Lo último de Michael Bay sorprende, más que nada porque el cabrón llevaba un lustro haciendo la misma película una y otra vez, por lo que a poco que haya cambiado de registro, pues llama la atención. Aún así, ha perpetrado la que posiblemente sea una de sus títulos mejores y más “personales”, con ciertos aspectos que sorprenden viniendo de él. Y no nos engañemos, sigue siendo una película de Michael Bay…
…que sin embargo se centra en sus personajes, ellos son aquí los protagonistas, por encima del espectáculo pirotécnico vacuo y tontorrón para enanos mentales. Personajes tontos y superficiales, inadaptados sociales, perdedores que están solos en el mundo y se refugian en el culturismo o en la religión a falta de nada mejor con lo que llenar su existencia. La mirada de Bay es de abierto y consciente cachondeo hacia ellos, pero también humanista y compasiva.
Así, nos encontramos ante una historia criminal sórdida y disparatada, la odisea de dos Raskolnikovs postmodernos hasta el culo de esteroides, que únicamente puede ser contada a través de la caricatura, del esperpento y de la ironía. Esto es lo que don Miguel Bahía se propone, al menos antes de caer en sus excesos y tics de siempre, consiguiéndolo a ratos con bastante gracia. El resultado, una desmadrada comedia de humor negro que puede recordar por momentos a Scorsese, a Tarantino y a los hermanos Coen, y que cobra de repente la dimensión de una fantasía irreal y abstracta donde a uno le viene a la mente aquello de que “la realidad siempre supera a la ficción”.
Todo, eso sí, más intuido que desarrollado. El resultado es a todas luces alargado y excesivo para la historia contada, yéndosele mucho la olla. El montaje machacón apenas ofrece respiro, y la sutileza no existe para éste señor (el cartelito a media peli dirigido al espectador, lo aceptamos como gag aunque se pase de listo). Y por supuesto, todo su catálogo de estilo al completo: giros de 360º de cámara, travellings imposibles (y gratuitos), poses, encuadres molones, el ejército, puestas de sol, tías buenas… a la manera de un gran videoclip o spot publicitario.
Ojalá que Bay siguiese por estos derroteros, pero lamentablemente parece que va a seguir ocupado con sus malditos robots.