Harkness_666
Son cuatro
Respuesta: INGMAR BERGMAN, el post.
La hora del lobo
En una isla apartada de la civilización viven un pintor y su mujer (Max Von Sydow y Liv Ullmann). Las cosas les van bien, hasta que descubren que no son los únicos habitantes del lugar.
El género de terror según Ingmar Bergman. Pesadilla surrealista en la que vierte sus obsesiones de siempre (las relaciones personales, la condición humana), dando lugar a una de sus películas más perturbadoras, acerca de los demonios de la mente del artista y cómo se ve éste acosado por ellos. El argumento en líneas generales recuerda a El resplandor (pareja que se ve enfrentada a presencias extrañas en un entorno desolado), y la atmósfera, al Lynch que vendría una década después. Pero no deja de ser puro Bergman: al igual que en Persona, destaca una voluntad de ruptura y de autoconsciencia (los créditos con voces y ruidos del rodaje), de llevar a sus límites el poder simbólico de la imagen, más que el adherirse a un género determinado y sus convenciones. En última instancia, la historia es la de un cuento de miedo en el que se desdibujan los límites de la realidad y la fantasía, donde la extrañeza y la paranoia son continuas y la acción se desarrolla pausadamente, desembocando en un tercio final de puro onirismo y alucinación. Destaca la meticulosa puesta en escena, la banda sonora y el impresionante trabajo de Nykvist con la fotografía, logrando momentos de irrealidad y angustia total a base de blanco y negro puro (la secuencia del niño, inolvidable). El final es lo más discutible, tan críptico y ambiguo que da cierta sensación de anticlímax.
Obra mayor para unos, simple experimentalismo para otros. Notable como mínimo.
La hora del lobo
En una isla apartada de la civilización viven un pintor y su mujer (Max Von Sydow y Liv Ullmann). Las cosas les van bien, hasta que descubren que no son los únicos habitantes del lugar.
El género de terror según Ingmar Bergman. Pesadilla surrealista en la que vierte sus obsesiones de siempre (las relaciones personales, la condición humana), dando lugar a una de sus películas más perturbadoras, acerca de los demonios de la mente del artista y cómo se ve éste acosado por ellos. El argumento en líneas generales recuerda a El resplandor (pareja que se ve enfrentada a presencias extrañas en un entorno desolado), y la atmósfera, al Lynch que vendría una década después. Pero no deja de ser puro Bergman: al igual que en Persona, destaca una voluntad de ruptura y de autoconsciencia (los créditos con voces y ruidos del rodaje), de llevar a sus límites el poder simbólico de la imagen, más que el adherirse a un género determinado y sus convenciones. En última instancia, la historia es la de un cuento de miedo en el que se desdibujan los límites de la realidad y la fantasía, donde la extrañeza y la paranoia son continuas y la acción se desarrolla pausadamente, desembocando en un tercio final de puro onirismo y alucinación. Destaca la meticulosa puesta en escena, la banda sonora y el impresionante trabajo de Nykvist con la fotografía, logrando momentos de irrealidad y angustia total a base de blanco y negro puro (la secuencia del niño, inolvidable). El final es lo más discutible, tan críptico y ambiguo que da cierta sensación de anticlímax.
Obra mayor para unos, simple experimentalismo para otros. Notable como mínimo.