Y si se favorece la inmigración en Europa es precisamente por culpa nuestra. Necesitamos mano de obra y cotizantes, pero no estamos dispuestos a tener hijos.
¿Y qué tipo de cotizantes es capaz de atraer España? ¿De verdad creemos que el colectivo de inmigrantes que viene a España (y no hablo de los jubilados alemanes) parte de un saldo positivo entre aportación estatal / gasto de servicios públicos? No nos engañemos tampoco: los inmigrantes no van a salvar un carajo ni de las pensiones ni del gasto público. Las pensiones son la piedra angular de todo.
Además, que creo que los 3 grandes caballos de batalla de España (demografía, mercado laboral disfuncional y política institucional) están más interconectados de lo que pudiera parecer a simple vista. Uno puede pensar que una baja natalidad puede compensarse con un aumento de la productividad, pero yo pienso que lo que puede pasar es lo contrario, y es que si uno cae, caen los demás, independientemente del orden.
Si el mercado de trabajo no funciona, la productividad se resentirá… y la demografía también: vendrán menos extranjeros, tendremos menos niños. Y lo normal es que las cuentas públicas con un mercado laboral disfuncional no se encuentren en una situación especialmente boyante.
Pasa lo mismo si miramos primero al presupuesto: una situación de déficit descontrolado generará dudas en los inversores, dañará la capacidad de financiación de las empresas, hará que el potencial de crecimiento se resienta y también perjudicará a la creación de empleo. Y todo ello, acabará viéndose reflejado en la demografía.
También podríamos jugar al
elige tu propia aventura optimista: hacemos reformas, crecemos, atraemos inversión y empleo, saneamos las cuentas públicas, podemos dedicar un poco más del Presupuesto a pensiones porque hay menos políticas sociales (pobreza, paro, dependencia, etc.) a las que atender…
Si somos serios en las reformas de pensiones, eso generará confianza en los inversores; con ese equilibrio presupuestario, será más sencillo acometer otras reformas y atraer trabajadores. Entonces, con las cuentas públicas saneadas y la productividad disparada, alguien dentro de 20 años podría decir: «Pues no era para tanto, menudos alarmistas».
Y, al revés, si no hacemos nada en pensiones, eso tendrá su eco en el resto: tendrá que haber subidas de impuestos masivas que dañarán nuestra competitividad y nuestro mercado de trabajo; será más caro que nos financiemos; esos impuestos empujarán a muchos de nuestros jóvenes mejor formados al extranjero, por lo que la tasa de dependencia empeorará todavía más… Y el recorte en las pensiones será todavía más importante de lo previsto.
Al final, todo se puede resumir en una simple pregunta:
¿Lo vamos a hacer bien o lo vamos a hacer mal?