La frustración generada por el fracaso del plan secesionista hace que cada vez más voces planteen "morir" en manos del Estado para lograr la secesión
La frustración de un sector del independentismo ante la fallida culminación del plan secesionista promovido por el anterior Gobierno de la Generalitat ha abierto un nuevo debate sobre la posibilidad de aceptar la violencia como peaje a pagar para la implementación de un nuevo Estado catalán.
Se trata, de momento, de un debate minoritario dentro del nacionalismo, pero que cada día adquiere más fuerza y cuya penetración en los medios de comunicación hubiera sido impensable hace unos años en esta autodenominada “revolución de las sonrisas”.
Está por ver la gestión que harán las autoridades políticas de esta frustración, y si podrán canalizarla para que los actos violentos e intimidatorios que se suceden en los últimos tiempos en Cataluña por parte de los cachorros de la CUP, Arran, y de algunos de estos archipiélagos más violentos de los Comités de Defensa de la República (CDR) sean solo de una minoría muy radicalizada.
Forcades busca mártires
La monja y escéptica de la vacunación, Teresa Forcades, sostenía en una entrevista en Vilaweb que “hoy los independentistas catalanes no estamos dispuestos a matar por la independencia”, pero añadía que sí que podría “dar la vida” por la causa: “No creo en el ejercicio de la violencia, pero sí en la resistencia a la violencia. Si es necesario, como decía antes, hasta dar la vida” .
La religiosa explicaba que “aterrizó” en Barcelona tras la declaración de la independencia del 27 de octubre de 2017 “dispuesta a defender la República acabada de proclamar”. “Fui a la plaza Sant Jaume y allá había turistas y barceloneses paseando, pero no había barricadas”, remacha.
Nuevo nivel de victimismo
El debate se plantea en términos de “morir” en lugar de “matar” por la causa. El periodista Andreu Barnils reflexionaba en el mismo digital sobre las palabras de Forcades en su artículo Dispuestos a morir?: “Los riesgos de morir en manos de un equipo rival de hombres armados y entrenados. Este es el debate tan lógico, tan normal, tan obvio y tan racional que tarde o temprano tenía que rebrotar. Y esto es lo que pasa ahora. Tímidamente, si queréis, pero de una manera imparable”.
Barnils considera esta nueva fase como parte de “un debate adulto” que poco a poco “se abre camino” ante las mentiras piadosas o ilusiones de que todo sería pacífico que se promovió desde los partidos políticos nacionalistas. A este respecto, el historiador y exdirector de la fundación CatDem, Agustí Colomines, también afirmó que el camino pacífico hacía que la independencia era más largo: “Sin muertos la independencia tardará más”.
¿Y la mayoría social?
Los precursores de este debate sobre la posibilidad de morir en manos del Estado rechazan también los posicionamientos de “ampliar la base” o de ser mayoría que han deslizado los dirigentes de ERC en los últimos tiempos.
Barnils considera demasiado sutil el debate sobre saber si cuentan con un respaldo mayoritario dentro de la sociedad catalana: “Estaremos atascados en debates bizantinos, estériles y diría poco adultos, del tipo de si hemos de ser más para avanzar o bien tenemos que avanzar para ser más”.
“Damnificados”
El periodista Pere Cardús, actual miembro del gabinete del presidente de la Generalitat, Quim Torra, también firmaba en el mismo digital poco antes del referéndum tumbado por el Tribunal Constitucional que “defenderemos los patrimonios e impediremos desahucios con nuestros cuerpos”, en un artículo titulado Ni caja de resistencia ni hostias.
El hijo del sociólogo Salvador Cardús también veía el hecho de ir a la cárcel como un compromiso con la causa: “¿Que hay damnificados que sufrirán personalmente la represión? Sí, claro. ¿Qué no están dispuestos a ello? Nos comparamos con los grandes luchadores por la democracia y la libertad, nos pasamos el día citando frases de Gandhi, Macià, Mandela, Jefferson, Luther King, Companys, Rosa Parks… Pero, ¿no estaremos dispuestos a recibir ni un 1% de las consecuencias que recibieron todos ellos por sus luchas?”.
Se trata, en definitiva, de empezar a considerar el enfrentamiento frontal con el Estado y estar dispuestos a sufrir hasta las últimas consecuencias, como perder la vida.
El debate sobre la violencia se abre paso