Buenos días, como algunos ya sabéis el sábado pasado asistí a una boda indepe en un pueblo de Barcelona, os cuento como fue. Ahí va.
La historia de amistad con la familia de mi amigo viene desde hace muchísimos años, es parte de mi familia. De hecho este chico estuvo estudiando el Erasmus en Italia y estuvo viviendo en mi casa mientras duró la beca. Su padre y mi familia, se conocieron de pequeños y después fueron socios durante casi 30 años. Desde entonces nos hemos visto 5 o 6 veces al año, en la playa, Barcelona, Sevilla…etc.
Total, ya el verano pasado dio síntomas de ser un indepe que se estaba radicalizando como un talibán, no se relajó ni un solo día de los que estuvo en Portugal con nosotros, a todo le sacaba una comparación (La cerveza superbock es como la Moritz pero peor, el pescado que se come en Cataluña es el mejor, la verdura, el mejor turismo, lo que más de moda está…etc.) y mi sensación fue que quería discutir.
Los padres de este amigo son de Águila en Murcia y emigraron a Cerdanyola cuando eran muy jóvenes y en la boda estuvieron muchos familiares de ellos que aún residen allí.
Al grano, la boda:
A la boda asistieron unas 200 personas, familiares de la novia, amigos, ex compañeros de sus ex equipos puesto que ha sido deportista profesional de un deporte minoritario…etc. Ya en la puerta de la iglesia detecté a más de uno con su traje y su lacito amarillo en la solapa, algunas carcasas de móviles con la estelada, incluso uno llevaba una insignia en la solapa de una estelada…
Comienza la ceremonia y el cura comienza a hablar en catalán de libertades, de Moises y de su camino por el desierto, de derecho a decidir, del trauma de los divorcios pero que la gente sigue haciendo su vida…etc., nunca me había tragado una misa entera y esta era digna de escucharla, un mitin político pronunciado por un sacerdote católico en una boda, surrealista.
Llegamos donde se va a hacer el convite, una hacienda muy chula y tal con un caserío donde se va a dar la comilona, cada vez más banderitas amarillas, el coche donde venían los novios engalanado con lacitos amarillos y floripondios amarillos, violetas y rojos (intentando “recrear” una estelada)… cada vez me parecía todo más y más ridículo.
En la puerta de un salón donde se servían los canapés, birritas…etc, habían puesto unos listados con las mesas y el asiento de cada uno, a mí me había tocado con algunos amigos intimos de él y dos ex compañeros de su equipo, argentinos. Aquí ya “comensssa el mambo” al lado de cada nombre habían colocado simpáticamente, una banderita estelada, a los argentinos, a uno de ellos, una bandera argentina y al otro, un dibujito de un vaquero gaucho argentino. A mí me había puesto un puto gondolero cuando él sabe perfectamente que soy nacido en Sevilla aunque haya vivido casi siempre en Italia. La verdad es que dude si fue a broma, para no poner una banderita de España o con “maldad”… me queda esa duda.
Muchas banderitas esteladas en ese cartelón junto a los nombres… una banderita francesa, muñequitos haciendo deporte, otro con una vespa y llegamos a las mesas de su familia de murciana… nada, ni una bandera, ni un muñequito, ni un corazoncito… nada.
Comienza el almuerzo y los dos argentinos y nosotros nos colocamos justo al lado, las dos mujeres de los argentinos son catalanas, uno es entrenador de equipos infantiles y el otro curra importando y exportando vinos, del resto no sé nada más que nos miran con cara de póker y hablan de Puigdemont, ERC, independentismo, el 155, de los sudamericanos que hay en Cataluña y de los andaluces que son unos vagos, aun cuando todos sabían que en esa misma mesa estábamos los argentinos y yo, que soy andaluz. Lo mismo, sensación de un mal rollo bastante grande y que de un momento a otro comenzaría la discusión.
En la carta de lo que se iba a servir, todo escrito en catalán, el vino te dejaban claro que era catalán, el pescado era catalán, la verdura…todo, todo, era catalán.
La decoración del salón igual, lacitos amarillos, flores amarillas…etc
Durante toda la comida, un tío tocando un piano… pesado no, otro nivel. A un cierto punto, se levantan los novios y suenan al piano los primeros compases de, OH NOU! “Els segadors” y todos copa en alto cantándola de forma militar. Observo que los argentinos me miran con su copa en alto totalmente descojonados, yo me había levantado también, esperando un brindis por los novios o las típicas palabritas y no sabía dónde mirar para no descojonarme, me quedé cortocircuitado, observo el salón y veo a su familia murciana cabizbaja o literalmente saliendo por patas hacia las puertas. ALUCINANTE SEÑORES! No sé si fue por el subidón de adrenalina que tenían algunos o por rabia contenida pero una vez acaban de cantarla, toda la sala comienza a aplaudir con rabia y a mirarnos a los que no éramos catalanes. Si en vez de una boda, llegamos a estar en otro sitio, habría intentado escapar porque comencé a imaginar que nos linchaban.
En fin, hay otras anécdotas menores también dignas de contar pero lo más destacable fue esto. A partir de ahora, reviso mi amistad con este señor y fin del asunto.
Un saludo!