No tan terrible como podría esperarse, en especial si se asume como lo que es; explotación pura de los derechos de Lucasfilm en forma de homenaje nostálgico a un icono del cine, otro más, que vive de las rentas por mucho que se camufle de clasicismo a manos de esta especie de enterrador profesional de mitos que pretende ser Mangold. Más bien una fotocopia resultona a ratos, con una reverencia un tanto relamida, de aquel cine aventurero que era como un sueño materializado de la nada o de la pura fantasía, lleno de una energía infantil. Esto en cambio va enfocado a quienes lo vivieron y lo añoran, se lamenta de lo que fue y desde luego es dudoso que vaya a enganchar a quienes vengan de nuevas.
Me funciona el enfocar en ella el protagonismo, una actriz con carisma que sostiene bastante y que acaba siendo el auténtico núcleo de la peli en cierto modo, dejando al cascado Ford un poco más en segundo plano; enésimo héroe crepuscular en su último lance, frente al buscado empoderamiento a la moda (cuando Indiana le reprocha en qué se ha convertido y ella no se arrepiente de nada, raro que aquí no haya levantado tantas ampollas… peor que salgan negros, supongo). Aquí en ningún caso encontramos un ser perfecto e idealizado, pues tiene su lado de mamarracha, de aprovechada, falsa y liante, que es muy Fleabag (lo del buzo ese…) y eso es lo que mejor funciona.
La trama es la de un episodio malo de Carmen Sandiego y por ella pululan buenos, malos, pero un poco porque sí todo. ¿El tipo ese de las muletas quién es? ¿Qué aporta el árabe mafioso, o incluso el Antonio marinero estereotipado otra vez? El problema, pues el de siempre; todo muy estirado y sin maestría o creatividad visual, son en el fondo un puñado de secuencias de acción vacías y que insisten en lo trepidante para que no se aburra nadie, logrando lo contrario, o como si alguien se hubiera olvidado de lo que interesa y hace fluir. Eso sí, no se pueden dejar en el tintero los guiños y los arranques de emotividad para los más cafeteros.
A favor, que tras el prólogo en la II Guerra Mundial, cansinamente alargado para ser un prólogo, tras la inacabable persecución callejera por Tánger, la película se las apaña para remontar en un tercio final que sí que sorprende más, por su desmelene y por adentrarse sin miedo en un espíritu muy pulp y sci-fi, con el aliciente que siempre supone abordar ciertos períodos o acontecimientos históricos poco o nada tratados por el cine, como aquí el sitio de Siracusa. El héroe que se mueve en los contornos de la Historia y su legado es ahora parte de esa historia y quiere volver a ella, tiene más en común con el pasado que con un presente o futuro que no le pertenece ya... aunque esto acaba siendo más un intento de huida de la realidad que una aceptación de su destino.