El diario LA MAREA ha iniciado una serie de reportajes a través de los cuales intenta demostrar que el procedimiento de privatización de la sanidad madrileña “sigue activo”, y explica las estrategias que para ello está llevando a cabo el Gobierno regional.
En la primera entrega, expone la estrategia que, desde su punto de vista, se está desarrollando en el Hospital Ramón y Cajal. El personal consultado denuncia que durante el verano se han cerrado muchas plantas: “Actualmente hay casi 240 camas cerradas y en agosto planean cerrar otras 50; casi 300 de las 900 que, según la dirección del hospital, hay ahora, aunque hace cinco años eran 1.150”, explica una enfermera. “Ya tenemos el precedente de otros años en los que cierran camas en verano que nunca vuelven a abrirse; y que se reduzcan camas significa que también va a producirse una reducción de personal”, señala. El personal también añade que la plantilla, desde 2009, también ha mermado considerablemente. Tal y como explica uno de los trabajadores del personal no sanitario del centro, Javier Cordón, de las cerca de 5.300 personas contratadas han quedado poco más de 4.600. En unos casos por la no renovación del personal eventual y en otros casos por no cubrir las jubilaciones.
Según cuenta Javier Cordón, “la gente puede pensar que se ha frenado la privatización pero no es cierto, ahora se está haciendo de manera solapada, destruyendo recursos y preparando el terreno para la privatización, como las Unidades de Gestión Clínica”. Las diferentes áreas del hospital están siendo divididas en unidades independientes que, “tienen que competir entre sí”. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con cardiología se mete en un área y “se la dota de un presupuesto anual determinado con el que cada unidad se tiene que apañar”. Para ambos trabajadores, el fin último de este despiece por unidades es que cada una pueda tener personalidad jurídica propia, “lo que permite privatizar, en lugar del hospital entero, las áreas por trocitos, lo que hace más fácil venderlas o alquilarlas”. “Esto ya lo advirtió Montoro cuando anunció hace poco las 200 medidas que iba a poner en práctica para reducir el déficit”, cuenta Coloma. “Dijo que iba a posibilitar que se alquilaran diferentes servicios sanitarios a las empresas privadas”. Llevado al caso de las Unidades de Gestión Clínica, esto significa que “para ahorrar o para tener más dinero, yo, como Unidad de Cardiología, alquilo mis camas a un hospital privado. Es decir, les estoy quitando camas a los usuarios de la sanidad pública porque los privados me dan más dinero”, relata.
Fuentes: LA MAREA, 30-07-2014
La nueva estrategia privatizadora (1): Hospital Ramón y Cajal de Madrid - La Marea