Tras la encarcelación de los políticos que supuestamente han cometido un delito se han sucedido todo tipo de reacciones. Los extremos siguen invariables en sus posturas. Desde rasgarse las vestiduras por meter entre rejas a unos demócratas por sus ideas a verlo natural por la evidencia de la comisión de unos delitos graves. Se oponen la intervención directa del gobierno en unos órganos judiciales manipulados con la autonomía de independencia judicial.
Hasta aquí nada nuevo. Ya es sabido el filtro con el que se mira según sea el bando. Sí me llama la atención el éxito, deseo que momentáneo, del lento rodillo del independentismo, por cansino e insistente en su permanente victimismo, para modificar la percepción de unos cuantos sobre la persecución que dicen sufrir. ¿qué quiero decir con esto?
Que a pesar de que parece evidente la supuesta comisión de delitos graves por parte del Govern, y sin suposiciones también, a pesar de que algunos de ellos se han fugado, no hace falta insistir en esto, y a pesar de que es evidente que iban a seguir incumpliendo resoluciones judiciales en contra, iteración ya seguida en el pasado reciente, han habido personajes públicos, tertulianos y medios que se han visto impelidos y tentados a criticar unas decisiones judiciales que parecen técnicamente justificables aunque sean políticamente inoportunas.
¿Su inoportunidad las hace equivocadas en sí?. Los delitos de los que se les juzga son extremadamente graves y parece que será imposible librar a los acusados de sus penas si no se produce en el futuro la amnistía del gobierno. La prisión preventiva, destinada a corregir lo comentado antes, fuga y no interrupción del delito, ambos riesgos evidentes, en cualquier otro caso no se verían desproporcionadas. Aquí cunde de nuevo, y es cíclico, el desánimo y el miedo a revueltas, a que esas decisiones capten más independentistas, a quedar mal por retrógrado centralista o por pasar por demócrata de dudosa integridad. Para mí es todo lo contrario. Se podrían haber retrasado un día, una semana, se podía haber dado un poco de tiempo , según dicen algunos, para mejorar la defensa, cómo si no estuviera preparada y les hubiera cogido por sorpresa, pero la naturaleza de los delitos lo hubiera hecho inevitable más pronto que tarde.
No se podían librar de ninguna de las maneras y cuanto antes se explique mejor. Y que se explique bien. Y que el atávico e íntimo deseo de casi todo ser humano de parecerle al prójimo una buena persona con sensibilidad por el bienestar ajeno y el bien del mundo no impida ser firme en la convicción de que en una demcracia consolidada quien incumple las leyes lo tiene que pagar. Esto es sagrado, la esencia y garantía de nuestra propia seguridad, de nuestro estado de bienestar y de nuestro futuro. Cuando quien por primera vez agrede a una mujer, quien viola, quien roba, quien defrauda, quien se corrompe sale impune o se libra, lo vuelve a intentar. Es la naturaleza humana. Quien se salta las leyes lo volverá a hacer porque estará siempre tentado y dispuesto a imponer sus ideas sobre quien no piense igual. Es el fascismo disfrazado. No puede haber medias tintas con semejante peligro. Por eso están bien encerrados hasta que sus desmanes estén desactivados. Luego ya llegará la protección de la justicia, si lo que han hecho resulta que no es delito, o la clemencia de la sociedad, si está dispuesta a perdonar. Pero hoy no toca eso. Hoy hay que protegerse.