te acepto lo de la prudencia y eso que creo que lo soy. No doy, no suelo e intento no hacerlo, palos de ciego. No escribo mis respuestas desde la convulsión gástrica y procuro siempre no tener que retractarme por haber opinado con las gónadas y no con la cabeza. Me he tenido que retractar muy pocas veces de algo que haya escrito porque no creo mojarme en mis opiniones desde la ideología. Hay que desligar el retracto de la equivocación. Puede haber equivocaciones que no necesiten retracto. De esas puedo tener más. Se tiene que retractar quien basa sus equivocaciones en descalificaciones o acusaciones personales, en opiniones sesgadas por razones ideológicas o a quienes se pilla en mentiras descaradas. La gente tiene derecho a equivocarse. Tú, yo y los jueces. Podemos persistir en el error o evolucionar en nuestras opiniones.
Por eso te acepto lo de la prudencia, porque soy prudente por naturaleza, pero entenderás que debe estar acompañado de lo mismo por tu parte. Y sé que lo harás. La próxima vez que juzgues una decisión del supremo o de la judicatura en general, que no se adapte a tus deseos sé prudente y ahórrate las descalificaciones que haces, que esas sí son de las que merecen retracto.
Por eso te acepto lo de la prudencia, porque soy prudente por naturaleza, pero entenderás que debe estar acompañado de lo mismo por tu parte. Y sé que lo harás. La próxima vez que juzgues una decisión del supremo o de la judicatura en general, que no se adapte a tus deseos sé prudente y ahórrate las descalificaciones que haces, que esas sí son de las que merecen retracto.