Estramonio, Einstein y Messi
Los suministradores de estramonio tienen clara la noticia. El día que el mejor jugador de la historia del Barça bate el récord de goles de Gerd Müller y el mejor nueve de la historia del Atlético marca cinco goles en un solo partido, ración doble y barra libre de alfalfa gratis. Dieta dura para lucir palmito: primer plato de revisionismo arbitral como forma de vida, segundo plato a base de interpretaciones gaseosas del inevitable y flambeado de rumores sobre si fulano sigue sin hablarse con mengano. Eso es tener clara la noticia. Cristalina. Los suministradores de estramonio, en su perpetua cruzada contra el sentido común, repiten como un mantra sus consignas. En su sofisma de cartón piedra, en aras de la audiencia, pontifican desde su retahíla de reproches eternos. Sin rubor, sin vergüenza, como si no existiese la hemeroteca: primero, pasaron un año completo diciendo que Robinho era mejor que Messi; luego, doce meses argumentando que Arjen Robben era mejor que Messi; y ahora, acumulan tres años seguidos asegurando que Cristiano Ronaldo es mejor que Messi. Buen intento. No hay que dejar que la realidad estropee una buena noticia.
Su fobia siempre encuentra munición de peso para idear un nuevo disparate: dicen que a Messi los defensas contrarios le dejan pasar, que le ponen alfombra roja y que no le pegan lo suficiente. Hay que tener la cara más dura que un caballo para decir eso de los profesionales de otros equipos cuando resulta que la defensa más goleada por Messi es la del Real Madrid y su víctima favorita es Casillas. No es opinión, es información. La linde se acaba, pero los cofrades siguen: ponen el ventilador a toda pastilla para alegar que Messi no es el mejor del mundo porque, sin Xavi e Iniesta, no es nadie. Cuando el fútbol les deja a la intemperie, cambian de dicurso. Ahora, los mismos que decían que Messi no era nadie sin sus dos compañeros, son los mismos que dicen que el Barça sufre Messidependencia y que sus compañeros no son nadie sin él. Tienen principios pero, si no gustan, pues tienen otros.
La astracanada de la realidad virtual, inasequible al desaliento, se niega a reconocer que Messi es el mejor. Exclusiva. Su mantra: sobredosis de placebo arbitral, garganta inflamada y ojos inyectados en sangre para advertir que nadie puede cometer el pecado de reconocer que Messi es el mejor. Sólo será el mejor cuando gane un Mundial, dicen. Aún no ha llegado el día en que cuenten, en tiempo y forma, si Guardiola, Xavi, Iniesta o Piqué habrían conquistado 14 títulos sin el concurso de Messi. Tampoco han tenido a bien hacer el esfuerzo de contar, para explicar al personal esa larga fila de Mundiales que han ganado Di Stéfano y Cruyff, las dos leyendas vivas de los dos únicos equipos de los que saben hablar para tener el doble de audiencia. Líderes del grito sobre la razón. Albert Einstein, que para algunos suministradores de estramonio sólo existe porque el inevitable le mencionó en rueda de prensa, dijo: 'Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo, no estoy seguro'. Qué razón tenía.