Me ha parecido una oportunidad desaprovechada, y es una pena porque Aster es un esteta bien dotado (muchas decisiones formales son indudablemente atractivas, como el plano invertido del viaje en coche o la profundidad de campo de las secuencias de la estancia en la comuna sueca, incluyendo ese efecto alucinógeno que despista sobre la realidad de lo vivido) y el prólogo es una pequeña pieza sombría y perversa que se revela como lo más contenido, efectivo e inquietante de toda la película (la manera de mostrar la gran tragedia es magistral). También hay una imaginería ritual, ancestral, que funciona bien casi siempre. Sin embargo, se pasa tres pueblos en la obviedad casi naif de la alegoría sobre las relaciones tóxicas, el pasado traumático y la obtenció de una liberación regeneradora con la nueva "familia". El subrayado es de brocha gordísima, de una sutilidad inexistente. Ese exceso es el mismo que estropea el impacto de esos highlights gore, donde se regodea (ejemplo martillazos) hasta despojar al momento del shock para convertirlo en algo cercano a la caricatura.
No me molesta demasiado la previsibilidad de lo que sucede y tampoco los referentes a los que alude, vistos ya muchas veces. Uno sabe a lo que va o bien lo intuye fácilmente. Quizás lo que peor me sienta es esa tendencia de Aster a perseguir la sensación de incomodidad sin medida, y tal es así que descuida la credibilidad no del relato (cuento de folk horror o de hadas, ok, tragamos) sino de los propios personajes, y me refiero al grupito de americanos. Excepto la prota, el resto son carne de cañón sin ningún interés ni carisma. Pésima definición de comportamientos, de reacciones. Cero complejidad o ambigüedad o empatía. Clichés andantes reducidos a la idiocia. ¿Cómo preocuparse por ellos? Todo está muy teledirigido a enaltecer al personaje femenino, único rol que merece la pena en algún aspecto.
Es decir, la pérdida de control es tan brutal que, cuando se desatan las hostilidades, la película se traduce en un sainete. Qué más da todo.
Pese a ello, estéticamente tiene su interés, alarga el tiempo narrativo o se detiene con intenciones sensoriales a veces logradas, el sonido y la música juegan un papel enervante y las astracanadas, no sé si parte de ellas de humor voluntario o involuntario, entretienen. Y bajo este cascarón, un vacío.