¿Cómo que se supone? Por ejemplo, hizo el ridículo más abismal con el tema de las mascarillas, llegó a ridicular incluso a quién las usaba. Y se alineó en todo momento con la línea argumental del gobierno, sin ningún tipo de crítica o disconformidad. Si el gobierno decía esto, ella decía esto, si el gobierno decía aquello, ella decía aquello. Y así continuamente, era obsceno. De nivel pedrette premium. La cosa es tal que es uno de los personajes satirizados en el vídeo de "mi coño" de Flugbeiler que se hizo tan famoso..
Pues me vas a perdonar pero, a falta de mayores pruebas que tus palabras, no me creo absolutamente nada de eso. Yo a esta chica llevo siguiéndola muchísimos años, desde mucho tiempo antes que la empezaran a participar en Naukas, a escribir en prensa, a publicar libros y a salir en la tele, mucho antes de que se hiciera el canal de youtube, cuando era una simple profesora de química en instituto coruñés que tenía un blog de divulgación científica que iba dirigido en gran medida a sus alumnos y que leíamos cuatro gatos. Y aunque a esta chica no la conozco en persona, creo que cuando llevas casi una década leyendo casi todo lo que escribe, acabas sabiendo de qué pie cojea. Y esa descripción que ofreces de ella no solo no encaja para nada en todo lo que he leído de ella, es que ni siquiera encaja con nada de lo que le he visto escribir sobre el tema.
Sobre lo de que
"se alineó en todo momento con la línea argumental del gobierno, sin ningún tipo de crítica o disconformidad. Si el gobierno decía esto, ella decía esto, si el gobierno decía aquello, ella decía aquello. Y así continuamente, era obsceno. De nivel pedrette premium." vamos a ver si es cierto.
El 6 de mayo, Deborah escribía en su muro de Facebook lo siguiente:
"Como divulgadora científica he tenido muy claro cuál sería mi papel desde el principio de la pandemia: mi labor es hacer de altavoz de las recomendaciones de las autoridades sanitarias y, desde mi parcela de conocimiento, explicar las razones de esas recomendaciones. La gente no quiere acatar órdenes, quiere entender qué es lo que ocurre y cuál es la evidencia científica que respalda esas medidas." Idea en la que volvía a reincidir en su muro de Facebook el 8 de junio:
"A quien corresponde hacer las recomendaciones sanitarias es a las autoridades sanitarias. A los divulgadores científicos no nos corresponde ese papel." Yo creo que estas dos frases resume bastante bien su visión de cuál es su trabajo como divulgadora: explicar por qué las autoridades sanitarias hacen tales recomendaciones y no otras. Su papel no es ni criticar al gobierno ni a las autoridades sanitarias, ni siquiera es el de hacer recomendaciones, su papel es divulgar las recomendaciones oficiales y explicarle al pueblo llano el por qué de dichas recomendaciones. Puede que a algunos ese papel le parezca comportarse como un "lameculos de las autoridades", yo no lo veo así.
¿Qué es lo que ha dicho esta muchacha sobre el tema de las mascarillas? En
este artículo del 1 de abril escribía:
El caso más controvertido de estos días es el relativo al uso de mascarillas. Recientemente se ha publicado un estudio en The Lancet en el que se comparan las recomendaciones de las autoridades sanitarias de diferentes territorios. A pesar de la coherencia en la recomendación de que los individuos sintomáticos y los sanitarios deben usar mascarillas homologadas, se observaron discrepancias en el público general y en la comunidad.
Estas diferencias se deben fundamentalmente a dos cosas. La primera es que la evidencia de que las mascarillas pueden proporcionar una protección efectiva es escasa. Y la segunda es que los recursos son limitados, por eso hay que distribuirlos de la forma que resulte más beneficiosa para el conjunto de la sociedad.
Recientemente la OMS ha publicado un informe sobre los modos de transmisión del virus. Según la evidencia científica recopilada hasta ahora, el coronavirus no se transmite por el aire él solo, sino que necesita un vehículo para hacerlo: las gotitas que expulsamos al hablar, toser o estornudar.
La mayoría de estas gotas son relativamente grandes, como las llamadas gotas de Flügge, entre 10-100 micrometros. Pero en ocasiones, sobre todo en intervenciones sanitarias o al gritar, pueden ser gotas muy pequeñas, de unas 5 micras, llamadas aerosoles de Well. Los aerosoles son más peligrosos porque perduran más tiempo en el ambiente y viajan a mayor a distancia. La distancia es clave.
Esto le ha servido a la OMS para corroborar que sus recomendaciones para evitar el contagio son las adecuadas. Es decir, le ha servido para continuar haciendo hincapié en las recomendaciones sobre las que tenemos más certezas, principalmente mantener la distancia de seguridad de 1-2 metros. Tenemos un conocimiento más sólido sobre lo efectiva que resulta la distancia de seguridad, que sobre lo efectivo que sería que todos llevásemos mascarillas homologadas.
En vista de la escasez de mascarillas que estamos sufriendo, esta información resulta alentadora. No todos tenemos mascarillas, pero sí podemos hacer algo tan sencillo como mantener la distancia de seguridad, que es mucho más importante. (...)
Presumiblemente todo esto tiene que ver con la recomendación que a día de hoy mantiene la OMS de no utilizar mascarillas caseras de tela, del tejido que sea, bajo ninguna circunstancia. Por el momento, ninguna autoridad sanitaria ha promovido el uso de mascarillas de tela caseras porque entrañan más riesgos que beneficios. (...)
En lo que sí están de acuerdo las autoridades sanitarias de los diferentes territorios es que, en condiciones de escasez de recursos, hay que priorizar al personal sanitario y los enfermos. Los primeros deben protegerse del contagio, es decir, usar mascarillas de protección como las FFP2-3 o N95. Y los segundos deben evitar contagiar a otros, es decir, usar mascarillas quirúrgicas. Los siguientes en orden de prioridad serían las personas de riesgo, principalmente personas mayores o con patologías. Se trata de distribuir los recursos de forma que sean más efectivos para disminuir el número de contagios. Dar prioridad a estos grupos es la manera más efectiva de protegernos a todos.
Por eso cuando todo esto empezó se trató de disuadir a los particulares de comprar mascarillas. La intención era retrasar el desabastecimiento y priorizar los grupos clave. La compra masiva de mascarillas a lo tonto el último fue tan insolidaria como poco práctica.
Asimismo, en su último libro, publicado a finales a abril, escribía:
Lo que están haciendo las autoridades sanitarias es recopilar toda la información y así ofrecernos las mejores recomendaciones para evitar los contagios. Estas recomendaciones están sujetas a otras muchas variables. Variables que atienden a otros campos del saber, como la sociología, la política, la historia, la economía, entre otras. Algunas son fáciles de entender, porque tienen que ver con la cultura y los valores de cada territorio, y otras tienen que ver con la optimización de los recursos.
Por ejemplo, en países como Japón existe la costumbre de usar mascarilla cuando uno está enfermo o sospecha que lo está. Es una cuestión educacional, por lo que el uso de mascarillas está normalizado. Hasta un niño pequeño sabe cómo utilizar adecuadamente una. Sin embargo, en otros territorios, como España, la mayoría de la gente no ha usado nunca una mascarilla. No sabe cómo hacerlo. Es normal. Tampoco se lo han explicado nunca. Esta es una de las razones por las que se ha disuadido del uso de mascarillas a personas sanas o asintomáticas, porque el balance riesgo/beneficio se inclinaba en favor de los riesgos. Te puedes contagiar por usar mal una mascarilla. Por ejemplo, por tocar el frontal, por usarla más veces de las recomendadas, por ponerla de collar o de diadema, por bajártela para hablar, por no saber ajustarla correctamente, porque te toques más la cara al llevar un objeto extraño en ella, etcétera. Sabiendo que en la cara tenemos las vías de contagio más notables, es normal que, desde el inicio de la pandemia, en algunos territorios la recomendación fuese no usarlas.
También hay que tener en cuenta otros factores, como la falsa sensación de seguridad. Se sabe que las personas que llevan mascarilla y no están habituadas a ello, actúan con la certeza de que les protege del contagio. Se acercan más a otros y adoptan conductas más temerarias. Aun sabiendo que la mayoría de las mascarillas sirven para no contagiar, y no protegen de que nos contagien, muchas personas actúan como si la mascarilla las inmunizase.
O sea, que al comienzo de la pandemia esta chica no estaba diciendo que las mascarillas no servían para nada, como sí que estaban haciendo las
pedrettes, sino que estaba explicando que su recomendación o no recomendación dependía de numerosos factores (evidencia científica, disponibilidad de recursos, costumbre de uso entre la población). No sé, pero a mí esto me parece hacer un buen trabajo de divulgación. Y en ningún momento dice que las mascarillas no sirvan para nada así que lo siento mucho pero me cuesta creer eso de que haya llegado a ridiculizar a quien las usara. Esta chica ha escrito muchísimos artículos contra los antivacunas y, aún así, jamás la he visto hacer escarnio de un antivacunas, así que mucho menos me creo que se le diera por hacer mofa de la gente que usaba mascarilla. Que algunos pretendan meter a esta chica en la misma liga que Antonio Maestre y Pablo Echenique es de risa.
Vayamos ahora con eso de que la muchacha iba cambiando continuamente su discurso, para amoldarse a lo que decían desde el gobierno. ¿Es así? Veamos.
El 21 de mayo publica en su muro de Facebook lo siguiente:
Desde hoy en España es obligatorio usar mascarillas en espacios públicos en los que no está garantizado mantener la distancia de seguridad interpersonal de 2 m. En algunos lugares con alta densidad poblacional esto significa que estás obligado a llevar mascarilla siempre. En recintos cerrados y trasporte público, también siempre.
¿Por qué lo que antes era una RECOMENDACIÓN ahora es una OBLIGACIÓN? Todo es resultado de un balance riesgo/beneficio:
1. LA DISTANCIA ES LO FUNDAMENTAL. Ahora que estamos saliendo del confinamiento, esto es difícil de mantener.
2. Gestión de recursos: priorizamos a personal sanitario y de riesgo. Ahora tenemos recursos suficientes para todos.
3. Riesgos del mal uso de mascarillas. PUEDES CONTAGIAR POR USAR MAL UNA MASCARILLA, así que no hagas ninguna de las cosas que aparecen en la imagen o será "peor el remedio que la enfermedad".
Asimismo, el 8 de junio escribía lo siguiente:
Por eso hacer recomendaciones no avaladas por las autoridades sanitarias, como confeccionar mascarillas caseras, responde a una falta de pudor. La situación que estamos viviendo es tan grave que hacer recomendaciones a título personal es peligroso e irresponsable.
Las mascarillas caseras no ofrecen ninguna garantía, ni de seguridad ni de higiene. Por eso las autoridades sanitarias, entre ellas la Organización Mundial de la Salud, han desaconsejado su uso en todo momento. Son el último recurso.
Quien aconseja el uso de mascarillas caseras cree que sus recomendaciones son más valiosas que las de las autoridades sanitarias. Está demostrando una absoluta falta de pudor.
¿En qué contradice esto a lo que la divulgadora decía al principio del estado de alarma? EN NADA. Y aunque hubiese cambiado si discurso, al principio del estado de alarma ya dejaba claro que las recomendaciones podían cambiar en el tiempo:
Según el conocimiento que vayamos generando, y según cómo se vayan desarrollando los acontecimientos, las recomendaciones de las autoridades sanitarias irán cambiando. Es bueno que lo hagan. Significa que podemos adaptarnos a los cambios. Sin duda los habrá.
Por nuestra parte, lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos y por los demás es acatar esas recomendaciones. Aunque a veces puedan parecer contradictorias, o carentes de sentido común, están respaldadas por todo el conocimiento que hemos ido acumulando. Nadie debería actuar por libre, porque eso solo puede llevarnos al desastre.
Debemos acatar las recomendaciones de las autoridades sanitarias de nuestro territorio, porque han sido diseñadas acorde a nuestra situación concreta. Y, en caso de no haber todavía una recomendación sobre algún particular, debemos acatar la recomendación de la autoridad sanitaria que engloba a todas las demás: la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En un momento tan sensible como este, poner en duda las recomendaciones oficiales solo causa confusión y miedo. Por eso debemos ser responsables, más que nunca. Con la información que compartimos y con nuestros actos. Eso también es estar unidos.
Y si bien es cierto que la credibilidad de las autoridades sanitarias ha quedado en entredicho en más de una ocasión a lo largo de la pandemia, creo que la divulgadora tiene razón en afirmar que las recomendaciones oficiales tienen una razón de ser y que tienen muchos factores en cuenta. Ya sé que en este foro, para el
"team mascarillas" cualquiera recomendación que no fuese uso obligatorio de mascarillas desde el primer día os lo ibais a tomar como una magufada, pero a mí me siguen dando mucha más confianza los divulgadores que, como Deborah, se molestan en explicar porqué se hacen unas recomendaciones y no otras y de qué estudios salen dichas recomendaciones que los que desde un primer momento se adhieren a una postura y ya no los sacas de ahí.
Por cierto, lo de que Deborah ha mantenido en todo momento una actitud servil hacia las actuaciones de la autoridades también es completamente falso. El 14 de abril ponía a caldo el reparto de mascarillas en diversas ciudades de España:
Veo en la prensa de hoy las imágenes del reparto de mascarillas y me echo a temblar. Las mascarillas no se pueden repartir y toquetear como si fuesen cromos. Son un producto sanitario que va a la cara, donde están las principales vías de contagio. Si todo aquel que pasa las toca, escoge, con guantes o sin ellos, puede estar propagando el virus.
**El virus es viable durante varios días en las mascarillas.
**Los guantes no protegen del contagio. Son como una segunda piel, y pueden propagar el virus. Si tocas cosas y luego te tocas la cara, da igual que lleves guantes o no.
**Las mascarillas mal utilizadas incrementan el riesgo de contagio. Si alguien portador del virus las ha toqueteando antes, y luego llegas tú y te la colocas en la cara, el riesgo de contagio es enorme.
Para hacerlo así de mal es mejor no hacerlo.
Teniendo personal sanitario en las farmacias dispuesto a hacerse cargo de la distribución de mascarillas, ¿por qué no hacerlo bien? La solución está ahí delante. Y es así de fácil.
Si seguimos haciendo un mal uso de las mascarillas, los riesgos serán mucho mayores que los beneficios.
Podríamos haberlo hecho bien, pero se ha optado por hacerlo rápido y mal. Con lo poco que costaba dar indicaciones sobre la correcta manipulación y uso de mascarillas.
Hay que dar las mascarillas de una en una, y solo se pueden tocar por las gomas o lazos, nunca por el frontal. No era tan difícil. Pero si no sabes, lo vas a hacer mal. Y la solución se convierte en un problema añadido.
Y añado, por si acaso: aunque lleves mascarilla, es FUNDAMENTAL que sigas manteniendo la distancia de seguridad, no te toques la cara y te laves bien las manos con agua y jabón. La mascarilla es complentaria, no fundamental. Aprende a usarla correctamente y no te confíes cuando la lleves.
No sé, intentaré ver el vídeo ese de Flugbeiler que mencionas y que yo no he visto, pero como puedes comprobar, estoy bastante puesto al día en lo que publica esta muchacha y para convencerme de que "hizo el ridículo más abismal con el tema de las mascarillas" voy a necesitar pruebas más sólidas que acusaciones vagas, memes y un centenar de tuiteros llamándola "cara de caballo".