Respuesta: Fotografía Cinematográfica
“
Carlos” (Olivier Assayas, 2010, fot: Yorick Le Saux & Denis Lenoir, ASC, AFC):
Recreación de la vida del terrorista/mercenario de origen venezolano Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como Carlos “El Chacal”, quien desde principios de los años 70, hasta su captura en 1994, estuvo relacionado con múltiples atentados y causas delictivas en su lucha contra el capitalismo y apoyo a los movimientos árabes pro-palestinos. Rodada en un total de 135 localizaciones durante 95 días, en países como Austria, Francia, Alemania, Hungría, Líbano, Sudán, Inglaterra o Yemen, el film se ha estrenado en salas cinematográficas en una versión de 165 minutos, así como en un montaje de 330 minutos específico para televisión, versión esta última que contiene segmentos brillantes (como por ejemplo todo lo relacionado con la cumbre de la OPEP de 1975), pero también algunos altibajos en los que el interés en la narración decae notablemente. Filmada además en múltiples idiomas (francés, alemán, inglés, árabe, húngaro, ruso, español o japonés), “Carlos” se entronca de forma más directa con el clásico thriller internacional de los años 60 y 70 que con un film político, aspecto en el que Assayas se limita a mostrar, sin tomar un evidente partido.
El director empleó a dos de sus colaboradores habituales como directores de fotografía. Yorick Le Saux llevó a cabo la preproducción junto con Assayas y rodó aproximadamente la mitad del metraje final, pero cuando su mujer dio a luz, tuvo que ser sustituido por Lenoir, quien rodó la otra parte restante. Gracias a este último, o bien a la buena labor del director, el cambio de operador es absolutamente imperceptible, gozando el film de una absoluta consistencia estilística. El aspecto e inspiración es eminentemente realista y está obtenido a través de varios elementos. En primer lugar, mediante un muy destacable diseño de producción de François-Renaud Labarthe, quién escoge y redecora con gran acierto múltiples localizaciones, así como por el muy adecuado vestuario de Françoise Clavel.
En cuanto a la imagen, destacan una serie de decisiones que determinan el aspecto final: en primer lugar, la elección de rodar en celuloide, puesto que en palabras de Le Saux, rodando rápido y sin un control absoluto de la luz, era la mejor forma para salir airoso de la situación. En segundo, el empleo del formato 2-perf Super 35mm, equivalente absoluto del famoso Techniscope vigente desde 1961 a 1975, del cual se obtiene una imagen panorámica (2.40:1), de una mayor textura (puesto que emplea un área menor del negativo, lo que produce más grano) y posibilita rodar tomas de mayor duración que en Super 16mm (otra opción valorada por los cineastas, pero desechada por Assayas, a quien le gusta rodar tomas muy largas). En tercer lugar, Le Saux y Lenoir, en todo momento, aunque en distintos grados, siempre emplean una combinación de dos filtros: Soft/FX, para reducir el detalle de la imagen, su nitidez y contraste, así como White Pro-Mist, para crear halos en torno a las fuentes de luz y potenciar los efectos del primero. E incluso, ambos filtros se combinan con humo en determinadas escenas interiores. Y en cuarto y último lugar, la decisión de sobreexponer muy fuertemente las tres emulsiones Kodak utilizadas (5219, 5212 y 5217, de 500T, 100T y 200T, respectivamente), lo cual conlleva que las altas luces casi siempre aparecen quemadas y ello, conjugado con la difusión en cámara, produce imágenes muy lechosas, con muchos destellos y sin detalle en los blancos (efecto que más de uno, en determinados instantes, podría confundir con un adquisición en HD). Asimismo, también hay una clara diferenciación estilística entre las escenas rodadas en Europa, generalmente azuladas y frías, aparentemente fruto de no corregir por completo las emulsiones de tungsteno para luz diurna, con las rodadas en Oriente Medio, muy cálidas y mucho más sobreexpuestas, en las que Lenoir y Le Saux emplearon además, con frecuencia el filtro 85 junto con un
Antique Suede, a fin de virar la paleta hacia esos tonos, aunque seguramente también haya manipulación en la etapa del
Digital Intermediate.
El estilo de iluminación es realmente simple y, con frecuencia, está diseñado para largas tomas en los que los personajes se mueven por toda la localización, o incluso para tomas en 270 o 360 grados. Los interiores nocturnos contienen un buen número de fuentes integradas en el decorado, que hacen gran parte del trabajo real, simplemente apoyadas, en ocasiones, en alguna luz rebotada para rellenar algo las sombras o subir los niveles. Las diurnas, hacen un enorme uso de la luz disponible, cuando esto es posible, simplemente complementadas a través de algún HMI rebotado o fuertemente difuminado para crear algo de contraste, mantener la continuidad o niveles aceptables. Tampoco faltan, en general, los interiores rodados con luz fluorescente sin corregir, aunque produzcan un tono azulado en lugar del verdoso que era habitual en los films de la época. Los exteriores nocturnos son muy interesantes, puesto que además de tener una apariencia natural y oscura, están retratados con una excelente imitación de la luz de sodio, evitando, por consiguiente, el clásico tono azulado para estas escenas. En exteriores diurnos, si es que se utiliza iluminación artificial, simplemente tiene como objetivo equilibrar los niveles, generalmente con respecto a los fondos, para evitar que éstos luzcan excesivamente sobreexpuestos. El empleo de todas estas técnicas y herramientas, sobre una ambientación realmente buena, cumple con la misión de trasladar globalmente al espectador a la época que representa cada escena, aunque desgraciadamente, no todos los elementos de la puesta en escena, analizados por separado, son positivos o bien funcionan a la perfección.
Aunque en ningún momento se podría decir que “Carlos” sea una película o miniserie mal rodada, quizá lo que se echa en falta, especialmente en las escenas de más acción o tensión, sea precisamente un trabajo de planificación de la puesta en escena, es decir, que dichas escenas estén filmadas desde ángulos más dramáticos, o a través de tomas más largas no fragmentadas en el montaje, en lugar de hacer uso de muchos planos o primeros planos cerrados y muchos cortes en la edición, como es el caso. Ello, por ejemplo, lo comprendió muy bien Steven Spielberg en “Munich”, cuya puesta en escena sí que hacia uso del gran angular e incluso de una herramienta que no aparece en ningún momento en “Carlos” y que hubiera tenido una maravillosa justificación por la época: el
zoom. En “Carlos”, hay mucha cámara al hombro, planos cercanos con un solo personaje, escasa profundidad de campo (diafragmas abiertos con NDs) y muchos menos
travellings o grúas que en el cine que está pretendiendo imitar, al menos en cierto modo. Sin embargo, el aspecto logrado a través de la iluminación de Le Saux y Le Noir, que si bien, como se ha indicado, sí transporta a la época, se parece bastante más al que realizara Janusz Kaminski en el citado film de Spielberg (incluso compartiendo un esquema de color idéntico), pero cuya sobreexposición, a mi juicio, no es un elemento que traslade a los años 70, época en la que precisamente, lo que se empleaba era la subexposición para lograr, en ocasiones, enormes niveles de oscuridad. De hecho, no hay un solo film referencia de estos dos que contenga secuencias en las que la sobreexposición llegue a ser tan brutal, con los blancos absolutamente quemados y con enormes halos fruto de la difusión en cámara.
Técnicamente, por consiguiente, estos instantes (los menos, para ser justos) son reprobables, como también lo serían algunas variaciones bastante evidentes en la densidad del negativo (que producen negros muy lechosos, ocasionalmente, así como inconsistencia cuando están montados entre tomas de densidad normal), extraños reflejos de las fuentes de luz en las ópticas, algunos saltos en la continuidad de la luz en los exteriores (por ejemplo, Carlos hablando con el periodista, o Carlos siendo despedido por Wadie Haddad), pero sin embargo, en el contexto de realidad en el que se mueve el film, dichos problemas se pasan por alto fácilmente, e incluso, en determinados momentos, se echa en falta que los operadores no maltrataran aún más las emulsiones para obtener una mayor textura de los mismas, o bien que no recurrieran a unas ópticas más antiguas que los Primo esféricos de Panavision, aunque con el filtraje empleado sus cualidades lucen seriamente comprometidas.
Por consiguiente, globalmente, nos encontramos ante un trabajo visual muy rico, con un aspecto y una recreación de época que más que perfectos, son muy estimulantes, diferentes y con personalidad, aunque las elecciones técnicas (sobreexposición) o estilísticas (cámara al hombro) no siempre retraten el período de la forma más fiel posible. Sin embargo, con las múltiples localizaciones, un presupuesto no muy elevado y el breve calendario de rodaje, aunque el concepto a veces sea mejor que la ejecución, el aspecto final debe ser considerado como notable.