El Rey Don Felipe debería tratar de pararle los pies (en la medida de sus posibilidades) a esa pandilla de impresentables que están en el Gobierno arruinándonos a todos, y no dejarse mangonear.
Por ejemplo, negándose a participar, junto a Carmen Calvo, en la inauguración de la "exposición conmemorativa" de Azaña (que no es más que el pistoletazo de salida de una nauseabunda campaña de blanqueamiento de su figura: ni "intelectual", ni "estadista"...ni NADA). ¿Qué diablos hacía allí?
Si se cree que transigiendo en cosas como ésa le van a dejar en paz (a él y a la institución monárquica) está muy equivocado. Sé que el Rey trata de capear el temporal para que, cuando llegue el momento, la princesa, su hija, mantenga el trono... pero, ¿de qué vale conservar una institución si la vacías completamente de significado; si la pones al servicio de sus más acérrimos enemigos, convirtiéndola en otra cosa? En la vida, a veces, hay que arriesgar. Y, si hace falta, incluso perder... pero con orgullo, coño. Defensores no le vamos a faltar; sólo le pedimos que sus acciones sean dignas de un Rey.
Y la Iglesia, callada también con el tema de la eutanasia... pensando que tal vez así puedan salvar los muebles (¡qué equivocados están!). Una actitud cobarde y medrosa (indigna de hombres de fe) que da alas a sus enemigos (cada vez más envalentonados al ver que, hagan lo hagan, no pasa nada y nadie protesta).
Tiempos muy oscuros, los que estamos viviendo.