Creo que ayer era cuando Jaume nos preguntaba qué nos parecía mal de Ken Sánchez. He estado estos días en Oviedo y no he podido escribir una respuesta en la que muchos podríamos coincidir.
El principal problema de Pedro Sánchez es que usa las formas de un caudillo falible dentro de su propio partido. Presunto manipulador nato, en pocas ocasiones sus decisiones se han mostrado como acertadas o renovadoras de un partido al que le pesa y mucho, su tradición. Una tradición puede ser en ocasiones un orgullo, pero en primer lugar Pedro Sánchez no tiene ningún éxito político como para proclamarse ahora heredero de esa tradición y menos la de vender cosas de hace treinta años como válidas en el mundo actual. En otro aspecto porque Sánchez nunca ha pasado de ser un diputado bajo, que como ocurre en ocasiones, cae hacía arriba. Pero vamos un poco más allá. Pedro Sánchez es madrileño, y como es tradición, además de cara a las elecciones generales se ha presentado como cabeza de lista por Madrid, donde se presentan los políticos "presidenciables". O sea, que además de presidenciable a secas, debemos suponer que se presenta en su terreno, en el que ha trabajo desde la FSM. ¿Resultado? Cuarta fuerza política en su circuscripción. Un fracaso en toda regla, con una lista "progre" donde la mitad de los puestos altos van de "independientes" y no era hasta el séptimo puesto donde puso a un valor del socialismo como Madina que se ha quedado fuera del Congreso. Y seguro que Sánchez habrá brindado por ello.
No tiene ideología política. Como digo, durante su dirección en el partido socialista hemos visto una mezcla de Caudillo falible (se cargó la FSM y no ha logrado recomponerla), con un candidato catch all, que hace propuestas según la moda y no desde un estudio serio, riguroso y estudiado desde los órganos del partido. Esto ha hecho que podamos definirlo como un líder débil, experto en contradecirse a si mismo, y actuando en no pocas ocasiones a la defensiva o la desesperada. No hace falta que recordemos su campaña electoral, y esos resultados que ha obtenido más que por él, han sido por la propia inercia del partido (cada vez más y más cuestionada). La bajada de votos, sí que podemos decir que han sido por su culpa. Pocos halagos entre el gran público a sus intervenciones en los debates electorales, sino todo lo contrario.
Y ahora, capaz de cualquier cosa por ser Presidente. En mi opinión, aún con toda la legitimidad sería un usurpador de la propia democracia y de si mismo. Ni lo merece, ni se lo ha ganado y aunque sea con carambolas, lo rocambolesco es que pueda ser Presidente un perdedor innato como él, que no ha hecho nada ni siquiera por haber obtenido esos 90 diputados rentistas.