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Respuesta: La metastasis financiera: camino a la perdicion
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¿Hubo milagro económico español?
Publicado por Andres Gonzalez - 16/05/2011 a las 18:20:00
El milagro del crecimiento económico español es un mito.
El llamado “milagro español” es un mito extraordinariamente extendido. Es una manera de nombrar al considerable crecimiento del PIB y del empleo que tuvo lugar durante el gobierno Aznar y la primera legislatura de Zapatero. Pero, como mítico que es, este fenómeno no puede explicarse por una buena gestión político-económica ni por una mejora de la productividad nacional. Este espejismo se explica, más bien, por la confluencia de elementos tan prosaicos como la acumulación de población (fundamentalmente inmigrante), de deudas y de viviendas.
La atribución de paternidad de esta senda prodigiosa de nuestra economía y su extrapolación al infinito no es patrimonio exclusivo del PP: veíamos, en enero de 2007, a un exultante José Luis Rodriguez Zapatero alardear del crecimiento económico en España y, por aquellos jubilosos días, pronosticaba que en 2010 España superaría a Alemania en renta per capita. Y es que, en aquel pasado hoy tan remoto, España creaba el 60% de los puestos de trabajo de la UE.
Gráfico 1: Población activa España (Fuente: Ed Vicens Vives)
En solo 14 años, España sumó un 50% más de trabajadores, pasando de 12 a 18 millones de ocupados.
La llegada de población inmigrante es la clave para explicar este incremento de la población activa. El número de trabajadores extranjeros pasó de 0,3 millones en 1991 a 6,7 en 2011 (de los cuales 1 millón adquirió la nacionalidad española). Esta población disparó la demanda de vivienda en alquiler y en propiedad.
Este crecimiento demográfico y del mercado inmobiliario se hizo acompañar del consiguiente crecimiento desaforado del crédito y de la deuda externa.
Gráfico 2: Deuda externa, PIB, deuda pública y crédito privado (Fuente Rankia)
Entre los años 1995 y 2011 el crédito creció en 1,5 billones de euros: un 150% del PIB. La mitad de este crecimiento fue fruto del endeudamiento externo.
Este endeudamiento sirvió fundamentalmente para financiar el déficit comercial e impulsar la burbuja inmobiliaria (por entonces se construyeron 6 millones de viviendas y, pese a ese volumen, el precio creció un 250% entre 1996 y 2007).
Endeudarse y gastar a manos llenas no suena especialmente sobrenatural ni prodigioso. Está más cerca de un truco de Tamariz o de una trapacería del papa Clemente que de las taumaturgias realizadas por seres de naturaleza real o divina: si tan bajo ponemos el listón para calificar cierto arte de biribirloque de milagro, quizá el próximo beatificable sería el mismísimo Sid Vicious.
España quebrada, y salvada por el PP en el 96
Pero el mito del milagro español tiene su leyenda fundacional -su Covadonga particular- según la cual la providencial llegada del PP al gobierno en 1996 salvó a las pensiones de la quiebra -tras lo cual, se iniciaría una etapa de gloriosa prosperidad cuya marcha triunfal no se detendría hasta la resaca política del 11-M. Hasta ese momento, España iba bien.
No importa si es Rajoy, Ansón o un anónimo comentarista de este blog quien describa el prodigio. Canela fina académica o letanía popular, lo cierto es que el ritual se repite con la misma parsimonia crítica:
1) cuando el PP llegó al gobierno en 1996, la arcas del Estado estaban en bancarrota; además,
2) el gobierno del PP redujo la deuda, que por entonces crecía disparada; pero, finalmente,
3) Zapatero dilapidó tan suculenta herencia.
Estas afirmaciones son falsas o, cuando menos, muy inexactas. La insistencia con que se repiten no las hace más precisas ni más verdaderas.
1) En primer lugar, no es exacto que España estuviera en bancarrota en 1996. Es verdad que el gobierno de Aznar, con los presupuestos del Estado prorrogados, tuvo que pedir un préstamo de urgencia de 3.000 millones de € para pagar las retribuciones extraordinarias de las pensiones. Esto es un hecho. Pero también lo es que el préstamo que entonces se pidió para liquidar las pensiones supone solo un 3% del FROB (constituido inicialmente por un importe de 90.000 millones). Es decir, que si el agujero de 1996 era una quiebra, habrá que buscarle un nombre más rimbobante al socavón que las Cajas van a hacer en el patrimonio público.
Y con el agravante de que, además, en el caso de las Cajas no se trata de una necesidad presupuestaria puntual: solo Bankia y la CAM pierden más de 8.000 millones de euros de patrimonio al año.
2 y 3) Además, la deuda pública se estabilizó, entre 1995 y 2.008, en 300.000 millones de euros. Por otra parte, no es cierto que en 1996 la deuda pública estuviese disparada: se había comenzado a controlar en 1995, como se puede ver en el gráfico 2, y hasta 2008 no vuelve a crecer de manera significativa.
Las medidas oportunistas (populistas, innecesarias y, en definitiva, ineficaces) del PSOE (Plan E, cheque bebe, subsidio de 400€, subvenciones al automóvil o al carbón) no son la clave para explicar los 300.000 millones en que se ha incrementado la deuda pública. Con toda su superfluidad y su tufo electoralista, todas esas medidas apenas suponen el 10% del incremento de la deuda.
El agujero de las cuentas públicas se explica, sin embargo, por las prestaciones por desempleo y la caída de ingresos fiscales. El gasto público creció en paralelo a la burbuja, y ahora la caída de los ingresos fiscales (que están al nivel de 2004) deja un déficit estructural que no parece que se haya corregido con las medidas de Mayo de 2009. Es de esperar, por tanto, que haya nuevos recortes -pese a lo que digan Rajoy o Rubalcaba, y con independencia de quién ocupe el poder.
Gráfico 3: Ingresos tributarios (Fuente: http://www.espanaeconomiaynoticias.com )
De ese modo, puede concluirse que el crecimiento económico fue ilusorio: se basó en coyunturas fortuitas que hoy no se pueden reproducir y en expectativas que hoy no podemos mantener ni alentar. La deuda, en cambio, es tan real como inasumible su socialización. Es imprescindible que se asuma esta realidad y no se consienta la digestión pública de una deuda privada que pondría en peligro la solvencia nacional.
Lo que ahora nos tenemos que preguntar es si nos cabe esperar una recuperación tal que permita que 4 millones de trabajadores vuelvan al mercado de trabajo y paguen impuestos, lo cual nos evitaría tener que recortar el gasto público un 30%. Sin embargo, no parece previsible dada la cualificación de buena parte de los desempleados.
La cuestión es, entonces: ¿se puede reducir el gasto público un 30% sin precarizar la educación, la sanidad y las pensiones?
A la luz de estas preguntas, es sorprendente que se reconozca -es más, que su alusión constituya un cliché periodístico- la realidad de la burbuja inmobiliaria y que, a pesar de eso, el debate político y económico se centre en asuntos como las partidas de las autonomías o el gasto en coches oficiales, en organizaciones sindicales o en ayudas a la Iglesia, y que no se plantee seriamente si son viables las grandes partidas del presupuesto público o la capitalización pública del sistema financiero. Siendo conveniente y necesaria su discusión no son estos, ni mucho menos, los temas cuyo esclarecimiento nos ayudará a dar con una solución a nuestros problemas más acuciantes.
¿A quién le conviene y hasta cuándo mantener la ficción de una recuperación fuerte?
Ps: A propósito de mitos y leyendas fundacionales, propongo ilustrar este post con las célebres crónicas musulmana y cristiana de la batalla de Covadonga.
Dice Isa Ibn Ahmand al-Raqi que en tiempos de Anbasa Ibn Suhaim al-Qalbi, se levantó en tierras de Galicia un asno salvaje llamado Belay [Pelayo]. Desde entonces empezaron los cristianos en al-Ándalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder, lo que no habían esperado lograr. Los islamistas, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país hasta que llegara Ariyula, de la tierra de los francos, y habían conquistado Pamplona en Galicia y no había quedado sino la roca donde se refugia el rey llamado Pelayo con trescientos hombres. Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían que comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo «Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?». En el año 133 murió Pelayo y reinó su hijo Fáfila. El reino de Belay duró diecinueve años, y el de su hijo, dos.
Alqama entró en Asturias con 187.000 hombres.6 Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva y que el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de una cueva. El obispo Oppas subió a un montículo situado frente a la cueva y habló así a Rodrigo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?». El interpelado se asomó a una ventana y respondió: «Aquí estoy». El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos». Pelayo respondió entonces: «¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?». El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito». [...] Tenemos por abogado cerca del Padre a Nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos [...]. Alqama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como a Dios no le hacen falta lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los caldeos emprendieron la fuga…
Crónica de Abelda
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