Comer langostinos a la plancha, con limón, ajo y sal gorda.
Cojo un langostino, oigo como cruje bajo mis dedos cuando lo pelo y le quito las patitas, siento resbalar sus jugos... me lo llevo a la boca, lo mastico, luego sorbo la cabeza.
Un traguito de vino blanco o rosado, afrutado, con un poco de aguja.
Y a por otro, y a por otro, y a por otro, y así podría estar hasta reventar como el señor Creosota...