La impulsividad y la precipitación nos pierden. Paz, relajación, sentaos, queridos culés, en un sillón mirando el horizonte con una bebida en la mano, escuchando música de fondo y con la luz del sol en su apogeo, cubriendo con sus cálidos rayos todo lo que tiene a su alcance en un día despejado. Pensar en estos momentos delicados, en las derrotas, en la dificultad de encadenar buen juego y victorias, en la mala suerte de los lesionados, en la ausencia de Messi, y cerrad los ojos. Y recordad cómo fue toda una época durante diez años, hace muy poco, casi nada, y no lo olvidéis. Este mal momento le da valor a los buenos. Fuimos grandes porque ahora somos pequeños. Ser los mejores de todos los tiempos, el mejor equipo de la historia del fútbol, no fue un regalo. Y ahora lo vemos. Lo que pasamos ahora es necesario para valorarlo. Vivimos tanto tiempo asombrados que perdimos el asombro por el camino. Hoy necesito el desastre porque así más disfruto del pasado y nuestra historia. Y en el fondo sabemos que lo único que ha pasado es que los dioses nos hemos tomado un descanso.