Ya de primeras te ponen a Hari Seldon diciendo que la psicohistoria no es una teoría.. que es el futuro de la humanidad pero bueno, quizá la serie comienza cuando Hari está en la Universidad de Trantor dando clases y ya ha desarrollado la teoría para convertirla en una ciencia.. ya que está Salvor Hardin y quiero pensar que la chica que llega a la universidad es Gaal.
Veremos..
–No pareces un matemático –dijo el Emperador finalmente. Seldon se sintió capaz de sonreír.
–No tengo idea de lo que debería parecer un matemático, Alt...
Cleon levantó la mano admonitoriamente y Seldon se tragó el título.
–El cabello blanco, supongo –prosiguió Cleon–. Con barba. Viejo, desde luego.
–Pero, incluso los matemáticos tienen que ser jóvenes para empezar.
–Pero, entonces, carecen de reputación. Para cuando llegan a llamar la atención de la Galaxia, se han vuelto como yo los he descrito.
–Me temo que carezco de reputación.
–Sin embargo, hablaste en la convención celebrada aquí.
–Muchos de nosotros lo hicimos. Algunos más jóvenes que yo. Pero muy pocos de nosotros llamamos la atención.
–Al parecer, tu comunicación llamó la atención de algunos de mis funcionarios. Se me ha dado a entender que crees posible predecir el futuro.
Seldon se sintió abrumado de pronto. Parecía como si esa mala interpretación de su teoría se repitiera constantemente. Quizá no debió presentar su comunicación.
–En realidad, no del todo –protestó–. Lo que he hecho es algo mucho más limitado. En muchos sistemas, la situación es tal que, bajo determinados condicionantes, se desarrollan acontecimientos caóticos. Lo cual significa que, dado un determinado punto de partida, es imposible predecir resultados. Esto es cierto incluso en algunos sistemas muy simples, pero cuanto más complejo sea el sistema, más probabilidades hay de que se vuelva caótico. Siempre se ha pensado que algo tan complicado como la sociedad humana tenía que convertirse en un caos y, por tanto, en impredecible. Pero lo que yo he hecho ha sido demostrar que, si se estudia la sociedad humana se puede elegir un punto de partida y llevar a cabo los supuestos apropiados para suprimir el caos. Esto haría posible predecir el futuro, no con todo detalle, desde luego, pero con un amplio alcance; sin excesiva certeza, mas con probabilidades calculables.
–Pero, ¿no significa esto que has demostrado cómo se predice el futuro? –preguntó el Emperador que lo había escuchado con atención.
–Repito, que no del todo. Sólo he demostrado que es teóricamente posible, nada más. Para hacerlo como vos decís, tendríamos que elegir realmente un punto de partida correcto, hacer suposiciones correctas y encontrar el modo correcto de llevar a cabo los cálculos en un tiempo finito. Nada. En mis argumentos matemáticos, nada nos dice cómo conseguir algo así. Incluso si pudiéramos llevarlo a cabo obtendríamos, como mucho, una evolución de las probabilidades. Y eso no significa predecir el futuro; únicamente, adivinar lo que puede ocurrir. Cada político afortunado, o negociante, o ser humano de cualquier tipo, debe calibrar esos pronósticos del futuro, y hacerlo muy bien, porque, de lo contrario, él, o ella, no alcanzaría el éxito.
–Lo consiguen sin matemáticas.
–Cierto. Por intuición.
–Con las matemáticas apropiadas, cualquiera podría evaluar las probabilidades. No sería preciso tomar al raro ser humano que consigue el éxito gracias a un asombroso sentido intuitivo.
–Cierto también, pero me he limitado a demostrar que el análisis matemático es posible, no que sea práctico.
–¿Cómo puede algo ser posible y no ser práctico?
–Para mí, es teóricamente posible visitar cada mundo de la Galaxia y saludar a cada persona de cada uno de ellos. No obstante, me llevaría más tiempo que los años que me restan de vida, incluso si yo fuera inmortal.
–Su Majestad Imperial... –Seldon observó que el Emperador se iba poniendo más protocolario a medida que las respuestas iban gustándole menos y por ello respondió con más ceremonia–. Considerad la forma en que los científicos han tratado las partículas subatómicas. Hay gran cantidad de ellas moviéndose o vibrando cada una al azar y de forma impredecible..., más ese caos resulta tener un orden de fondo, así que podemos trabajar una mecánica cuántica que responda a todas las preguntas que sabemos cómo plantear. Al estudiar la sociedad, colocamos a los seres humanos en el lugar de las partículas subatómicas, aunque, en este caso, deberemos agregar el factor que es la mente humana. Las partículas se mueven al azar; los seres humanos, no. El tomar en cuenta las diversas actitudes e impulsos de la mente agrega tanta complejidad al estudio que se carece de tiempo para ocuparse de todo.
–¿Y no podría la mente tener un orden de base?
–Quizá. Mi análisis matemático da a entender que el orden por más desordenado que parezca, debe ser el fundamento de todo, pero no nos da el menor indicio de cómo puede encontrarse este orden de base. Pensad... Veinticinco millones de mundos, cada uno de ellos con sus características y cultura, significativamente distinto de los demás; cada uno con sus mil millones o más de seres humanos y con su mente individual, y todos los mundos interactuando de innumerables modos y combinaciones. ¡Por más teóricamente posible que pueda ser un análisis psicohistórico, no es probable que pueda hacerse de cualquier forma práctica!
–¿Qué quieres decir con “psicohistórico”?
–Me refiero a la evaluación teórica de las probabilidades concerniendo al futuro, como “Psicohistoria”.
El Emperador se puso en pie de pronto, anduvo hasta el otro extremo de la estancia, volvió, y se plantó delante del todavía sentado Seldon.
–¡Levántate! –ordenó.
Seldon lo hizo así y observó al Emperador. Se esforzó por no desviar la mirada.
–Esta Psicohistoria tuya... –dijo Cleon al fin–, si pudiera llevarse a la práctica, resultaría muy útil, ¿no es verdad?
–De una enorme utilidad, por supuesto. Saber lo que guarda el futuro, aunque fuera del modo más general probable, nos serviría como una nueva y maravillosa guía de nuestras acciones, una guía que la Humanidad jamás ha poseído. Pero desde luego... Calló.
–¿Qué? –exclamó Cleon impaciente.
–Pues que, en apariencia, excepto por unos pocos que toman decisiones, los resultados del análisis psicohistórico deberían permanecer ignorados por el público.
–¡Ignorados! –repitió Cleon, sorprendido.
–Está muy claro: Si se hace un análisis psicohistórico y sus resultados son entregados al público, las diversas reacciones y emociones de la Humanidad se distorsionarían en el acto. El análisis psicohistórico, basado en emociones y reacciones que tienen lugar sin conocimiento del futuro, no tiene sentido. ¿Lo comprendéis?
Los ojos del Emperador centellearon y se echó a reír. –¡Maravilloso! –¿No lo ves, hombre? ¿No te das cuenta? Ahí tienes para lo que sirve. No necesitas predecir el futuro. Elige, sencillamente, un futuro cualquiera..., un buen futuro, un futuro útil..., y haz el tipo de predicción que altere las emociones y reacciones humanas de tal forma que el futuro que has predicho se realice. Mejor fabricar un buen futuro que predecir uno malo.
–Comprendo lo que queréis decir, Sire –comentó Seldon ceñudo–, pero eso resulta igualmente imposible.
–¿Imposible?
–Bien, en todo caso, nada práctico. Si no se puede empezar con emociones y reacciones humanas y predecir el futuro que provocarán, tampoco puede hacerse lo contrario: no se puede empezar con un futuro y predecir las emociones y reacciones que lo harán posible.
Seldon se encogió ligeramente de hombros. Ahora más que nunca comprendía que no debía haber presentado su trabajo. ¿Qué sería de él si al Emperador se le metía en la cabeza que había sido tomado por tonto? Y era evidente que Cleon no andaba lejos de pensar algo así.
–Sin embargo –dijo–, ¿qué te parece si predijeras el futuro, matemáticamente justificado o no; predicciones que los funcionarios del Gobierno, seres humanos cuya especialidad es conocer lo que es probable que el público haga, juzgarán ser del tipo que provoca reacciones útiles?
–¿Por qué me necesitáis para llevar eso a cabo? Los funcionarios gubernamentales podrían hacer las predicciones ellos mismos, y ahorrar trabajo al intermediario.
–Los funcionarios no conseguirían hacerlo con tanta efectividad. Los funcionarios gubernamentales realizan declaraciones de este tipo de vez en cuando. Y no son necesariamente creídos.
–¿Y por qué yo sí?
–Porque eres un matemático. Tú habrías calculado el futuro, no intuído... Sí, ésta es la palabra.
–Pero yo no lo habría hecho.
–¿Y quién lo sabría? –Cleon le observó con los ojos entornados.
–No funcionaría –repuso por fin.
–¿Por qué no?
–Si me pidieras que predijera generalidades vagas que es posible que no ocurrieran hasta mucho después de que esta generación y, quizá, la siguiente, hubiera muerto, tal vez lográsemos algo, pero también, por el contrario, el público prestaría poca atención. Les importaría un comino saber de un dorado acontecimiento dentro de uno o dos siglos en el futuro. Para obtener buenos resultados –prosiguió Seldon–, tendría que predecir asuntos de mayor trascendencia, hechos inmediatos. Sólo a éstos respondería el público.
–Conoces tus matemáticas mejor que yo. Trata de hacer una conjetura estudiada basándote en ellas. ¿Me asesinarán algún día?
–Tienes mi palabra de honor.
–Entonces, puedo deciros que en el transcurso de los últimos cuatro siglos, casi la mitad de los emperadores fueron asesinados, de lo cual deduzco que las probabilidades de vuestro asesinato son, en términos generales, una entre dos.
–Cualquier tonto me hubiera dado esta respuesta –repuso Cleon, despectivamente. No me hacía falta un matemático.
–¿No puedes siquiera suponer que yo haya aprendido las lecciones que he recibido de mis desgraciados predecesores?
Seldon respiró hondo. –No, Sire –se lanzó a fondo–. Toda la Historia nos demuestra que no aprendemos nada de las lecciones del pasado. Por ejemplo, Vos habéis permitido que entrara aquí para una audiencia privada.