Parece que el último capítulo de Homeland no ha terminado de gustar entre sus seguidores. Ha optado por un final en la otra vida de Washington de los personajes (todos son bipolares) y llevarnos a un poco de la cotidianidad de su aburrida vida en Washington mientras por detrás las ratas siguen acechando. Quinn vuelve a Washington para ver que no hay nada mejor que volver a la guerra con la Fuerza de Misión: Imposible. Carrie no es la única con trastorno bipolar, al final son todos unos yonkis de la adrenalina y una vida plácida es incompatible con Quinn que en el fondo adora sentir odio, dejarse llevar por su pasajero oscuro por mucho que en su otra vida muestre un buen corazón. En fin, Quinn y Carrie se molan mucho, pero Carrie necesita en este capítulo saber de su madre que era una díscola que la demuestre que el trastorno bipolar no tenía nada que ver con los problemas matrimoniales que tuvieron ella y su padre. Carrie puede tener amor. Y en fin, tenemos a nuestro amigo Dar Adal que hace un pacto con Haqqani para que se esté quietecito con sus amigos terroristas y la CIA no le jode sus planes. Como muestra de buena voluntad Haqqani le da a Adal el vídeo del secuestro de Saul, uno de los inconvenientes que podía haber para que de nuevo, yonki como es, pudiera volver a la agencia después de lo de Islamabad. En fin, que Adal le pone en la lista para sustituir al bueno de Lockart (no era tan cabrón, quizás un repúblicano, pero de buen corazón) y parece que este acepta...
¿Es Saul un topo? ¿Su ética le permite volver a la agencia por encima de la vida de oficiales norteamericanos aniquilados por Haqqani? La gente se lo pregunta. Carrie le había contado lo de Dar Adal con Haqqani... Saul parece que acepta el trato con Dar Adal, dos viejos zorros... ¿Pero esto es así? Para mí me parece evidente que Saul vuelve a hacer su juego de ir por delante, y llegado el momento limpiar la agencia de escoria.