Respuesta: Iron Man 3
Sorprende hasta cierto punto, sin desviarse tampoco de la norma. El tal Shane Black imprime un tono autoparódico y festivo, como de título ochentero de acción (homenaje a Arma letal incluído) que puede chocar. Introduce un giro de guión bastante loco a mitad de película, que en sí mismo no me parece nada excepcional, aunque dentro de los cánones de una peli de la Marvel sí que puede sorprender. Y es que por momentos todo apunta a que estamos ante algo más arriesgado de lo normal (el plano de la niña discapacitada, una sutil manera de dar una clave del argumento). El director lanza una pulla muy cabrona contra la política estadounidense y el aprovechamiento de la iconografía del mal por parte de los verdaderos “malos”, para sembrar el miedo y hacer su voluntad… para al final volver a caer en lo de siempre. Pero tiene gracia que Iron Man en realidad no sea ni siquiera un alter-ego de un Tony Stark que siempre es y ha sido Tony Stark. Iron Man sólo es un trozo de hojalata que encubre las inseguridades y los traumas de un hombre, y el hecho de que aparezcan un sinfín de réplicas que se destruyen y se sustituyen (como si fueran armas o herramientas sin más, intercambiables entre sí) lo corrobora.
A años luz de la segunda parte, aquí al menos hay simpatía y frescura en los diálogos (en la otra lo pretendían y hacían el ridículo) o astracanadas con gracia (Gwyneth Paltrow en plan superheroína, el salvamento del avión -que casi me mata del descojone-). Si Iron Man aparece menos de lo deseado o hay poca fidelidad a los cómics, siento decir que me la sopla por completo.
Bajo mi punto de vista, de lo más interesante que ha dado la franquicia últimamente, lo cual no es sinónimo de mejor. Nunca se libra de las concesiones que no pueden faltar, aunque lo intenta.