Damon Lindelof explota: "No voy a seguir defendiendo el final de 'Perdidos'"
En la era de twitter no hay medias tintas y los odios llegan inmediata y directamente a aquellos que se ven afectados por ellos. Algunos se lo toman con filosofía e incluso ironía; otros huyen despavoridos de las redes sociales o cualquier cosa que se les parezca. Y otros simplemente llegan a su límite. Esto último es lo que le ha ocurrido a Damon Lindelof que, a raíz de las reacciones al final de ‘Breaking Bad’ que aprovechaban la coyuntura para tirar piedras al de ‘Perdidos’, ha explotado definitivamente.
Cuenta que The Hollywood Reporter le ofreció escribir una columna tras la emisión del último episodio del drama de AMC, algo que aceptó encantado como fan loca de ‘Breaking Bad’ que es –algo que ha demostrado semana a semana mientras se emitían las desventuras de Walter White-. Sin embargo, ese artículo destinado a colocar a la serie en el panteón que se merece (sus palabras, y las mías de paso) se ha convertido en una declaración de intenciones. Tres años después de que el final de ‘Lost’ resultase en ríos y ríos de comentarios negativos que nunca han dejado de fluir, las alusiones y comparaciones constantes con ‘Breaking Bad’ han sido la gota que ha colmado el vaso de Damon Lindelof.
¿Y tú qué sabes? Después de todo, te cargaste ‘Perdidos’
Tres años después, aparentemente no es suficiente simplemente adorar el final de ‘Breaking Bad’. También tienes que odiar el de ‘Perdidos’. Sí, lo se. Buaaaa para mí. Debería irme a llorar sobre mis barriles llenos de dinero. Pero os juro que no busco empatía. Simplemente busco una forma de pararlo. Y no puedo.
Lindelof habla de lo magnífica que es la narrativa de ‘Breaking Bad’; que una serie pasa a ser brillante cuando no sólo trata de sus personajes sino también de sus espectadores. Cuanto mejor es la serie, más profundamente te fuerza a mirarte a ti mismo. Y el final de ‘Breaking Bad’ ha hecho que él se lo plantee todo. Hoy soy Walter White. Arrogante. Engreído. Egoísta. Busco las formas de culpar a todo el mundo menos a mi aunque está bastante claro que he sido yo el que me he hecho llegar a esta situación. Y aquí está la peor parte: aún soy lo suficientemente ingenuo para creer que puedo obtener cierto nivel de redención.
Personalmente quiero aplaudir a Damon Lindelof por su valentía y su honestidad. Pone todas las cartas sobre la mesa en relación a cómo le hace sentir la incesante caza de brujas a la que está sometido diariamente. Es sincero y crítico consigo mismo pero también con todos sus ex-fans. Y no es para menos. Todo el mundo tiene derecho a opinar y sentirse como quiera respecto al final de ‘Perdidos’, pero eso no legitima el negarle el derecho a seguir ofreciendo su punto de vista sobre cualquier cosa, sea un artículo elogiando ‘Breaking Bad’ o escribiendo una nueva serie. Porque aunque se pudiese afirmar objetivamente que el final de ‘Lost’ es malo (cosa que jamás ocurrirá ni con esto ni con nada aunque muchos estén convencidos de lo contrario), el no saber cantar no anula el criterio para identificar una buena canción. No hay que saber cocinar un risotto para poder afirmar con pasión lo sabroso que es.
El pacto de Lindelof con el espectador
Lindelof se pregunta algo que yo llevo preguntándome mucho tiempo… ¿la gente no se cansa de odiar? Él, como Walter, quiere ser libre y dejar también libres a los demás. Así que acaba el artículo con una propuesta, un pacto. Los haters asumirán que él sabe cómo se sienten respecto al final de ‘Lost’. Les ha escuchado y pensará en su insatisfacción siempre y para siempre; permanecerá con él hasta que yazca moribundo con una cámara elevándose lentamente sin importar si es un perro solitario o un equipo SWAT el que se acerca mientras exhala su último aliento. A cambio, él dejará de hablar de ello. No porque se sienta por encima sino porque ya ha aceptado que nunca conseguirá cambiar mentes ni corazones. No convencerá a nadie de que no estaban muertos desde el principio ni se ofenderá porque lo sigan creyéndolo a pesar de las infinitas veces que lo ha negado.
Que un guionista tenga que llegar a estos extremos es realmente aterrador. Hace mucho que el diálogo dejó de serlo y han llevado a Damon Lindelof hasta el punto de casi rogar que todo esto pare. Seguramente esta actitud será criticada por muchos; le contestarán airosos que asuma la responsabilidad de su trabajo y que apechugue con lo hecho, para bien y para mal. Pero cuando toda tu existencia se pone en tela de juicio por una multitud con antorchas virtuales que quema todo lo que dices o haces allá donde vayas, se acabó el tragar. Como parte de la minoría que aún defiende el final (el final, no la sexta temporada), entiendo esa sensación de hastío cuando toca exponer tu punto de vista. Porque ya no es una cuestión de debate, es una cuestión de que éste vaya seguido del descrédito. Cierro con las últimas palabras que añade Lindelof tras el pacto.
Sigo defendiendo el final de ‘Lost’. Es la historia que queríamos contar y la contamos. Sin excusas. Sin disculpas. Miro atrás, al final, con tanto cariño como recuerdo el proceso de escritura de toda la serie. Y aunque siempre me importará vuestra opinión, ya no puedo ser esclavo de ella. Y aquí está el porqué:
Lo hice por mí. Me gustó. Se me daba bien. Y realmente me sentía… estaba vivo.
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