Simón Bolívar (1783-1830) es una de las figuras históricas más injustamente mitificadas y blanqueadas, bajo el falso pretexto de considerarle un “libertador”.
Nacido en Caracas cuando era una ciudad española e hijo de una familia acomodada, siendo muy joven fue enviado a estudiar a Madrid, donde a los 19 años se casó con María Teresa del Toro, una madrileña de familia noble que falleció dos años después debido a una enfermedad.
Tras conocer las ideas revolucionarias en la Francia de Napoleón, aprovechó la invasión francesa de la Penínsuna Ibérica para extenderlas a los territorios españoles de América del Sur,
alzándose en armas contra España, demostrando por los prisioneros de guerra el mismo desprecio que manifestaron las tropas de Napoleón en la España peninsular.
Un cuadro representando la firma por Simón Bolívar del “Decreto de guerra a muerte”.
El ‘Decreto de guerra a muerte’ firmado por Bolívar contra los españoles
El 15 de junio de 1813, en Trujillo (actual Venezuela),
Bolívar firmó el llamado firmó el llamado “Decreto de guerra a muerte”, en el que ordenó lo siguiente:
“Todo español que no conspire contra la tiranía en favor de la justa causa por los medios más activos y eficaces, será tenido por enemigo y castigado como traidor a la patria, y por consecuencia será irremisiblemente pasado por las armas“. Es decir, que acusaba de traición y condenaba a muerte a todo español que no se uniese a su rebelión contra España.
El que lanzaba esa acusación de traición era alguien que había traicionado a España en plena invasión francesa.
Concedió un ‘indulto general y absoluto’ a los criminales que se uniesen a él
En el mismo texto,
Bolívar concedió “un indulto general y absoluto a los que pasen a nuestro ejército con sus armas o sin ellas”, criminales incluidos, diciéndoles:
“vuestros hermanos os perdonan y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en la íntima persuasión de que vosotros no podéis ser culpables y que sólo la ceguedad e ignorancia en que os han tenido hasta el presente los autores de vuestros crímenes, han podido induciros a ellos”. Bolívar añadía:
“Contad con una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y propiedades; el solo título de Americanos será vuestra garantía y salvaguardia”. Es decir, que
según el decreto de Bolívar, el origen y la ideología de una persona pesaban más que sus hechos y bastaban para absoverla de cualquier crimen. Una forma de pensar puramente totalitaria.
Bolívar resumía su aberrante filosofía en la parte final del decreto, con estas palabras:
“Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables”.
La referencia a los canarios se debe a que muchos de ellos lucharon en el bando leal a España, siendo tratados inhumanamente por Bolívar a causa de ello.
Los documentos del gobierno de Simón Bolívar ordenando la decapitación de cientos de prisioneros españoles, enfermos incluidos, publicados por La Gazeta de Caracas el 2 de mayo de 1815 (Fuente:
Universidad Católica Andrés Bello).
La decapitación de cientos de prisioneros y enfermos españoles en La Guaira
Las atrocidades cometidas por orden de Bolívar en virtud de ese decreto fueron expuestas en La Gazeta de Caracas (el primer periódico de Venezuela) del 2 de mayo de 1815 (
se puede ver aquí una copia del original, en las páginas 4 y 5). El médico y periodista José Domingo Díaz publicó abiertamente
los documentos en los del régimen de Bolívar justificaba sus fusilamientos de españoles en La Guaira, denunciando las atrocidades cometidas por el “libertador”:
13 de febrero de 1814: “En obedecimiento à órden expresa del Excmo. Sr. General-Libertador para que sean decapitados todos los presos españoles y canarios reclusos en las bóvedas de este puerto, se ha comenzado la execucion pasándose por las armas esta noche a cientos de ellos“.
14 de febrero de 1814: “Ayer tarde fuéron decapitados ciento cincuenta hombres de los españoles y canarios encerrados en las bóvedas de este puerto, y entre hoy y mañana lo será el resto de ellos”.
15 de febrero de 1814: “Ayer tarde fuéron decapitados doscientos quarenta y siete hombres de los españoles y canarios, y solo quedan en el hospital veintiun enfermos, y en las bóvedas ciento y ocho criollos”.
16 de febrero de 1814: “Hoy se han decapitado los españoles y canarios que estaban por enfermos en el hospital, último resto de los comprehendidos en la órden de S.E.”
El mismo ejemplar de La Gazeta de Caracas señalaba que el 25 de febrero de 1814, en Caracas, se habían dado cumplimiento de las órdenes dadas por Bolívar,
“habiéndose pasado por las armas, tanto aquí como en La-Guayra, todos los españoles y canarios que se hallaban presos en nùmero de mas de ochocientos, contando los que se han podido recoger de los que se hallaban ocultos”.
El decreto de Bolívar fue el inicio de una «guerra de exterminio»
En
“La guerra total de Bolívar. Guerra, política y revolución en la era de la independencia” (publicado en el nº35 de la Revista Colombiana de Estudios Militares y Estratégicos), el profesor Daniel Emilio Rojas Castro, de la Universidad Grenoble Alpes, escribió:
“La ejecución del decreto de “Guerra a muerte” tuvo implicaciones inmediatas; en pocas semanas, casi todos los españoles y canarios capturados fueron asesinados“. En el mismo escrito, Rojas señala que
“en febrero de 1814, Bolívar ordenó el fusilamiento de 886 prisioneros en Caracas, mientras que todos los pacientes españoles del hospital de La Guaira fueron asesinados a cuchilladas para conservar la munición”. Rojas añade:
“El decreto de “Guerra a muerte” fue el inicio de una guerra de exterminio que borró las fronteras entre combatientes y no combatientes. Si esta distinción era clara en los periodos de paz, en el entorno de violencia imperante, los límites entre un grupo y otro eran cada vez más difusos. La generalización de la violencia llevó al estamento militar a considerar que cualquier interacción entre militares y civiles de bandos contrarios podía convertirse en una amenaza para la independencia, y en este sentido, era legítimo atacar indiscriminadamente a militares y civiles que defendieran la soberanía del Rey español. Con el decreto de “Guerra a muerte”, la violencia dejó de ser uno de los resultados del proceso revolucionario, para convertirse en uno de los factores que configuraron todo el contexto político y militar de los enfrentamientos entre patriotas y monárquicos”.
Retrato de Simón Bolívar por Ricardo Acevedo Bernal (1867-1930).
Ordenó asesinar a prisioneros españoles delante de sus familias
El historiador Manuel Hernández González, catedrático de Historia de América de la Universidad de La Laguna, escribió lo siguiente en
“La guerra a muerte. Bolívar y la campaña admirable (1813-1814)” (Ediciones Idea, 2014):
“mucho antes de las ejecuciones masivas de febrero de 1814 en La Guaira y Caracas, los valles de Aragua dejaron una prolija relación de españoles y canarios ejecutados en acto público ante los ojos estupefactos de sus parientes y amigos. El mismo 14 de agosto de 1813, en comunicación al presidente del Congreso de Nueva Granada, el Libertador especificó que «después de la batalla campal del Tinaquillo, marché sin detenerme por las ciudades y pueblos del Tocuyito, Valencia, Guayos, Guácara, San Joaquín, Maracay, Turmero, San Mateo y La Victoria, donde todos los europeos y canarios más criminales han sido pasados por las armas»”.
Citando los escritos del propio dirigente venezolano, Hernández señala que en Puerto Cabello,
Bolívar utilizó a los prisioneros españoles como rehenes para exigir la rendición, amenazando con asesinarlos: “el único medio de salvar a los innumerables prisioneros españoles e isleños que están en mi poder, y le he hecho entender que a la menor dilación serán exterminados todos“.
Hernández también señala que en la localidad de La Victoria,
los canarios Mateo de Torres y Francisco Díaz fueron mutilados y degollados salvajemente. También señala que en Los Valles de Aragua,
“donde la presencia de españoles y muy especialmente de canarios era bien notable, y donde sus redes de paisanaje y parentesco estaban muy extendidas, las ejecuciones fueron muy comunes desde los primeros días de agosto de 1813“. El historiador también señala que Carúpano la persecución contra los españoles fue “particularmente despiadada”, y que allí
“fueron «arcabuceadas» hasta las mujeres“.
La ejecución de 36 españoles como resultado de un frívolo y macabro banquete
Sobre las ejecuciones en Caracas, Hernández recoge el testimonio de José Domingo Díaz, señalando que
“el 18 de agosto de 1813 fueron puestos en prisión la mayor parte de los españoles y canarios que existían en Caracas y demás pueblos”, y el día 20
“corrió la primera sangre del modo más escandaloso que el mundo ha visto jamás“. Los fusilamientos se llevaron a cabo de la forma más arbitraria, frívola y macabra:
“En aquel día dio el Sedicioso Rivas un convite en su casa, cuyo total de convidados ascendía a 36. A las 5 de la tarde el Doctor don Vicente Tejera, uno de ellos, pidió el permiso para un brindis; y concedido, manifestó que era preciso solemnizar aquel acto con brindar cada concurrente por la muerte de uno de los presos que se designase; se formó la lista correspondiente, y media hora después perecieron 36 personas en la plaza de La Catedral”.
Las ejecuciones masivas no se limitaron a Caracas y La Guaira.
“En los primeros meses de 1814 los patriotas fusilaron sistemáticamente a los prisioneros españoles y canarios en Valencia y en otras localidades“, señala Hernández. La limpieza étnica desatada por Bolívar contra los españoles
llevó al canario José “Chepito” González, antiguo partidario de la causa independentista, a pasarse de bando y pedir permiso a España para transportar varios cientos de milicianos desde Canarias a Caracas, para sumarse a la causa realista.
Una limpieza étnica que acabó perjudicando al movimiento independentista
Hernández señala que el “Decreto de guerra a muerte” de Bolívar y las atrocidades que ordenó contra los españoles acabaron perjudicando a la imagen exterior de su causa independentista. La prensa parisina señaló:
“las últimas noticias de Caracas, recibidas en Nueva York por el navío Henry Guilder, dicen que los patriotas han llevado al frenesí hasta proscribir sin distinción a todos los nativos de la vieja España y de las Islas Canarias. Se exceptúan muy contadas personas por creérseles firmemente adictas a su causa. Es imposible determinar el número de víctimas, pero, según los informes de Calabozo, Caracas, La Guaira, etc., se acercaría a los tres mil. Parece que estos afortunados europeos, una vez llevados ante una especie de tribunal, son ejecutados militarmente y luego saqueadas y quemadas sus casas“.
Así mismo, el historiador señala varios ejemplos de
los chantajes llevados a cabo por el gobierno de Bolívar para exigir el pago de un rescate para evitar una ejecución, en algunos casos llevando a cabo el asesinato a pesar del pago de esa extorsión por parte de los familiares del reo.
“La falta de recursos para el sostenimiento del aparato del Estado y del ejército llevó a las autoridades a un afán desmedido para incautar sumas de dinero a los españoles y canarios y a sus descendientes“, señala Hernández.
“Incluso de los fallecidos por muerte natural y heredados por su mujer procedió el tribunal de secuestros”.
Una estatua ecuestre de Simón Bolívar en Cádiz, España, fruto de un obsequio de Venezuela. Son varias las ciudades españolas que tienen monumentos dedicados a ese personaje que ordenó asesinar a cientos de españoles (Foto:
Pedro M. Martínez Corada / Wikimedia).
La leyenda rosa de Bolívar y la leyenda negra antiespañola
Es algo incongruente llamar “libertador” a un personaje como Bolívar, porque
ejerció dos veces como dictador (en Perú y en la Gran Colombia), porque en tierras peruanas
impuso una censura de prensa, que incluso castigaba con penas de hasta 6 años prisión a quienes hablasen mal de su gobierno, porque
estableció un impuesto a los indígenas por el mero hecho de serlo y porque, además,
cometió crímenes de guerra como los que acabamos de repasar.
Pero si en ciertos países tienen motivos nacionalistas para llamarle “libertador” (un significativo indicio de lo que entienden por libertad),
lo realmente absurdo e indignante es que Bolívar tenga monumentos en su honor en España tras haber ordenado asesinar a miles de españoles que eran prisioneros de guerra e incluso enfermos de hospitales. El colmo de todos los disparates es que haya políticos españoles, que cobran sueldos públicos que pagamos todos y que incluso forman parte de nuestro gobierno, y que le reverencian y
promueven una leyenda rosa de ese tirano y criminal, mientras respaldan toda leyenda negra antiespañola. Ya va siendo hora de poner fin a tanta falsificación de la historia y a tanta sinrazón.