Ambientalista defiende la energía nuclear
Vanguardia (México), 25-Marzo-2011
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En un artículo provocador, un experto ecologista sostiene que la catástrofe en la central japonesa de Fukushima llevará a la conclusión de que las plantas atómicas no son tan peligrosas como se pensaba
Esta tesis, publicada por el diario británico The Guardian, pertenece -para más contradicciones- a un ambientalista que ahora afirma haberse vuelto partidario de la energía nuclear. Se trata de George Monbiot, a quien el periódico define como "periodista estrella" y especializado en estos temas.
Su provocativa opinión sobre lo sucedido en los reactores de Fukushima es que, finalmente, el Apocalipsis tantas veces profetizado no ha tenido lugar.
Es verdad que el accidente de la central nuclear japonesa dejó al descubierto los riesgos y limitaciones de este tipo de energía. Pero, sostiene Monbiot, también demostró que no es tan peligrosa.
"A nadie sorpenderá, escribió en The Guardian, el enterarse de que los acontecimientos en Japón modificaron la visión que yo tenía de la energía nuclear. Pero sí se sorprenderán por el cambio en cuestión. Desde la catástrofe de Fukushima, ya no soy más neutro en la materia. Ahora soy un partidario de la energía atómica".
Una vieja central podrida dotada de una seguridad inapropiada fue golpeada por un sismo monstruoso y por un violento tsumani. Fue privada de electricidad, lo que dejó fuera de servicio al sistema de enfriamiento. Los reactores empezaron a explotar y a entrar en fusión.
Así resume Monbiot lo sucedido y afirma que los ecologistas exageraron groseramente los peligros de la polución radioactiva.
"Como la mayoría de ellos, estoy a favor de un desarrollo sin precedentes de las energías renovables, dice. Sirven a la vez para reemplazar la electricidad producida por combustibles fósiles y aumentar el volumen de producción, a fin de suplantar el petróleo utilizado para los transportes y el gas de calefacción".
Pero a continuación se pregunta si es necesario exigirles a estas energías que también sustituyan la capacidad nuclear actual. "Porque, sostiene, cuantas más misiones les impongamos a las energías renovables, mayor será su impacto en el paisaje y más difícil convencer a la opinión pública".
En su repaso de estas nuevas fuentes de energía, Monbiot enumera las objeciones que despiertan: la solar implica un gasto espectacular de recurosos que ya son escasos, mientras que la eólica no sirve para zonas pobladas, generalmente asentadas en sitios protegidos del viento, donde además sufre por la interferencia de los edificios.
"¿Con qué haremos funcionar las hilanderías, los hornos de ladrillos, los altos honos y los ferrocarriles, por no mencionar las tecnologías industriales avanzadas? ¿Con paneles solares en los techos?", pregunta.
Las energías renovables, dice, pueden funcionar a nivel local, pero la economía de un país industrializado necesita de una red nacional. "Una producción energética 100% verde -descentralizada, fundada en productos de la tierra- sería mucho más dañina para la humanidad que una fusión en el núcleo de un reactor", agrega.
Además, dice, si se abandona la energía nuclear hoy, no será para pasar al agua, el viento o el sol, sino para volver a los carburantes fósiles: "Desde todo punto de vista (cambio climático, impacto de las minas, contaminación local, daños y muertes ligados a la industria, e incluso emisión radioactiva), el carbón es cien veces peor que la energía nuclear."
En el caso de Europa, también incide el factor geopolítico. Para muchos de sus gobiernos, mejor correr el riesgo de lo nuclear europeo que del gas ruso. "La UE no tiene muchas alternativas para su aprovisionamiento energético", dijo el economista belga Koen Schoors, al diario De Morgen, citado por Presseurop. Para él, la energía nuclear es como "una lotería al revés", que garantiza un aprovisionamiento estable pero conlleva la probabilidad -baja- de una catástrofe costosa. El petróleo es demasiado caro y la energía verde no pasa de ser "un lindo proyecto" al que le falta mucho camino por recorrer. Quedan el gas y otros combustibles fósiles y en ambos casos hay que apelar a Rusia. "Ésta ya es de lejos el principal proveedor energético de la UE" y dispone de "inmensas reservas de gas", pero cabe preguntarse, dice Schoors, "si la dependencia energética de Rusia no es un peligro", puesto que Moscú ya ha utilizado el cierre de los gasoductos a modo de arma de presión contra países vecinos como Georgia, Ucrania, Bielorrusia y los Estados bálticos, pero el costo lo pagó la UE.
Monbiot aclara, por su parte, que preferiría que existiesen soluciones de recambio para las plantas atómicas pero, en el estado actual de las cosas, son un mal menor.
"Todas las energías tienen un costo, concluye. La atómica acaba de ser sometida a una dura prueba, y el impacto sobre la población y el planeta ha sido limitado. La crisis de Fukushima ha hecho de mí un partidario de la energía nuclear".