La Diada 2012, ¿un antes y un después?

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El zasca me ha dolido hasta a mí...

Talegon es una la figura muy querida por el nacionalismo. El converso de allende los mares. Que contribuye a dar "prestigio" e internacionalidad al conflicto. Suelen ser muy útiles para dar color a las tertulias, además para el converso suelen existir réditos evidentes puesto que ocupa un espacio que no tendría sin esa conversión previa.

Antonio Álvarez Solís - Wikipedia, la enciclopedia libre

Este al menos tenía más en la sesera que la Talegón todo sea dicho...
 
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Lo mejor de todo es que tras la agresión para intentar parar el vídeo, no paran de decirle que o para o le denuncian. Y como al final dicen claramente que le van a pillar el nombre para ponerle una denuncia porque van a evitar que esto se haga público. Saben perfectamente que están cometiendo fraude electoral porque ni siquiera los apoderados pueden hacer el recuento. Pueden pedirlo, pero eso lo hacen los miembros de la mesa.



Una cosa es segura, la gilipoyez esta de Tabarnia les está haciendo daño, no sólo caen todos sus dogmas sino que adoptan posiciones como esta, que si me dicen que la ha escrito un sevillano hace dos meses refiriendose a los indepes me lo creo.:mparto
 
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puede ser absurdo pero es de las propuestas intelectuales más impresionantes, deliciosas y fascinantes oídas en mucho tiempo. Desnuda lo ridículo, expone la idiotez de argumentos, exhibe la contradicción de las ideas. Tabarnia va a causar cortocircuitos en muchos cerebros que no van a saber gestionarlo.
 
Esto de estar de vacaciones tiene su puntillo malo, te da tiempo a leer una sartá de tonterias que no tiene nombre.
Atentos al converso catalán que me he encontrado hoy en el periódico.

¿Parlem català? ¿som catalans?
Tenemos un vínculo común: el uso de variadas formas de catalanismo: siete siglos y medio después de la conquista del Reino por Jaime I permanecen palabras que trajeron los repobladores catalanes.


El trasfondo catalán en la población de la vega media y baja del Segura y hasta en tierras de Albacete tiene sus raíces en el siglo XIII en la conquista de estas tierras a los musulmanes por un grupo mayoritario cristiano en el que predominan gentes procedentes de Cataluña y que, una vez confiscadas, fueron repobladas por aragoneses, catalanes y castellanos. Hoy en día, la población albaceteña de Caudete -Capdet en catalán- es llamada «el Gibraltar valenciano», manteniendo las costumbres propias «como cuando esta villa era del Reino de Valencia», convertida en una isla valenciana dentro de la actual provincia manchega. En los años 70 y 80 del pasado siglo XX hubo movimiento social encabezado por el cronista Andreu Bañón que no fructificó por la indiferencia de los gobernantes valencianos, que no presionaron para recuperar Caudete, donde ondea la Señera y su habla castellana está llena de palabras catalano-valencianas pese a pertenecer a Castilla-La Mancha
¿Dónde ondea la Señera?¿Dónde ondea la Señera?¡¡Dónde ondea la Señera!!
:facepalm
Ya os podéis imaginar cómo es el resto. Todo un artículo de propaganda filo-catalana apuntando a Murcia. Imaginaos lo que tenemos que aguantar los valencianos.

pd: libro del repartimiento de Murcia, para quien quiera echar un vistazo.
https://www.regmurcia.com/docs/murgetana/N020/N020_001.pdf
http://www.cervantesvirtual.com/des...-tierras-hecho-a-los-pobladores-de-murcia--0/
 
Última edición:
pero aparte justificar tabarnia lo tienes relativamente sencillo...

es cambiar un poco la historia al puro estilo del señor aquel que dijo que americo vespuccio era catalan...
Tabarnia es el condado de barcelona 2.0 una evolución del antiguo, justo anterior a la fundación de cataluña y existente antes de 1714.
 
Ha sido una genialidad. Hemos tardado en trollear el independentismo. Como decía @sikander el inicio de la III Guerra Mundial nos pillaría a los españoles haciendo Memes. Ahora todo aquel independentista crédulo con lo de Tabarnia, hablando de jugada de los que no saben perder, se lleva automáticamente el apelativo de "Feixista". Se ha hecho una recopilación de argumentos independentistas, y ahora cada vez que salga Puigdemont con su saeta, pues nos reiremos recordando lo de Tabarnia.

Quiero decir, demasiada gravedad le dábamos al asunto cuando había que cambiarlo, simplemente...
 

Ojito porque como empiecen a tocar a las miembras de las CUP, mas el bajon electoral puede empezar a correr sangre en las calles... Marta Rovira Dixit.


Yo no se de qué se cabrean. Por ejemplo, Cervantes era de Tabarnia y en Lepanto los Mossos le dejaron manco rompiéndole los dedos uno a uno, y le tocaron las tetas. Dicen los de la CUP que no se entregan. Están ahí construyendo su república, dicen, que ya tienen ellos además su policía nacional.
 
Ya han detenido a los de la CUP. Los Mossos los han llevado al juzgado. Llorando por la televisión y automáticamente... se los llevan, los mossos, su policía.
 
Otra concejala de la CUP hablando en la TV. Represión, fuerzas de ocupación, no separación de poderes, y que los que no fueron a protestar a los hoteles contra las fuerzas de ocupación no saben lo que es la represión. Es una invasión del Estado Español, no necesitan policía porque son pacíficos y no han roto una papelera. Es un Estado de Sitio. Fuerzas de invasión del Estado español. Son una república que tienen que construir día a día en los Ayuntamientos. No reconocen a la justicia española. Añadir que apenas sabe expresarse en castellano, solo sabe que el pueblo, que la gente decide, el pueblo, República ARA. Que empanada mental tiene la puta vieja.
 
Hoy es día 28 no??
Junts per Catalunya insiste en restituir a Puigdemont y su Govern y pide una rectificación del Estado
Eduard Pujol se ha congratulado de que se ponga fin “a la ceremonia del miedo” de las FSE en Catalunya con el hecho de que el Ministerio del Interior vaya a retirar de forma progresiva hasta el próximo sábado a los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil desplegados en Catalunya con motivo de la celebración del referéndum el pasado 1 de octubre. “Es un primer gesto y una necesidad que el resultado electoral ha avalado”, ha destacado.

En este sentido, ha denunciado que los furgones de Policía Nacional han provocado en los últimos años en Barcelona una “escenografía del miedo” con el que se pretendía que los catalanes “renunciaran a la democracia”. “Y a la democracia no vamos a renunciar”, ha añadido.

A su juicio, “es imposible construir nada con esta sensación de ceremonia del miedo”. “Doy gracias a que este fin de semana parece ser que, si todo va bien, los ‘piolines’ serán historia”, ha apuntado
:fiu
 
La verdad es que el sarcasmo y el cachondeo patrio debería ser patrimonio nacional. El cachondeo con aquel chaval del ISIS y esto de Tabarnia hace que este país, a veces, sea la hostia.


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No entiendo por que decís que lo de Tabarnia es absurdo sinceramente.Si llegase el día que en España se aceptase la autodeterminación de una de sus provincias se haría una ley de claridad española y eso seria exactamente lo que casi seguro pasaría. No es troleo ni mucho menos.

Texto imprescindible para entender tabarnia, de hace unos meses.

El derecho a decidir y las comarcas. O por qué en Quebec los independentistas no quieren un referéndum


18 julio, 2017/51
Fernando Rodríguez Prieto


A la vista del referéndum que las fuerzas independentistas quieren convocar en Cataluña en octubre, son significativas las diferencias entre los argumentos a favor y en contra del mismo. Los primeros parecen más atractivos de entrada. Frente a la razón, más fría y técnica, del necesario respeto a la Ley, los partidarios de la secesión y sus acompañantes habituales en la izquierda aducen otros de sangre más caliente y con mayor carga sentimental: el valor de la voluntad popular, la tolerancia respecto al deseo de construir una nueva nación a partir de un cierto sustrato diferencial, o la idea de la liberación de un poder opresor que impediría por la fuerza la realización de esos legítimos anhelos.

El marco legal actual tiene unos límites claros pero, al margen de los mismos, es preciso no rehuir ese debate. Y para ello los unionistas han de armarse dialécticamente mejor, máxime en un ambiente recalentado por la propaganda y las emociones. Y en este ámbito echo en falta argumentos que cuestionen el “argumento bandera” nacionalista del debido respeto a la voluntad de los catalanes, el presunto y manido “derecho a decidir”.

Los secesionistas utilizan a menudo el ejemplo del Canadá como modelo de lo que un país avanzado ha de hacer con los anhelos separatistas de una parte de su territorio, en su caso la provincia de Quebec, y su encauzamiento a través de posibles consultas plebiscitarias. Pero un mejor análisis de esa concreta situación nos permite comprobar cómo precisamente ese tratamiento ha conseguido, sorprendentemente, unos frutos muy diferentes a los deseados por los nacionalistas. Hasta el punto que éstos, batiéndose en retirada, ya no quieren celebrar hoy allí un referéndum. Ese ejemplo, por lo tanto, más que suponer un respaldo al secesionismo, puede dotar de nuevas armas dialécticas a unos unionistas necesitados de ellas.

Quebec es una provincia de clara mayoría francófona que arrastraba sentimientos de agravio histórico hacia el resto del país, de mayoría anglófona. Cuando los nacionalistas accedieron al Gobierno autónomo su aspiración máxima fue lograr la separación de Canadá a través de un referéndum. Y consiguieron al respecto promover hasta dos consultas de autodeterminación, en 1980 y en 1995. La última de ellas perdida sólo por un muy escueto margen. Dada la evolución de la opinión, parecía que sólo era cuestión de tiempo un nuevo referéndum, esta vez ganado. Pero entonces una nueva circunstancia cambió radicalmente este rumbo: la promulgación de la llamada Ley Federal de Claridad, que regula las bases de la secesión.

Un vistazo a la Historia nos permite entender mejor esta situación, insólita en otros muchos países. Canadá se constituye en 1867, con la denominación entonces de “Dominio del Canadá”, como una confederación de provincias que habían sido hasta entonces colonias británicas. Ni siquiera comprendía originariamente su extensión actual, pues provincias como Columbia Británica o Alberta se incorporaron posteriormente, pactando incluso para ello condiciones especiales. Sometido el Dominio a la autoridad de la Corona británica (vinculación que hoy simbólicamente se mantiene, con la Reina de Inglaterra como Jefe del Estado), el Gobierno federal fue ganando progresivamente un mayor poder e independencia. Ese origen puede explicar que, partiéndose de una unión voluntaria de Provincias, no existan impedimentos constitucionales insuperables para su separación, como ocurre en la inmensa mayoría del resto de los países. Pero esta posibilidad debía ser regulada para que se hiciera, en su caso, de forma ordenada y justa, evitándose el unilateralismo con que hasta entonces habían actuado las autoridades provinciales nacionalistas en Quebec. Esa necesidad es la que llevó a la promulgación de la Ley de Claridad.

El análisis de esa ley está en este post de 2012 que, tal vez desafortunadamente, no ha perdido demasiada actualidad. La misma establece los pasos necesarios para lograr ese objetivo de la secesión, referéndum incluido, y sus condiciones que, muy sintéticamente, podemos reducir a tres. Ninguna de las cuales, por cierto, es cumplida en el proceso que impulsan hoy los secesionistas catalanes, por más que sigan queriéndose apoyar en ese precedente.

-El primer requisito es que el proceso comenzaría con una pregunta clara e indubitada en un referéndum sobre el deseo de secesión (y de ahí el nombre de “Ley de Claridad” como se conoce a la norma). Y que el mismo deba ganarse con unos requisitos especiales de participación, pues no se considera razonable que un cambio tan trascendental y de efectos tan generales sea decidido en definitiva por un sector minoritario de la población, como pretenden los impulsores del referéndum catalán y como ocurrió también con el aprobatorio de la última reforma estatutaria que tantos problemas ocasionó.

-El segundo requisito es que ese referéndum ganado sería un mero comienzo, y no un final del proceso de separación. Allí no pierden de vista que ese camino requeriría complejas negociaciones para resolver de forma amistosa todos los enormemente arduos problemas que una secesión trae consigo. Mucho mayores, por ejemplo, que los que ha de resolver el Reino Unido para salir de la Unión Europea, donde aun así se considera asfixiante el plazo legal de dos años para concluir un acuerdo.

-El tercero es que la cesión no ha de darse necesariamente sobre toda la provincia canadiense en la extensión territorial que hoy tiene. En este requisito quiero insistir hoy, pues en gran parte explica el citado y sorprendente giro de los secesionistas.

Conforme a la citada Ley, y como parte de esa negociación, si existen en la provincia consultada ciudades y territorios en los que la proporción de unionistas sea sustancial y claramente mayoritaria, aquélla, para separarse, debe aceptar desprenderse de ellos para que puedan (por ejemplo, formando para ello una nueva provincia) seguir siendo parte de Canadá. Esto parece que tiene una buena justificación. De la misma manera que Canadá adopta una postura abierta respecto a la potencial salida de territorios con una sustancial mayoría de habitantes que no desean seguir siendo canadienses, la Provincia también debe aceptar desprenderse de porciones de la misma por la razón, en este caso simétrica e idéntica, de que una mayoría sustancial de su población sí desee seguir siendo canadiense.

Esto último resulta difícil de aceptar para cualquier nacionalista, que tiende siempre a querer absorber territorios que considera irredentos más que a estar dispuesto a desprenderse de otros sobre los que domine. Si consideramos encuestas y comportamientos electorales recurrentes, la renuncia a Barcelona, a su zona metroplolitana, a buena parte de la costa, además del Valle de Arán y probablemente otras comarcas, para respetar la voluntad claramente mayoritaria de sus habitantes de querer seguir siendo parte de España y de la Unión Europea puede producir un efecto paralizante del impulso hoy desbocado del nacionalismo a la secesión. Como ha ocurrido en Quebec, donde los nacionalistas no están de ninguna manera dispuestos a renunciar a Montreal y a otras zonas trascendentales por su riqueza, cultura y valor simbólico para constituirse como un país más rural, atrasado y reducido de lo que hoy son.

Ahí es, por tanto, donde el argumento del pretendido “derecho a decidir” hace aguas. Porque si un nacionalista no reconoce que los habitantes del resto de España puedan tener influencia en su configuración territorial, tampoco hay que reconocerles a ellos el apriorismo de que sólo lo que decidan el conjunto de los catalanes ha de tener legitimidad.

Lo que subyace en todo ello es que, por mucho que el nacionalismo quiera vender su proceso de secesión como un camino de sonrisas hacia la felicidad, lo cierto es que la Historia nos enseña que cualquier disgregación ha dado lugar a serios problemas, grandes crisis económicas, desplazamientos de población e importantes sufrimientos personales. Y que todo ello no podría evitarse en Cataluña cuando un importante sector de la población (al menos aproximadamente la mitad) desea seguir siendo española.

En el debate es preciso introducir ya este factor. España debe en todo caso empezar a amparar a sus ciudadanos que, en Cataluña, desean seguir siendo españoles y están hartos de sentirse rehenes abandonados al nacionalismo. Y no perderse jugando sólo en su terreno de juego. En este sentido las últimas propuestas de los socialistas de Sánchez e Iceta de promover reformas constitucionales para atribuir aún más poder a unas autoridades regionales que tan mal lo han usado, para garantizar privilegios y hegemonías, para desactivar cualquier mecanismo de control y de protección de la legalidad, y para acentuar la simbólica desaparición de todo vestigio del Estado en Cataluña, resultan, no ya inútiles para frenar a un secesionismo al que las cesiones nunca han apaciguado, sino manifiestamente contraproducentes.

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El derecho de secesión y sus límites. El ejemplo Canadiense. | Hay Derecho

El derecho a decidir y las comarcas. O por qué en Quebec los independentistas no quieren un referéndum | Hay Derecho
 
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