cuando Bergman se planteó un reboot de Tigurón.

A mi es la pelicula que mas me gusta de Bergman.La vergüenza
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Un matrimonio de músicos (Von Sydow y Ullman) intenta escapar de una guerra indeterminada refugiándose en una isla, donde llevan una vida apacible y subsisten con los productos de su granja. Pero el conflicto llega, con sus bombardeos, detenciones, interrogatorios, aniquilando lo poco que les queda.
Se intuye Vietnam en esta, una de las propuestas audaces del sueco por aquellos años, respuesta suya a su propia falta de posicionamiento, que funde lo que sería su imaginario, obsesiones y temas recurrentes (relaciones humanas emponzoñadas, angustia y vacío existencial) con un film bélico sin contexto, ni política (cabe pensar si a despolitizando así lo que sólo se explica políticamente) y con unos bandos igualmente atroces en cuanto a los atropellos que cometen contra la población civil; gente que se ve involucrada contra su voluntad y acaban por ser, como siempre, las mayores víctimas de los enfrentamientos armados. Como estos dos, que son artistas, pero que no pueden evitar ser sus peores enemigos y dar pie a sus frustraciones, egoísmo, debilidad, infidelidades, haciéndose daño mutuamente y perdiendo toda esperanza.
La guerra es pues metáfora, en su cruda realidad de violencia, chantajes, manipulaciones (logradas a través de la propaganda y el medio audiovisual) y pérdida de toda humanidad, de la guerra a pequeña escala en el seno de la pareja, siendo devorada por este concepto una premisa muy genérica del director y unos personajes igualmente muy suyos, patéticos y horribles, que en principio parecen muy normales, asomando tan sólo pistas de algo malo que se esconde, pero tal cosa no durará, confundiéndose una geografía externa devastada con ese paisaje desolador que siempre ha sido el de sus rostros en primer plano.
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Puede pensarse además en cierto oportunismo o frivolidad, en cuanto a llevar un tema serio a las neurosis particulares y problemas del primero mundo de un señor. La película, que carece de música alguna pese a la profesión de los protagonistas (salvo por la escena de la tienda de antigüedades, con esa belleza congelada y a punto de perecer) entra en fuga, se convierte en puro catálogo de horrores, aun sin ser demasiado explícito, más por la miseria moral que implica, con ellos dos como pollos sin cabeza (nunca mejor dicho, dada la presencia de unas gallinas), huyendo, transformándose, o tal vez sólo quitándose sus máscaras, en algo completamente desprovisto de humanidad. No hay poesía ni asidero alguno en lo que se acaba convirtiendo en una penitencia para el espectador; ni siquiera una riquísima Liv en tetas al principio, o un “humor” derivado de situaciones algo esperpénticas (los insensibles médicos militares). Sucesión de estampas finales cortadas sin piedad, una barca perdida en la nada, en un ya definitivo reino acuático de los muertos, a lo que sigue un brusco y anti-climático final sin vaselina que valga. ¿Y esto por qué?
Quizá porque, a modo de paréntesis, unos sueños verbalizados condensan la idea central. “A veces todo parece un sueño. No mío, sino de otra persona. Pero participo en él. Cuando despierte ¿Le dará vergüenza?”.
¿Sí que nos hablan, pese a todo, de culpas, errores, de mirar para otro lado? ¿De quién es esta película-sueño? ¿del espectador, del propio Bergman? Esto se hace literal, en todo caso, cuando años más tarde dirige “Pasión”, en la que integra metraje de “La vergüenza” en forma de sueño de uno de los personajes, interpretado por… Liv Ullman. La vida, el cine, en fin, de nuevo concebidos como inmenso escenario teatral, gran mentira, sueño o pesadilla, irrealidad, de la que sólo podemos despertar bruscamente, o no despertar jamás.