La EVE es una enfermedad hemorrágica febril que comienza de forma brusca con fiebre, dolor muscular,
debilidad, dolor de cabeza y odinofagia. Evoluciona con vómitos, diarrea, fallo renal y hepático, exantema
máculo papular al 4º o 5º día y síntomas hemorrágicos que pueden ser en forma de hemorragias masivas
internas y externas. En el estadio final, los pacientes desarrollan un fallo multiorgánico que progresa
hacia la muerte o la recuperación a partir de la segunda semana de evolución.
El periodo de incubación es de 2 a 21 días y la tasa de letalidad es del 50-90%. No existe ninguna opción
profiláctica (vacuna) o terapéutica disponible.
La transmisión puede ocurrir a través del contacto directo con sangre, secreciones, tejidos, órganos u
otros fluidos corporales de personas vivas o muertas infectadas. La transmisión por contacto sexual
puede darse hasta 7 semanas después de la recuperación clínica, como ha sido documentado con el
filovirus Marburg y se supone para el virus Ébola. Además, la transmisión a los humanos también puede
ocurrir por el contacto con animales vivos o muertos infectados (monos, chimpancés, antílopes y
murciélagos). La transmisión de persona a persona se considera el principal modo de transmisión siendo
el riesgo mayor en la fase final de la enfermedad.