La III Guerra Mundial o la II Guerra Fría

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«Todo fue un infierno. Chicas sin ropa. Sin tops. Sin ropa interior. Partidas por la mitad. Masacradas. Algunas fueron decapitadas. Había chicas con la pelvis rota debido a violaciones repetitivas. Sus piernas estaban muy separadas en ángulos imposibles». Éste es el testimonio de uno de los jóvenes asistentes al festival Supernova que sobrevivieron al ataque de Hamás contra Israel perpetrado el pasado 7 de octubre. Pero hay más.

Shari Mendes, de 60 años, reservista que participó en la identificación de algunas de las mujeres asesinadas en la masacre de los kibutz: «Parece como si la mutilación de los rostros de estas mujeres fuera un objetivo de sus asesinos. Algunas cabezas habían sido golpeadas de tal manera que su interior se desparramó». «Muchas víctimas asesinadas llegaban vestidas con harapos o simplemente en ropa interior, y ésta a menudo muy ensangrentada. El comandante de nuestro equipo vio a varias mujeres soldado que recibieron disparos en la vagina o en los senos. Parecía haber una mutilación genital sistemática. Algunos cuerpos conservaban el rictus de angustia en los rostros. A menudo las mujeres apretaron los dedos al morir. Vimos muchachas cuyas pelvis estaban rotas. Piernas rotas. No parece haber duda de lo que les pasó».

Ron Freger, de 23 años, asistente al festival Supernova: «Yo estaba metido en una especie de pozo y de repente escuché gritar a una niña cerca. '¡Me están violando, me están violando!'. El sentimiento en ese momento es de total impotencia. No tengo armas, no tengo nada, estoy rodeado de otras personas que se esconden conmigo y estamos completamente impotentes. Luego escuchamos disparos y ya no oímos más gritos».

Simcha Greinman, médico del equipo Zaka, la organización voluntaria de rescate que también se ocupa de recoger los restos de cadáveres con el fin de prepararlos para su entierro según la ley judía: «Me llamaron el 7 de octubre para recoger cadáveres y restos del ataque terrorista. Me enviaron a una casa donde había varios cuerpos. Entré y vi delante de mí a una mujer fallecida. Estaba desnuda. Tenía clavos y diferentes objetos en sus órganos femeninos. En otra casa descubrimos a una persona cuyo cuerpo y genitales estaban tan mutilados que no pudimos identificar si era hombre y mujer».

Yoni Saadon, 39 años, participante en el festival Supernova, que escapó a la matanza haciéndose pasar por una víctima más tras untar su cuerpo con la sangre de un cadáver: «Vi a esa chica con cara de ángel y a ocho o diez de los combatientes golpeándola y violándola. Ella gritaba: '¡Basta! ¡Sólo mátame!' Cuando terminaron se reían y el último le disparó en la cabeza. Podría haber sido una de mis hijas».


«Infierno indescriptible»

De nuevo, Yoni Saadon: «Habían atrapado a una joven cerca de un coche y ella se defendía. No les dejaba que la desnudaran. La tiraron al suelo, un terrorista cogió una pala y la decapitó. Su cabeza rodó por el suelo. Sigo viéndola a todas horas».
Violaciones, torturas, abusos, mutilaciones. Mujeres, hombres, niñas y ancianas. A medida que aumentan los testimonios de los forenses y los testigos de la masacre del 7 de octubre, y se conocen las declaraciones de los primeros rehenes liberados, la comunidad internacional se enfrenta al horror puro del bestialismo sexual utilizado como arma de guerra. Lo que se adivinaba tras las imágenes de mujeres capturadas con sangre en sus pantalones o las visiones terribles de cadáveres desnudos en posición inverosímil se ha tornado en un «infierno indescriptible» y, sobre todo, insoportablemente real, según las autoridades israelíes, que han comenzado a reunir pruebas para llevar «todas las atrocidades» ante la Justicia internacional.

Todas las manifestaciones anteriores han sido divulgadas ampliamente este miércoles por periódicos de todo el mundo y pertenecen a la polémica sesión celebrada el lunes en la ONU sobre la violencia sexual contra los israelíes durante el ataque yihadista a los kibutz. Polémica porque llegó dos meses después de que todo el planeta pudiera contemplar el bárbaro trato infligido por los terroristas a las mujeres durante la ofensiva, y tanto el presidente de EE UU, Joe Biden, como el Gobierno de Benjamín Netanyahu criticaran el manto de silencio de las propias Naciones Unidas y otras organizaciones globales de defensa de los derechos de la mujer sobre esta calamidad.

La controversia continuó este miércoles alimentada desde distintos frentes. Unicef difundió un mensaje en el que mostró su «horror» por los relatos de testigos y forenses, declaró que las víctimas deben ser «escuchadas y atendidas» y condenó la «violencia sexual» contra las israelíes, pero sin mencionar a la organización islamista palestina. «Es otra manera de cerrar los ojos ante las atrocidades cometidas por Hamás», ha replicado Lior Haiat, portavoz del Ejecutivo israelí. Por su parte, Biden ha reaccionado con una declaración donde afirma que el mundo debe «condenar inequívocamente» los actos de Hamás porque «no puede simplemente mirar hacia otro lado».

Denuncias ante la ONU

La campaña de presión emprendida por Tel Aviv ha comenzado, en cualquier caso, a movilizar a la ONU. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, anunció en la tarde del miércoles que su oficina investigará las denuncias por violación, en una declaración donde negó que la organización tenga un «doble rasero» y criticó la «catastrófica» situación en Gaza a raíz de la invasión de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Médicos, militares y agentes de Inteligencia trabajan intensamente en la revisión de 60.000 vídeos grabados por testigos o por los propios terroristas yihadistas durante la masacre. Muchos de ellos contienen aparentemente imágenes escalofriantes del maltrato sexual infligido a las vecinas de los kibutz o las jóvenes asistentes al festival de música electrónica Supernova. El Gobierno ha recopilado además un millar de testimonios, algunos tan bárbaros que describen cómo hay residentes que son sacadas a la fuerza de sus casas y forzadas en serie, «pasadas de mano en mano», o cómo un miliciano dispara a la cabeza a su víctima «mientras seguía violándola».

Entre las declaraciones hechas públicas, una forense recuerda las uñas pintadas de una muchacha brutalmente ejecutada. Otra habla del pavor que sentía al abrir cada bolsa de la morgue ante la incertidumbre de las señales de tortura que encontraría en el cadáver. La visión de los huesos machacados de las pelvis es uno de los recuerdos más recurrentes entre los militares y los equipos de Zaka. Israel ha convertido la denuncia de todos estos casos en una prioridad, de ahí también la difusión que les proporciona, para hacer frente a las insinuaciones de que se trata de acusaciones prefabricadas o el rechazo de Hamás a reconocer que sus militantes hayan cometido algún tipo de abuso sexual, contrario a su doctrina.


Precisamente, el hecho de que la milicia nunca antes hubiera desatado tal infierno en sus enfrentamientos con Israel también desorientó a las Fuerzas de Defensa inmediatamente después de la masacre. Dada su envergadura, con 1.200 asesinados, y el estado de muchos de los cuerpos, quemados o destrozados a balazos, los forenses han tardado semanas en comprobar los signos de agresiones sexuales. Los vídeos y los testigos han ayudado a completar el demencial piélago del terror, pero han sido determinantes las órdenes encontradas entre la ropa de algunos yihadistas abatidos y los interrogatorios a los combatientes capturados en Gaza. Las Fuerzas de Defensa afirman que los jefes de Hamás les dieron instrucciones para «prostituir» o «ensuciar» a las mujeres israelíes.

Secuestradas

La inquietud del ejército y, sobre todo, de los familiares de los rehenes se traslada ahora a los túneles donde la organización islamista mantiene secuestradas a unas 130 personas; de ellas, una veintena son mujeres. Un informe forense constata que los abusos sexuales han continuado durante el encierro. Una decena de los 105 cautivos que han sido entregados a las autoridades israelíes han reconocido las agresiones, y testimonios como el de Aviva Siegel, liberada la semana pasada, aseguran que otras prisioneras están «siendo tocadas» y sufriendo vejaciones en los oscuros refugios subterráneos donde Hamás los ha ocultado. Ya el martes, Estado Unidos aseguró que la coalición yihadista era reacia a liberar a mujeres para que no revelasen las violaciones.
El jefe de la Unidad de Medicina Forense de Israel, Ricardo Nachmann, ha confirmado en una entrevista en CNN haber observado la huella de los abusos «no en menores, pero sí en adolescentes y prepúberes». «Sé de hombres que han contado lo que han pasado», ha añadido. Su oficina cuenta con seis equipos de especialistas centrados en asistir a los rehenes liberados. Tel Aviv reconoce que en este grupo hay un muro de silencio porque muchos «no quieren hablar» y otros tienen familiares todavía secuestrados y temen que los yihadistas tomen represalias en caso de realizar declaraciones.


Y las subnormales de izquierdas, saliendo a manifestarse por esta escoria.

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¿Coherencia? ¿Qué es eso? :facepalm
 
Última edición:
Esto tendría valor si se exigiese la liberación de los rehenes de manera inmediata, en la misma resolución, y antes del alto el fuego.
 
En la operacion especial, un barco ruso aparcado en Crimea llamado Novocherkassk habria quedado "dañado" en un ataque ucraniano. Dentro del concepto "dañado" de los rusos, indicar que algunas piezas del mismo habrian acabado a un kilometro de distancia de donde se encontraba aparcado. Tambien se dice que la municion norcoreana seria de calidad buena buena, tanto que habria dañado equipamiento y ocasionando accidentes a los que la utilizan.
 
También un buque de grano se llevó ayer una mina rusa puesta.

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Maduro ordena "acción defensiva" ante la llegada a Guyana de un "amenazante" buque británico


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Ojo cuidao, que la cosa es mu seria. :digno


 
Lo mejor el "Despliegue de medios AEROESPACIALES" Si al final la NASA al lado de ellos se va a quedar en un grupete de amigos con cohetes de fallas.
 
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