Sí, quizás la clave esté ahí, pero me sobra el intento claro de arrimar el ascua a tu sardina, porque creo que otra de las claves podría estar en que se está produciendo por cierta parte de la ciudadanía, alentada por ciertos medios de comunicación, un exceso de aspavientos y de histerismo sobre el tema.
Esta llamada continua a medidas de fuerza, esta magnificación de hechos dudosos o directamente no existentes, ha dado alas a un sentimiento de victimismo que ha servido de caldo de cultivo para que quienes se sienten oprimidos se reafirmen en ello y ha impedido que la normalidad, difícil de cualquier forma, impregne la sociedad vasca. (Otra cosa es poder entender la opresión - hasta el punto de matar por ella ... o de permanecer indiferentes ante las agresiones - de un país cuyo grado de autogobierno y su nivel de vida se encuentra donde se encuentra)
Gracias a unos, los creadores de descontento entre sus bases, y a otros, los proclamadores de catástrofes continuas, se ha conseguido llegar a un punto en el que cada vez es más difícil restañar heridas. Ayer, sin ir más lejos, se supo que en Vitoria un grupo de abertzales agredieron a unos aficionados que celebraban la victoria de la selección nacional española de fútbol a la salida de un bar. Esto no se produce sin un lavado de cerebro por parte de unos y una reacción victimista a lo que consideran agresión de España motivada por las continuas falsedades que se emiten. Esto en Vitoria no es normal, la gente no se agrede por la calle, todo lo contrario, se vive con absoluta serenidad, pero no me cabe la menor duda de que en ciertos medios tomarán el rábano por las hojas para conseguir mayor audiencia. Todavía recuerdo a unos amigos que no querían venir por aquí porque tenían miedo de los que les pudiera pasar... y eso no sale de la nada.