Gigante, este tío es un gigante
Fútbol masculino, fútbol femenino
La ecuatorial de nuestra era ya no es entre derecha e izquierda, ricos o pobres ni por supuesto entre blancos o negros o gitanos. Es entre el fútbol masculino y el fútbol femenino. Fútbol masculino es el Madrid, fútbol femenino es el guardiolismo. El fútbol masculino es ganar, un Estado que se defiende aunque sea desde la cloaca. El fútbol masculino es Margaret Thatcher atajando la polémica por los dos terroristas abatidos del IRA: «Disparé yo». Fútbol masculino es pagar el precio de las cosas. Y de las personas. Ayuso es fútbol masculino. E Isabel Windsor.
Fútbol femenino es quejarse
del árbitro, el victimismo. Fútbol femenino es querer romper un Estado y ponerte a llorar cuando es el Estado quien te rompe el culo. Fútbol femenino es amenazar con marcharse para llamar la atención y suplicar por detrás que no te dejen ir. Fútbol femenino es regalar las entradas y presumir de récord de asistencia al estadio.
Fútbol masculino es ir a misa y fútbol femenino es tener valores. Fútbol masculino son los Diez Mandamientos y fútbol femenino son los derechos humanos. ‘Imagine’ es fútbol femenino. El padrenuestro es fútbol masculino. El talento, el esfuerzo, el valor en el mercado, la libertad ligada a la responsabilidad, el amor como un deber y la alegría como una higiene son fútbol masculino. El colectivismo, el pretexto, la subvención, el riesgo cero, las cuotas, pretender vivir como si los actos no tuvieran consecuencias, la dejación de los derechos y la deprimente reivindicación pancartista son fútbol femenino. El veganismo es fútbol femenino. Y las dietas ricas en legumbres. Disparar para comer es fútbol masculino. Valentí Puig lo escribe: «Liebre abatida, bien muerta. ¡Qué buena escopetada!». El fútbol femenino es que el Barça diga que jugará la final de la Champions en Turín cuando nos han echado hasta de la Europa League. El fútbol masculino es inaugurar el nuevo Bernabéu antes de que Laporta ni siquiera haya empezado las obras del Camp Nou.
Fútbol masculino es andar perdido en medio de la nada y meterle 3 al City en su casa, y fútbol femenino es la rabieta de acabar contestando no más que en monosílabos, con la boca medio torcida, como si de tanto postureo afectado te hubieras tragado un támpax