta Made in Wontnerman, temática: videoclubs. ¡Ya me puedo morir!
Por mi parte, empiezo a TRABAJAR también mostrando los carnets de socio que, si bien están en mi cartera, los guardo en mi CORAZÓN.
Ya he comentado bastante del Intercast. El olor a palomitas recién hechas, sus lineas armoniosas, sus colores limpios en agradables tonos pastel, los ordenados lineales de botellines de agua mineral y golosinas tras el mostrador, venían a ser lo que yo NO identificaba como un videoclub: un comercio de barrio. Un videoclub DE VERDAD, señores y señoras, era un lugar que olía a tabaco, ambientador y polvo retenido, como mucho a lejía si pillabas al dueño limpiando.
Nunca conocí por su nombre a ninguna de las dependientas, que duraban dos días. Aún así en sus comienzos tenían mucha mierda en VHS, por lo que fui ciertamente regular por sus estanterías. Había ambiente casi siempre, al menos en sus primeros años y en fin de semana...
Otra franquicia. Le tengo más aprecio porque coincidieron varias cosas: coincidió una época cinéfila más abierta por mi parte, coincidió que se reeditaron muchísimas películas en VHS que llevaban años o décadas descatalogadas e invisionables, y las traían todas... en sus estanterías recogí y vi por primera vez, títulos como Henry retrato de un asesino, El diablo sobre ruedas, Asalto a la comisaría del distrito 13, Scanners de Cronenberg, El experimento Filadelfia, Reservoir Dogs, Ocurrió cerca de su casa, Los pájaros de Hithcock, Carretera al infierno...
Aquí quise comprar su copia de "Rescate en nueva York" y tardaron más de dos semanas en constatar que NO me la vendían, porque tenían que llamar a no se quien en no se donde... me apena, pero los dependientes de esos locales no sabían nada, no pintaban nada, y no tenían autoridad para tomar ningún tipo de decisión. Nada que ver con el videoclub de barrio...
Hay dos anécdotas que no me resisto a contar: la primera, un día que fui con mi hermano. Íbamos "a mirar" pero encontramos una peli que ambos nos moríamos por ver (La novia de Chucky). No llevábamos el carnet, pero nos acercamos al dependiente, que nos preguntó:
-Nombre (se lo dimos)
-¿Lleváis DNI encima? (no lo llevábamos)
-Dirección (habíamos cambiado de dirección y constaba otra en su ordenador)
-Teléfono (Por fin, este coincidió)
Todavía recuerdo la sonrisa del dependiente cuando le dijimos la dirección y nos soltó "aquí me sale otra". Nos veía ya en comisaría.
La segunda anécdota es que dejé a deber 1.000 pesetas en multas, que jamás pagué. Seguramente, el videoclub cerró por eso.
Este estaba cerca de mi casa. Ya había llegado el DVD, tenían VHS cuando abrieron, pero duraron poco. Recuerdo que alquilé "Kolobos" (una puta basura de gore noventero) y una secuela más quemada que el palo un churrero de los "muñecos asesinos" de la compañía Full Moon. Si lo menciono es porque aquí compré mi primer DVD: se lo encargué expresamente, y fue Noche de miedo, de Tom Holland, ese fue el primer DVD de mi colección, y me lo consiguieron ellos. Con los años, conforme vendían DVDs de sus propias estanterías, les compré varios (que recuerde, el primer Spiderman de Sam Raimi y Vampiros, de John Carpenter). No era mal lugar, pero tampoco era, ya sabéis, "un videoclub de verdad".
Aquí sí... este es el carnet del videoclub más antiguo que poseo. El videoclub abrió en 1989 y cerró en 2003. Una triste circunstancia. Todavía recuerdo (como si fuera jodidamente ayer) mi primera visita: era por la tarde, sábado. Pensaba salir a jugar con mi hermano al parque detrás de casa, cuando empezó a diluviar. Mi padre, para entretenernos, propuso un plan que sabía que tendría éxito: ir a un videoclub nuevo que él conocía... todavía recuerdo la película que alquilamos, una de las preferidas de mi padre (Escuela de jóvenes rebeldes).
La segunda vez que fui, fue con mis tíos, y tenían películas VHS a la venta, de las cuales compré "Cazafantasmas" en su edición original de alquiler. Ya pondré fotos de la etiqueta (que conservo). Posteriormente fui muchas veces y alquilé de todo en sus estanterías: en ese videoclub alquilé y vi por primera vez títulos como El padrino y sus dos secuelas, El exorcista, la segunda parte de la saga de los novatos, Viernes 13, parte 4, Memorias de un hombre invisible (de estreno, además, 350 pesetas pagué). Recuerdo que más adelante, compré 3 películas (que ya tenían a venta directa):
-Todo lo que quiero para Navidad (
@dawson se acordará)
-Psicosis, de Hitchcock
-Entre pillos anda el juego. Esta merece su explicación: tenían un panel, solo de venta, con toda la filmo de Eddie Murphy, y me tiré toda una tarde dando vueltas, con 1.995 pesetas en el bolsillo y sin terminar de decidirme por una. Al final, vino mi padre a recogerme y tuve que elegir, casi a dedo...
Aún compré una cuarta parte. Una de mis obsesiones era "juntar sagas", y durante varios meses estuve pasando por el escaparate donde tenían a la venta "El final de Damien". Yo tenía ya "La profecía" y quería tener toda la saga. Durante MESES me pasaba por el escaparate solo a verla, mirarla, y adorarla. Finalmente reuní las 2.000 pelas de rigor y fui a por ella... recuerdo que nada más salir le fui quitando el papel, oliendo ese olorcillo a plástico nuevo, la abro...
ES BETAAAAAAAAAAA
Recuerdo que entré cagando leches, "¿no la tienes en VHS?". No... no la tenía. La tuve que devolver. Me jodió a sobremanera.
Como anécdota última sobre el Murillo, recuerdo perfectamente que una de las cosas que me encantaba hacer esa abrir las carátulas, porque en algunas había trípticos, o folletos que anunciaban películas. Recuerdo que un día lo hice estando yo solo en el videoclub con la dueña (que no descollaba por su simpatía) y me soltó un "niño, ¿que haces? Deja de abrirlas, que ahí no hay nada" que me destrozó el corazón...
Tuve dos carnets más: uno, del Centro DVD (que cerró hace poco) se perdió. Otro... ay, otro.
Lógicamente, cuando yo era niño, por mucho que fuera yo el principal usuario de los videoclubs, era mi padre el socio, yo era un niño. No podía ser socio, tenía que venir "tu papá" con el DNI para que tú pudieras sacar aquellos tesoros y llevártelos a casa. Hete aquí, que el día en que cumplí los 16 años me pude hacer socio del videoclub Lydia nada menos... y decidí hacerlo el día de mi 16 cumpleaños, iba a hacer una fiesta en mi casa, y pillaría películas con mi propio carnet de socio para verlas con mis amigos. Recuerdo que una fue "Hardware, programado para matar"... pero bueno, da igual.
Fui.
Me hice socio.
Alquilé películas
Hasta ahí todo bien. Durante la fiesta, dejé mi carnet bien a la vista sobre la mesa. Mis amigos, a esas alturas, ya sabían lo loco que estaba (por los videoclubs!) y lo que eso significaba para mí. Pues bien, hacia el final de la fiesta, el carnet estaba:
a) Manchado de sobrasada
b) Encharcado por Fanta de limón
Y en un estado tan indescriptible, que lo tiré, y nunca volví a hacerme otro por pura verguenza...
Era un carnet precioso, grande, color rojo, con los leones de la Metro en cada una de sus cuatro esquinas... ¡lo siento!