JohnDoe
Tó lo gordo y tó lo negro
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Respuesta: La Monarquía. Presente, pasado y futuro.
cloc
El Rey y la sanidad (no tan) pública
Xavier BOSCH
Sí. El Rey se ha asustado por un nódulo en el pulmón y ha buscado al mejor especialista. Lo ha encontrado en Barcelona. Con la de médicos que tenía en Madrid, venir a operarse aquí ha sido un magnífico espot para los cirujanos catalanes, ya con suficiente prestigio. En 80 horas, ha venido, lo han abierto, se lo han extirpado y le han dado el alta en el Hospital Clínic. Luego, y con la alegría de saber que todo era benigno, ha dado el titular: «Debemos estar orgullosos de la sanidad pública». Efectivamente. Pese a la falta de médicos, de camas y el excedente de colas y listas de espera, tenemos –en general– una sanidad pública de primer nivel que parece regirse por una máxima: cuanto peor estás, mejor es el servicio. Pero me da la impresión de que el Rey ha salido por la puerta de la calle de Villarroel sin saber exactamente dónde ha estado. La versión oficial dice que, en nombre de la «seguridad», ha pasado cuatro días en una cómoda habitación de la séptima planta. Es decir, ha estado en Barnaclínic. Barnaclínic es una clínica privada dentro del hospital público del Clínic. La idea incipiente tal vez no era mala: dado que muchos médicos que por la mañana trabajan en la sanidad pública, por la tarde atienden en consultas privadas, alguien pensó que era mejor montar la propia consulta privada dentro del Clínic. La solución es legal, pero éticamente reprobable. Primero, tal y como denuncia la CGT, porque se emplean servicios y material de la sanidad pública para beneficio privado. Y segundo, porque sé de casos que por la mañana entran por la puerta de la seguridad social, les dicen cuántos meses tienen que esperar para hacerse una resonancia magnética y, entonces, allí mismo, les ofrecen la posibilidad de hacerse la prueba una tarde de la misma semana. Eso sí, en Barnaclínic, y pasando por caja. Así funciona un tinglado que, además de ser competencia desleal para las clínicas privadas que no se aprovechan del gran flujo público de clientela para captar pacientes hacia el negocio privado, constituye una enorme injusticia para quienes no se lo pueden pagar. De esto, claro está, al Rey no le han contado ni mu.
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