Vamos a ampliar la crónica.
Entré con mi mujer a las 15:00 y salimos a las... 18:00
Y las esperas entre tapa y tapa fueron muy pequeñas y todo fue una montaña rusa de sensaciones.
Todo muy impresionante pero al mismo tiempo cercano e informal. Comimos una espectacular selección de 21 tapas, 4 de ellas de postre. Siempre antendidos por amables camareros que explicaban cada una de ellas con una sonrisa en la boca.
Se nota el orgullo de la gente que trabaja allí. No sé ni por dónde empezar, todas y cada una de las tapas eran una mezcla de intensos sabores que se deshacían en la boca. Todas ellas una experiencia en sí misma e incomparables con tapas que puedas comer en un restaurante "normal".
Destacaré los detalles que son lo que hacen que estar allí sea algo especial y único:
Hay un ejército de empleados entre cocineros y camareros (si lo entendí bien creo que me dijo el camarero que trabajan 50 personas para 40 comensales, corrígeme si me equivoco), lo que permite que el flujo de platos a todas las mesas sea constante y que todo sea preparado en ese momento. A pesar de la locura que podría suponer elaborar platos tan elaborados y tener parte de la cocina abierta, que yo tenía en frente:
No oí ninguna voz por encima de lo normal, cada uno iba a lo suyo, todo informatizado y bien organizado. La media de edad de la gente era muy muy joven. Se nota que el futuro de la cocina está ahí.
Me hizo muchísima gracia lo de
en casa del herrero cuchillo de palo, como fuimos de los últimos en irnos, la mayoría de empleados se puso a comer a eso de las 17:30 y su menú consistía en un plato de espaguettis y fanta naranja/limón
Otro detalle llamativo es cómo trataban la materia prima. Pude ver como tres cocineros, hacia el final del servicio estuvieron como media hora cada uno de ellos quitando espinas con una pinza a unas enormes anchoas.
Albert Adrià andaba por allí controlando en todo momento. Pude ver como probaba alguna tapa que alguien preparaba, supongo que poniendo a prueba a algún becario. Plato de espaguettis y Macbook Pro fue su comida también jejeje.
Destaco sobre todo el ambiente en general de los clientes, sonrisas de oreja a oreja y una sensación de felicidad flotante.
Tickets no es un restaurante, es una experiencia vital e inolvidable. Os lo juro.
Enhorabuena Juan Carlos. Sois la hostia.