Rapunzel (2010) de Walt Disney Pictures.
Este ser gruñón que a veces os escribe y os atormenta, en el fondo también tiene un pequeño corazoncito que con la fórmula mágica se despierta. Si no mi corazón también es oscuro, y está lleno de contradicciones y de odio. Pero después de tanto y tanto tiempo Walt Disney ha despertado, ha vuelto y nos ha regalado una joyita del nivel de Rapunzel.
Y es que la casa, a excepción de las dos películas que hizo Don Brad Bird para Pixar o en momentos de alguna otra, no me había dado motivos para recuperar mi fe. Esperé que la vuelta de Disney a la animación tradicional me diese de nuevo lo que me dió a principios de los 90, cuando este ser era un mocoso que rondaba la decena de años. Pero no pudo ser, The Princess and the Frog hizo que fuese todavía más excéptico con respecto a esta. Y es que la película de la princesa negra que sueña con servir a los ricos y Rapunzel eran en cierto modo dos proyectos que podían ir de la mano en cuanto recuperar lo que Disney había dejado atrás. Con la primera no lo consiguió, para la segunda desgraciadamente la casa ha recurrido a una campaña publicitaria que poco o nada tiene que ver con lo que finalmente vemos en pantalla grande. Resulta un tanto molesto que para vender una película, Disney rebaje tanto las esperanzas del público exigente para acercarse a ese que entra al cine como quien va de compras, ese que no respeta ni entiende lo que supone en alguien como yo ver tan solo la cortinilla de cabecera de Disney y emocionarse viendo ese paisaje, ese trenecito y ese castillo con esa música. Ahí se me escurrió la primera lagrimita.
La película ha destrozado mis reservas desde que empecé a verla por aquí por mi casa hasta que la he visto completa en el cine. Las ha arrancado y las ha pisoteado. Me he sentido cautivado, he entendido al personaje del caballo que tiene su personalidad más allá de ser un secundario cómico. He visto que el humor no recurría a lo zafio y fácil como parecía con los cortes del trailer asqueroso que nos regalaron por aquí, que todo está más cuidado, contextualizado que ese bajo nivel que veíamos en el trailer y al que por desgracia estamos acostumbrados ya que es el que aplican durante toda la película otras compañías que ganan su dinerito fresco en esto de la animación. Aquí no, será más difícil encontrarte un tío de treinta años reírse en la fila de atrás por cosas sin gracia. Y aunque algún niño en la sesión ha tenido ese lamentable comportamiento, estas películas inspiran desde el segundo uno más respeto que las demás. Para todos. Y es que cuando Stendhal hace, aunque sea minimamente acto de presencia, hasta las inteligencias más primitivas se rinden a la evidencia de que esto no es un producto más ni presenta esas gratuidades. Que aquí la cosa está muy cuidada, que los personajes son fantásticos y tienen personalidad, que la técnica y la narrativa se unen para componer un bonito óleo y que esto va infinitamente más allá de todo aquello a lo cual nos están desgraciadamente acostumbrando.
Para Rapunzel, Disney se ha alejado y se ha acercado a lo que ha sido siempre. Nos encontramos una cinta animada por ordenador que sin embargo vuelve a antiguos diseños de personaje, a una fórmula alejada del papel y lápiz que sin embargo se acerca al tipo de dibujo que la casa ha venido haciendo. El uso del color resulta soberbio, lo que nos lleva a una pequeña revolución en la animación en el sentido de que aquí todo resulta más estilizado que artificioso. Le debemos dar las gracias a esos fondos que parecen pintados, y que sin embargo se fusionan muy bien con los personajes. Le tenemos que dar las gracias al uso de ese color que se acerca a tonos acuerela y en definitiva tenemos que reconocer el soberbio trabajo artístico que impregna la película.
Disney ha vuelto a hacer un clásico Disney. Es una película que merece tal apelativo como marca, como distintivo de que es una de las películas que deben estar entre lo más selecto de la casa (aunque no todas las que llevan esa marca se la merezcan). Ha vuelto a esos momentos que nos regalaron en los 90 o antes, ha vuelto a esos tópicos que no dejan de resultar maravillosos cuando te los presentan de la forma adecuada y que le dan puntos en vez de restar. Ha vuelto asímismo Alan Menken, consciente de lo que tenía delante construyendo una gran banda sonora digna de esta cinta. Y gracias a todo, después de tantos y tantos problemas ha vuelto Disney por sí misma, dejando claro como se puede hacer una gran película apta para todos los públicos con calidad, eso por lo que la mayoría de las veces no apuestan los estudios ahora rivales y que traen propuestas que ni se acercan un ápice a este nivel que ha vuelto a conseguir Disney dando un buen golpe encima de la mesa. Y es que yo quiero ver esto, algo como esto, algo digno del precio que pago por la entrada del cine y de más, algo que te haga sentirte contento y feliz en una sala sabiendo que te están bombardeando con todo su poder. Algo que no me puede dar ninguna otra compañía norteamericana rival en la mayoría de las ocasiones, y algo que también llevo tiempo sin sentir en Disney. Como ya sabéis me rebelé contra Toy Story III y contra la rana. Pero esto amigos, esto es otra cosa. Esto no es Ice Age III o Avatar, aunque dirijas tu publicidad al público objetivo de estas mierdas. Esto es una gran película, esto es una cinta que debería haber sido nominada a los Oscars en su categoría y llevarse el premio de calle. Pero no, amigos. No cabe. En fin, otro motivo más para reirnos en la entrega de premios del disparate.
Espero que Disney nos vuelva a regalar próximamente algo así.
Nota: 9,5
P.D. Soy un moñas.