Toro Salvaje (1980), de Martin Scorsese
Pedazo de peliculón con todas las letras. Acojonante, desde los bellísimos creditos iniciales con la música de Mascagni, hasta el final. Amarga, sórdida, anti-heróica y brutal peli de boxeo que narra el ascenso y la caída de un personaje tan fascinante como odioso y repugnante, interpretado de manera absolutamente magistral por De Niro. Una grandiosa fotografía en blanco y negro, una increíble dirección de Scorsese, y una radiografía sin igual de un personaje cuyo talento y posibilidades de alcanzar el éxito absoluto se ven truncadas por su imposible carácter y sus múltiples problemas psicológicos (a saberse, el tío tiene de todo: bajísima autoestima, paranoia enfermiza, frustraciones sexuales, complejo de inferioridad... vamos, que Freud se pondría las botas con él). Toda la película está impregnada de un aura de violencia descarnada, tanto verbal, como física. Los combates son espectaculares, y eso lo dice alguien a quien no le gusta nada el boxeo, con esas dosis de extrema violencia absolutamente gráfica (que menos mal que es en blanco y negro, hay cierta escena que sería bastante gore, aunque es hasta poética), las hostias casi te duelen a tí, traspasando la pantalla.
En definitiva, un peliculón. Como pega, diría que es un poco simple, y que no se desvía nada del esquema de las pelis de "ascenso y caída" de un personaje (solo que desde una perspectiva pesimista, realista y desmitificadora), le faltaría algún momento o frase memorable y a ratos es un poco espesa, pero a parte de eso, una gran película, que nadie que aún no la haya visto se debería perder.
NOTA: 8