El post de la transfiguración en el PP

Que marque algo de perfil es normal pero en Vox no parece que se hayan enfadado mucho con ella
Ohh Ahhh VOX ha dicho algo sobre Cayetana y les gusta.... que mas da el discurso político y los hechos :doh¿Entonces si VOX dice algo bueno de Ropit pasas a ser un nazi de extrema derecha? :fiu

¿A quién vas a creer a tus ojos o al comisario político? Ehh Ehh!!

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Pero no es que hablen bien de ella, es que la quieren en su partido.
 
Cayetana es una mala persona, pero con mayúsculas. Con eso me sobra para no querer que esté en ningún puesto político.
Yo es que creo que casi nadie prospera en política sin ser un cabrón dispuesto a aplastar a todo el que se te ponga por delante. Aunque lo ideal sería que nuestros políticos fuesen modelos de conducta, si nos ponemos a exigir que para ocupar un cargo político haya que ser buena persona me parece que muy pocos de nuestros actuales políticos pasarían el corte.
Bien. Pero para mí está mal.
 
Pero no es que hablen bien de ella, es que la quieren en su partido.
Son completamente incompatibles, pero el simple hecho de que se lo propongan no solo demuestraría que no son idiotas, como dice Manu, si no que todo el discurso de extremistas e intransigente se caería entero. Si son capaces de ofrecer un lugar en su partido a una persona con ideas tan diferentes por reconocer su valía política... igual es que no son tan nazis/fascistas como los pintan ¿no?:lee
 
Pero es que yo no he leído a nadie de Vox decir que la quieren fichar, los simpatizantes sí. Lo decís por el tweet de Olona? Yo ahí veo simple reconocimiento.
 
Anda que este. En qué quedamos, os interesa o no os interesa la batalla cultural?



Además, que está diciendo que ha sido en TeleMadrid. TELEMADRID. ¿Ahora la izquierda ya controla hasta las televisiones de las comunidades en que gobiernan? ¿Esta gente es gilipollas, o qué les pasa?
 
Casado, príncipe de los mediocres
Emilio Campmany

S
e enumeran muchas razones para explicar la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo. Iba por su cuenta, los barones lo han exigido, era necesario para dar el giro a la moderación que las circunstancias exigen, se opondría al pacto para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Todo eso será verdad, pero, por encima de todas ellas, hay una razón mucho más determinante. Casado ha destituido a Cayetana Álvarez de Toledo por ser brillante. Que haya sido Feijóo, el que lloró no poder aspirar a presidir su partido por los muertos que guarda en el armario, o Teodoro García Egea, verde de envidia, los que presionaron a Casado para que la destituyera o que haya sido decisión del propio Casado, del que bien se sabe cómo acabó la carrera, es lo de menos. Todos son un saco de grisura. No es nada malo. Somos muchos los que lo somos porque la gente brillante no abunda. Y no pasa nada por que el presidente del PP también lo sea, si supiera rodearse de talento. Pero para este viaje de ida y vuelta al marianismo hubiera bastado Soraya Sáenz de Santamaría, que, siendo tan rajoyista como Casado, al menos sí es bastante más brillante que él.

Las personas ascendidas en la misma jugada corroboran este triunfo de la vulgaridad. De Cuca Gamarra alaban su perfil de moderación y capacidad de gestión, esas virtudes tan marianistas. Podrían incluso haber dicho, para tranquilizar a los más recelosos, que en realidad es una socialista que, a diferencia de los que militan en el PSOE, sabe gestionar. Porque, como en la época de Rajoy, da la impresión de que ser de derechas es en el PP un estigma intolerable que inhabilita fulminantemente para ostentar cualquier cargo. De Ana Pastor ya sabemos que todos sus méritos son ser amiga personal de Rajoy y haber colocado nepotismo mediante a Fernando Simón al frente de Emergencias Sanitarias.

Sin embargo, mi sospecha acerca de la existencia de una conjura de mediocres podría quedar desacreditada al encontrarse entre los ascendidos José Luis Martínez Almeida, que, como Cayetana, es un tipo de brillantez contrastada. Es cierto, pero hay que tener en cuenta que al alcalde de Madrid, a pesar de tener una personalidad sobresaliente, lo que le hace alejarse del perfil de quienes triunfan en el marianismo, le adorna una virtud muy apreciada en este PP y en el de Rajoy, la de tener por norma incumplir sus promesas electorales, que es lo que ha hecho de modo flagrante con Madrid Central. Es un mérito que compensa por ahora el estar tan alejado de la mediocridad que gobierna Génova. No obstante, deberá llevarse cuidado y, si quiere seguir ascendiendo, tendrá que ocultar celosamente sus cualidades y evitar a toda costa batallar ideológicamente con socialistas y comunistas, no vaya a ser que ni siquiera la bondad de incumplir los compromisos con el electorado le baste para librarse de la próxima carnicería de inteligencia que emprenda esa medianía que es Casado.
 
Casado, príncipe de los mediocres
Emilio Campmany

S
e enumeran muchas razones para explicar la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo. Iba por su cuenta, los barones lo han exigido, era necesario para dar el giro a la moderación que las circunstancias exigen, se opondría al pacto para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Todo eso será verdad, pero, por encima de todas ellas, hay una razón mucho más determinante. Casado ha destituido a Cayetana Álvarez de Toledo por ser brillante. Que haya sido Feijóo, el que lloró no poder aspirar a presidir su partido por los muertos que guarda en el armario, o Teodoro García Egea, verde de envidia, los que presionaron a Casado para que la destituyera o que haya sido decisión del propio Casado, del que bien se sabe cómo acabó la carrera, es lo de menos. Todos son un saco de grisura. No es nada malo. Somos muchos los que lo somos porque la gente brillante no abunda. Y no pasa nada por que el presidente del PP también lo sea, si supiera rodearse de talento. Pero para este viaje de ida y vuelta al marianismo hubiera bastado Soraya Sáenz de Santamaría, que, siendo tan rajoyista como Casado, al menos sí es bastante más brillante que él.

Las personas ascendidas en la misma jugada corroboran este triunfo de la vulgaridad. De Cuca Gamarra alaban su perfil de moderación y capacidad de gestión, esas virtudes tan marianistas. Podrían incluso haber dicho, para tranquilizar a los más recelosos, que en realidad es una socialista que, a diferencia de los que militan en el PSOE, sabe gestionar. Porque, como en la época de Rajoy, da la impresión de que ser de derechas es en el PP un estigma intolerable que inhabilita fulminantemente para ostentar cualquier cargo. De Ana Pastor ya sabemos que todos sus méritos son ser amiga personal de Rajoy y haber colocado nepotismo mediante a Fernando Simón al frente de Emergencias Sanitarias.

Sin embargo, mi sospecha acerca de la existencia de una conjura de mediocres podría quedar desacreditada al encontrarse entre los ascendidos José Luis Martínez Almeida, que, como Cayetana, es un tipo de brillantez contrastada. Es cierto, pero hay que tener en cuenta que al alcalde de Madrid, a pesar de tener una personalidad sobresaliente, lo que le hace alejarse del perfil de quienes triunfan en el marianismo, le adorna una virtud muy apreciada en este PP y en el de Rajoy, la de tener por norma incumplir sus promesas electorales, que es lo que ha hecho de modo flagrante con Madrid Central. Es un mérito que compensa por ahora el estar tan alejado de la mediocridad que gobierna Génova. No obstante, deberá llevarse cuidado y, si quiere seguir ascendiendo, tendrá que ocultar celosamente sus cualidades y evitar a toda costa batallar ideológicamente con socialistas y comunistas, no vaya a ser que ni siquiera la bondad de incumplir los compromisos con el electorado le baste para librarse de la próxima carnicería de inteligencia que emprenda esa medianía que es Casado.

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"Tenemos que evitar el error fatal de pensar que para defender las convicciones hay que cavar trincheras y utilizar palabras como puños. No es así". Ahora bien, Casado advirtió de que está tan en contra de la "trampa" de la división "entre la derecha que crispa a la izquierda y la derecha que se rinde ante la izquierda"
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De hecho, según han informado fuentes del PP, una de las cosas que más irritaba a Casado de la actuación de Álvarez de Toledo era su defensa de un Gobierno de concentración. El líder de la oposición ha dejado claro en la Junta Directiva que no tiene intención de apuntalar al actual Gobierno.

"No podemos formar parte de la gobernabilidad de Pedro Sánchez porque somos su alternativa. Y porque no somos un mero recambio de Podemos. Si a alguien le vale el PP como repuesto de los que se declaran comunistas y otros socios nacionalistas, es que no merece el apoyo del PP. No somos una muleta sustitutoria, nadie en esta Junta Directiva aspira a ser ministro de Sánchez, sino a derrotarle en las urnas"

Casado, príncipe de los mediocres. Es que joder, están perdidísimos.
 
Con Sánchez no se puede gobernar.

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