La cuestión es que aquí andamos, dando por sentado que es normal que haya cuatro descerebrados apredreando a alguien y que la culpa es de estos por no haberse ido por otro sitio.
Es cierto...pero se ha dado a entender que "estaba buscado", y yo diría que eso es elucubrar.La cuestión es que aquí andamos, dando por sentado que es normal que haya cuatro descerebrados apredreando a alguien y que la culpa es de estos por no haberse ido por otro sitio.
Nadie ha dicho eso.
Lamentablemente, esto es cierto. Pero yo creo que es más cosa del PP que del PSOE en este caso, aunque ambos estén en contra de dicho proceso.En cualquier caso, es evidente que existe una campaña para presentar el proceso soberanista como un proceso violento.
Alicia Sánchez Camacho llevaba razón, ya alertó de que el proceso soberanista se traduciría en violencia.
http://www.abc.es/espana/20140523/abci-entrevista-camacho-201405222138.html
Lo siento amigos, no puedo con más estupidez. No puedo, me subleva...
A mí es que me da miedo darme la respuesta a ¿somos los españoles realmente tan gilipollas?
A mí es que me da miedo darme la respuesta a ¿somos los españoles realmente tan gilipollas?
PansGranier con sede en Vilanova i La Geltrú: http://www.pansgranier.comGranier???
Y esos quienes son?
Pues no lo descartoPensaran que son franceses.
Granier???
Y esos quienes son?
PansGranier con sede en Vilanova i La Geltrú: http://www.pansgranier.com
Pensaran que son franceses.
Pues no lo descarto
La adhesión de Cataluña a la Francofonía no es una idea nueva. Ya la planteó en 2005 el entonces presidente de la Generalitat, el socialista Pasqual Maragall, al ministro francés de Exteriores, Michel Barnier, como una forma de impulsar la llamada Eurorregión Pirineos-Mediterráneo. La reacción del entonces líder de la oposición, Artur Mas, fue de chanza. La calificó como “una pifia más” de Maragall y apeló al realismo para defender la preeminencia del inglés como lengua extranjera en la enseñanza.
Fuentes diplomáticas consideran que la demanda de Mas es un brindis al sol. Primero, porque su aceptación requiere el visto bueno del Gobierno español, que no se lo dará y mucho menos en la forma unilateral en que la ha planteado; y segundo, porque aunque prosperase carecería de efectos jurídicos. Pero reconocen que la mera presencia de Mas en una cumbre internacional —la de una organización a la que no pertenece España— supondría un gran éxito propagandístico y quebraría la imagen de que una Cataluña independiente estaría condenada al ostracismo internacional.