El país de Nunca Jamás
Santiago Niño Becerra - Viernes, 12 de Febrero
Se preguntarán que demonios pinta la fábula de Peter Pan en esta página y en estos momentos: todo.
Nunca Jamás era -es- un lugar que existía en los sueños, que tenía existencia en una existencia al margen de la realidad. Salvando las distancias eso es los que los IPGSI son: lugares que han vivido en los sueños. (Lo escribo así para no herir susceptibilidades, y no, no incluyo a Turquía porque pienso que Turquía juega en otra liga, ni a Dubai: Dubai estaba más allá de Nunca Jamás, ni a los exURSS del Báltico: ni se les llegó a meter, ni, evidentemente al The UK).
Lo que, pienso, en el fondo, fondo está poniendo de manifiesto la problemática de los IPGSI es muy simple: que nunca debieron entrar en el área monetaria euro; simplemente eso. Todo lo demás es consecuencia de su entrada, se coció como consecuencia de su entrada.
Cuando empezó a diseñarse la implantación del euro, recuerden que ninguno de los IPGSI se hallaba en las quinielas que se hacían, ¿por qué?, pues porque su estructura productiva, su productividad, no eran las idóneas ni las convenientes ni para soportar las tensiones que el euro iba a ocasionar, ni para contribuir a la estabilidad que una moneda única requiere. En España fuimos muy escasos quienes dijimos que el reino pagaría muy cara su entrada en el euro una vez que su entrada fue confirmada, y aún fuimos menos los que dijimos que, con todo, aún era peor que se quedase fuera.
Que duda cabe que el que España fuese miembro del euro posibilitó y favoreció el ‘España va bien’ y todas las variantes posteriores. Siempre hemos explicado la película en una dirección: el euro contribuyó al crecimiento (ficticio, a deuda) español, pero casi nunca desde la otra dirección: el que España estuviese en el euro hizo posible que entidades financieras de aquí y de allá (más de allá) realizasen negocios espectaculares prestando a las de aquí y a quienes iban a invertir aquí.
A la luz de la racionalidad económica, España no tenía que haber entrado en el euro, pero fue metida en el euro para que fuesen posibles una serie de negocios millonarios; vale, OK, el problema radica en que las deudas han de pagarse y cuando lo que posibilitaba ese ‘ir bien’ se acabó: la especulación inmobiliaria y sus variantes, el rey se quedó desnudo. ¿La contrapartida de eso?, la deuda que no puede ser pagada; ¿la otra cara de la moneda?, una productividad ridícula, una población activa de 23 millones de personas que deberían ser ocupadas, una inversión pobre, un PIB de bajo valor. Eso es lo que los mercados están diciendo: ‘hicimos negocio, pero estamos acojonados por las consecuencias financieras de aquello porque fue incorrecto: ¿va a poder pagar España lo que debe teniendo en cuenta lo que tiene y considerando lo que le hace falta tener?. Eso España, el resto de los IPGSI, igual.
Analícenlo: son países en los que muy poco hay detrás, precisamente por eso eran idóneos para dar el golpe de mano crediticio-financiero-especulativo-inmobiliario, con dinero ajeno, llevado, invertido, y en su momento, cobrado, solo que ahora es impagable. Y por eso Alemania, y Francia, quieren ayudar a Grecia: porque así están ayudando, de nuevo, a sus bancos. (¿Son activos tóxicos los títulos de la deuda griega?, si no lo son, ¿llegarán a serlo?, a día de la fecha, ¿qué es un activo tóxico?); y por eso el ejecutivo español está tan contento: ‘si a Grecia sí, a nosotros también?. Problema: como con el Fondo de Garantía: no hay para todos, pero incrementado: puede ser más interesante ayudar a uno/s que a otro/s. La deuda: ya estamos llegando al final: cuando se acaba la capacidad de endeudarte ha llegado el final.
Ha sido el país de Nunca Jamás: ha sido, ya no es, ni lo será más.
(¿Se han dado cuenta de que hay una cosa de la que ya no se habla en España?: el paro: sobre él ya nada se dice. Ahora se hablan de cosas difusas (para el gran público, para la gente de la calle): la deuda de los Estados: ‘¿qué deuda?’; se habla de lo general, pero no de lo concreto que puede ser fácilmente extrapolable: no del desempleo, por ejemplo: estamos llegando al final).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.