A veces, el hombre tiene la impresión de que su papel consiste en adivinar lo que ella quiere, o se espera de él que posea la habilidad de leer el pensamiento. Esta vaguedad aparente es lo que se conoce como «discurso indirecto». El discurso indirecto de la mujer tiene un objetivo: evita la agresión, la confrontación y el desacuerdo y, por lo tanto, genera relaciones y entendimiento con los demás. Esta forma de actuar encaja a la perfección con la intención general de la mujer de preservar la armonía.