JOHN FORD

Respuesta: JOHN FORD

Se ha lucido Arturo Pérez Reverte:

Cuando John Ford era facha
XLSemanal - 01/4/2013

Ayer, por enésima vez, me calcé La legión invencible. Y entre esta noche y mañana caerán las otras dos. Me refiero a Fort Apache y Río Grande, que cierran la trilogía clásica de John Ford sobre la caballería de los Estados Unidos en las guerras indias en torno a 1870. Es raro que pase más de un año de mi vida sin que vuelva a ver esas tres películas, y lo mismo ocurre con el resto de la obra de Ford; en especial con El hombre tranquilo y No eran imprescindibles, y con los westerns Misión de Audaces, Dos cabalgan juntos, Centauros del desierto y El hombre que mató a Liberty Valance. En materia de cine, y con todo el respeto para directores que admiro hasta la adoración -Río Bravo, de Howard Hawks, por ejemplo, es mi película del Oeste favorita, y Sin perdón, de Clint Eastwood, me parece una obra maestra-, para mí, John Ford sigue siendo literalmente Dios padre. Y John Wayne, por supuesto, su encarnación sobre la tierra.

Cómo es La legión invencible, diablos. De emocionante y perfecta. Cómo están todos. Con qué talento y sensibilidad extraordinarios nos introduce Ford en los entresijos de un mundo épico, hecho de carne y hueso, donde una palabra, un silencio, una mirada, tienen tanta importancia como el rayo que descarga a lo lejos mientras los hombres caminan con los caballos de la brida, el polvo asentado sobre los rostros fatigados, el cuero empapado en sudor, el roce de viejos uniformes azules sobre gastadas sillas de montar, el valor resignado y profesional de soldados hechos a morir por cincuenta centavos al día. Y cómo es John Wayne, oigan. Cómo está, haciendo de capitán Brittles o de capitán York. Poniéndose unas gafas casi a hurtadillas para leer, el día de su jubilación, la inscripción en el reloj de plata que le han regalado los hombres de la compañía C. Encarnando ese patriotismo honrado, perfectamente compatible con la crítica a los abusos e imperfecciones del sistema. Rindiendo homenaje al bando vencido en la guerra civil -la dignidad y el valor como factor de respeto mutuo, reconciliación y memoria- cuando al viejo general que tras la derrota del Sur se alistó en la caballería como soldado raso, muerto ahora en combate contra los indios, permite que lo entierren los otros soldados sureños cubierto por la bandera confederada.

Cada vez que veo una de estas películas me acuerdo de aquellos idiotas que en los años 60 y 70 llamaban a John Ford director fascista -hacía películas de soldados, morían indios, manejaba épica militarista, camaradería machista y cosas así- mientras también John Wayne se llevaba lo suyo: reaccionario, chuleta, pésimo actor; incluso acababa de hacer una película llamada Boinas verdes -muy mala, por cierto- donde los norteamericanos iban de buenos en la guerra de Vietnam. Y sin embargo, muchos de aquellos cantamañanas de ambos sexos se deshacen ahora en elogios a John Ford como clásico indiscutible del cine, y alaban a John Wayne como uno de los grandes actores de Hollywood. Hablo de ésos que despreciaban al Clint Eastwood deHarry el sucio o El sargento de hierro llamándolo violento reaccionario que, en consecuencia, hacía pésimas películas; y que ahora, sin embargo, babean públicamente con cada nueva obra de este actor-director, sobre el que han resuelto el conflicto moral calificándolo de cineasta de culto, como a Tarantino y Kitano. Y así pueden hacerlo compatible, los muy capullos.

Permitan un consejo fordiano. Si no conocen la obra del maestro de maestros, empiecen por la trilogía de la caballería. Si la conocen pero no se detuvieron en ella, vuelvan a verla despacio. Y también, si quieren, echen antes un vistazo a dos libros clave para disfrutarlas más. Uno esJinetes en el cielo, donde Eduardo Torres-Dulce estudia la trilogía fordiana al detalle. El otro son los magníficos relatos de James Warner Bellah recogidos en Un tronar de tambores: media docena de historias cortas, secas, perfectas -Masacre es mi favorita-, que inspiraron los guiones. Así, cualquiera de las tres películas se convierte en una experiencia todavía más intensa y emocionante: las mujeres viendo a sus hombres alejarse del fuerte, la resignación de Thursday y los sargentos esperando el último ataque apache, el herido cabo Qyane reprochando respetuosamente «Pero usted no estaba, señor» al capitán Brittles... O la que para mí es la mejor escena de La legión invencible; la que refleja el espíritu y la camaradería que el irlandés Ford supo imprimir en cada una de sus películas: cuando la columna se aleja al trote, dejando a unos pocos para cubrir la retirada, y los jinetes pasan ante la cámara mientras suenan los primeros disparos a su espalda, cada uno de ellos cabalga con la cabeza vuelta para mirar atrás, al otro lado del río, donde combaten sus compañeros.

:hail:hail:hail
 
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No he podido terminarlo, no se si por que se me han estropeado las gafas o por las lágrimas...
 
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Nadie encuadraba como Ford. Nadie escribía poesía con la cámara como Ford.
 
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Que sí, que Ford mola. Pero ese texto es indigno de Ford, señores. Seamos un poco críticos...

(y John Wayne, si estuviese vivo y en España, estaría en las tertulias de 13TV y lo sabéis)
 
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The Black Watch / Shari la hechicera (1929)
primera peli sonora de Ford, 1929... transición del mudo, y algo encorsetada por ello, no deja de ser un borrador de ética fordiana posterior, con el deber, la patria y los rituales en primer término, una historia de espías y dobleagentes en el estratégico paso afgano de Khyber en la primera guerra mundial, fantasía oriental de cartón piedra bastante conseguida incluso con el misterio de Alejandro Magno de por medio, estética poderosa, de las brumas inglesas, a las trincheras en Europa y las montañas de Afganistán, en relato exótico y paralelo.

eso sí, y cuando he leído a Gallagher veo que no eran imaginaciones mías, contiene una escena casi secuencia maravillosa y de lo mejor de Ford, un travelling épico, loco y glorioso con gaiteros a la carga en el cenagal de la Europa de 1914, con un coronel british a la vanguardia del ataque con pipa y bastón, mientras los cuerpos van cayendo alrededor, en un par de minutos geniales que ponen los pelos de punta, muy fordiano y homérico :palmas

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en todo caso They were expendable me parece una medianía al lado de las otras que cita Reverte, no entiendo su inclusión.

Estoy de acuerdo; pero añadiría también Misión de audaces, que no me parece que esté entre lo más destacable de Ford.

¿Alguien que haya leído el libro de Torres Dulce puede comentarlo un poco por encima?
 
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No había oído mentar este título en mi vida. Sik, para casos así eres imprescindible, compay. Qué grande. Por lo demás, pues tiene su pinta.
 
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bueno, Ford tiene como 50 pelis mejores, ojo.... pero ay esa secuencia, que portento.

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y es verdad, no hay nada malo en ver 13tv, yo la veo a diario :juas
 
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"Shari la hechicera" la vi yo hace siglos en un ciclo que montó la Filmoteca, muy completito, sobre Ford, pero no recuerdo nada de nada, salvo la impresión de una trama de aventuras un tanto al estilo Rudyard Kipling con cierto regustillo muy ténue de fantastique...

Las pelis GORDAS de Ford son muy conseguibles, y siempre disfrutables, pero las "menores" merecen un rescate urgente. Es un tópico pero también una verdad: las "menores" de Ford son "mayores" dentro del cine en general...
 
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Pues yo he visto buena parte de la obra de Ford. A mi me parece una obra perfectamente contradictoria y no creo que sea especialmente reaccionaria. Un poco como -parece- que era el propio Ford en su vida personal. Un poeta a su pesar.
 
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Lo de John Ford con el ejército yo creo que era una idealización. Ford no admiraba el ejército - ahí están sus cargas críticas en FORT APACHE - sino que estaba enamorado de una imagen idealizada del mismo...Y así, aún con sus defectos, lo veía desde un punto de vista romántico.
 
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Es un poco el punto de vista romántico que aplica a Irlanda en el Hombre Tranquilo, o más en general a la vuelta a las raíces. Yo creo que Ford ve el ejército como una institución de códigos claros y seguros, seguramente desde un punto de vista idealizado. Ahora bien, como bien dices, no está exenta la filmografía de Ford de cargas críticas hacia el ejercito, la iglesia o la política...
 
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Lo de John Ford con el ejército yo creo que era una idealización. Ford no admiraba el ejército - ahí están sus cargas críticas en FORT APACHE - sino que estaba enamorado de una imagen idealizada del mismo...Y así, aún con sus defectos, lo veía desde un punto de vista romántico.

Yo creo que sí lo admira, respeta y ama (como un estamento loable y necesario)...No observo, en sus obras, una censura categórica y genérica a las instituciones. Sus críticas a las imperfecciones y abusos del sistema no son más que una manifestación de amor más (la reprimenda que necesita un hijo por el que te preocupas, cuando se comporta mal). Una reprobación a las debilidades y miserias humanas de las personas que conforman esos sistemas y que, demasiadas veces, no están a la altura de ese ideal al que se debe tender. Precisamente los defensores de la tradición suelen ser románticos empedernidos y tienden a idealizarla...pero yo creo que a Ford el árbol no le impide ver el bosque.
 
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Respuesta: JOHN FORD

Precisamente los defensores de la tradición suelen ser románticos empedernidos y tienden a idealizarla...pero yo creo que a Ford el árbol no le impide ver el bosque.

Mismamente en Ford Apache el final se puede resumir en "Print the Legend", pero su opción narrativa, a diferencia de Walsh, es mostrarnos "la realidad" o un relato desmitificador. Un poco en la línea de las continuas "contradicciones" de su cine.
 
Respuesta: JOHN FORD

Mismamente en Ford Apache el final se puede resumir en "Print the Legend", pero su opción narrativa, a diferencia de Walsh, es mostrarnos "la realidad" o un relato desmitificador. Un poco en la línea de las continuas "contradicciones" de su cine.

Tenía entendido que Ford era de ascendencia irlandesa, no india.:cuniao
 
Respuesta: JOHN FORD

:lol

Creo que alguna tribu le nombro protector o algo así...
 
Ford es Ford

Ford es contradictorio cual niño. Admira pero no puede evitar criticar aquello que no entiende. El ejército, la camaradería, la religión, el racismo, los convencionalismos sociales y el costumbrismo. Ford alaba todo esto pero lo pone en solfa cuando es necesario y lo considera así. Es un espíritu que observa y quiere participar de lo que ve sin poder remediar escudriñar y exponer lo que no le gusta de ello. Es un primitivo pero al mismo tiempo es más afilado de los críticos. Ama lo tradicional -su cine lo es- pero al mismo tiempo está a la vanguardia de todo lo que hace. Ford es Ford. Irrepetible.
 
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