Es todo lo que esperábais en Indiana Jones 4 y no lo encontrásteis. La aventura, el misterio, los personajes... Es inmensa, sin dejar a un lado su legado cartoon que tanto chiflará a los fans de la creación de Hergé.
Y lo mejor nos lo da Spielberg, convirtiendo a la cámara en un personaje más: vivo, inquieto y curioso, como si los encuadres, las setadycams y los travellings fueran una extensión más de la personalidad de Tintín, lejos de las alocadas virguerías que Robert Zemeckis nos brindaba en sus otras creaciones mocap, ya caducas, ante la viveza desbordante de las miradas de unos muñecos CGI que, en cuestión de segundos, se vuelven reales ante nuestros ojos.
Mil millones de demonios, qué bueno que volviste, judío.
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