Emilia Pérez

Qué va!! Se va a poner a llorar, berrear, quejar, culpar a todo quisqui y lo que haga falta "porque ella lo vale". Ni uno de ellos va a asumir la culpa de nada.
 
Ahora que venga otra editorial, recoja el testigo, y empiece a facturar toneladas de billetes gracias a la polémica. Los zurdos nunca saben ver el negocio.
 
Tiene que ser jodido que te suban al olimpo de los actores, el estar en todas las quinielas para ganar... UN OSCAR... Y que de repente te saquen a ostias de allí los mismos que te encumbraron y perderlo todo.

Debe ser para quedarte tarado el resto de tu vida.
 
Los de un lado están en contra de que un hombre se cambie el nombre y compita contra mujeres y este tipo de temas. Pero ha descubierto que los que defienden lo contrario, la diversidad y la libertad (eso venden), te encumbran (no por tu actuación, que sería lo suyo) pero te matan a la mínima que no seas como ellos. Es diversidad pero con los límites que ellos imponen. Diversidad pero apoyando a los suyos. No puedes tener diversidad de género y también de opinión.
 
El tema de la identidad de género es un tema serio que requiere un debate serio. Pero no vivimos en una época (¿alguna vez lo hicimos?) de debate. No hablamos. Vivimos en una época de posicionarse en el lado de los buenos y el lado de los malos, de cambiar el mundo a nuestra imagen y semejanza porque nos sentimos justificados moralmente, de blanco y de negro. De confundir el narcisismo de la satisfacción ególatra de una fantasía de justiciero con tener una verdadera preocupación por la justicia, y un derroche de subjetivismo irracional y egoísta con empatía por las victimas. Se siente demasiado, y se piensa demasiado poco. Todo esto no deja de ser, cuando le das cuerda al tema, nada más que el enésimo debate entre la izquierda y la derecha, pero mal disfrazado. Ideas mal entendidas sobre progreso y conservadurismo, heredadas de otros tiempos, caducas, pero difíciles de soltar porque mucha gente lo ha convertido en su identidad.

El problema de la diversidad es incluso peor cuando se contempla como una consecuencia del imperialismo cultural. Aunque se puede y casi se debe argüir que es un problema presente en muchas culturas y naciones, y que requiere de solución, la mayoría del debate se centra en problemas que son únicos al contexto histórico y cultural de una nación... que no deja de ser el Imperio. No nos bastaba con Starbucks. Teníamos también que discutir como propios sus problemas, ignorando los nuestros, y crear conflictos lingüísticos que no lo son porque si lo resultan en su idioma. Supongo que no nos gusta eso de admitir que nos tienen comido el coco unos tios que ni saben hacer café decente ni pan comestible, en general.

Por lo demás, a cualquier ciudadano decente le debería dar pavor la idea de que la tribu castigue por si misma a uno de sus miembros por cuestiones morales, teniendo, habiéndolos creado ella misma, órganos especializados y oficiales para ello. Imperfectos, desde luego, y hasta vergonzosos en ocasiones, ineficaces demasiadas veces, mal presupuestados en otras, y en absoluto adversos a veces a la corrupción, pero mucha mejor opción que tener tu vida y tu trabajo a merced de twiteros, foreros y rediteros. Una panda de energúmenos que hasta en el mejor de los casos carece de la habilidad, la experiencia, el conocimiento, la obligación, la objetividad y la información para proveer nada que ni se le parezca siquiera a la justicia, y de respetar los derechos tanto del acusado como del acusador, ni hablamos. Por no tener, no tienen ni interés ni cualificación para hacer un juicio intelectual que resista las normas más básicas de la argumentación más simple. Hace nada, la sola idea de un juicio moral con consecuencias efectivas disfrazado de opinión pública era temario ideal para distopias e historias de terror.

Pero eso no es lo que queréis oír algunos. Queréis hablar de moros y cristianos 500 años después de la reconquista (quién me iba a decir a mi que los ateos iban a ser los perfectos cruzados del siglo XXI), de intrusismo gubernamental y mercado libre como si el sistema que los soporta a ambos no llevara ya décadas fracasado y fingir que Trump es muy gracioso porque vivís la vida en pañales. Cagaos. Y cuando se deja de reíros las gracias, lo llamáis post de mierda. Pues a SEPU, que es más barato que el Corte Ingles. A mí plin, yo duermo con Pikolin.
 
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mucha mejor opción que tener tu vida y tu trabajo a merced de twiteros, foreros y rediteros. Una panda de energúmenos que hasta en el mejor de los casos carece de la habilidad, la experiencia, el conocimiento, la obligación, la objetividad y la información para proveer nada que ni se le parezca siquiera a la justicia, y de respetar los derechos tanto del acusado como del acusador, ni hablamos. Por no tener, no tienen ni interés ni cualificación para hacer un juicio intelectual que resista las normas más básicas de la argumentación más simple.

Que es precisamente lo que hacía este personaje 🤣
 
El tema de la identidad de género es un tema serio que requiere un debate serio. Pero no vivimos en una época (¿alguna vez lo hicimos?) de debate. No hablamos. Vivimos en una época de posicionarse en el lado de los buenos y el lado de los malos, de cambiar el mundo a nuestra imagen y semejanza porque nos sentimos justificados moralmente, de blanco y de negro. De confundir el narcisismo de la satisfacción ególatra de una fantasía de justiciero con tener una verdadera preocupación por la justicia, y un derroche de subjetivismo irracional y egoísta con empatía por las victimas. Se siente demasiado, y se piensa demasiado poco. Todo esto no deja de ser, cuando le das cuerda al tema, nada más que el enésimo debate entre la izquierda y la derecha, pero mal disfrazado. Ideas mal entendidas sobre progreso y conservadurismo, heredadas de otros tiempos, caducas, pero difíciles de soltar porque mucha gente lo ha convertido en su identidad.

El problema de la diversidad es incluso peor cuando se contempla como una consecuencia del imperialismo cultural. Aunque se puede y casi se debe argüir que es un problema presente en muchas culturas y naciones, y que requiere de solución, la mayoría del debate se centra en problemas que son únicos al contexto histórico y cultural de una nación... que no deja de ser el Imperio. No nos bastaba con Starbucks. Teníamos también que discutir como propios sus problemas, ignorando los nuestros, y crear conflictos lingüísticos que no lo son porque si lo resultan en su idioma. Supongo que no nos gusta eso de admitir que nos tienen comido el coco unos tios que ni saben hacer café decente ni pan comestible, en general.

Por lo demás, a cualquier ciudadano decente le debería dar pavor la idea de que la tribu castigue por si misma a uno de sus miembros por cuestiones morales, teniendo, habiéndolos creado ella misma, órganos especializados y oficiales para ello. Imperfectos, desde luego, y hasta vergonzosos en ocasiones, ineficaces demasiadas veces, mal presupuestados en otras, y en absoluto adversos a veces a la corrupción, pero mucha mejor opción que tener tu vida y tu trabajo a merced de twiteros, foreros y rediteros. Una panda de energúmenos que hasta en el mejor de los casos carece de la habilidad, la experiencia, el conocimiento, la obligación, la objetividad y la información para proveer nada que ni se le parezca siquiera a la justicia, y de respetar los derechos tanto del acusado como del acusador, ni hablamos. Por no tener, no tienen ni interés ni cualificación para hacer un juicio intelectual que resista las normas más básicas de la argumentación más simple. Hace nada, la sola idea de un juicio moral con consecuencias efectivas disfrazado de opinión pública era temario ideal para distopias e historias de terror.

Pero eso no es lo que queréis oír algunos. Queréis hablar de moros y cristianos 500 años después de la reconquista (quién me iba a decir a mi que los ateos iban a ser los perfectos cruzados del siglo XXI), de intrusismo gubernamental y mercado libre como si el sistema que los soporta a ambos no llevara ya décadas fracasado y fingir que Trump es muy gracioso porque vivís la vida en pañales. Cagaos. Y cuando se deja de reíros las gracias, lo llamáis post de mierda. Pues a SEPU, que es más barato que el Corte Ingles. A mí plin, yo duermo con Pikolin.
La culpa de toda esta mierda la tienen las redes sociales.
 
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