Pues anoche me vi STARMAN, de John Carpenter, una asignatura pendiente mía... en su estreno la vi en el cine, con cinco o seis añitos, y solo recuerdo que me acojonaba la escena inicial donde el alien se convierte en Jeff Bridges. Luego la volví a ver en vídeo hace unos quince años, y saqué la impresión de que era lo peor de Carpente, una película desangelada e impropia de él.
Pues bien, debo rectificar. ES una peli Carpenter 100x100. Se puede reconocer su estilo narrativo a la perfección, un mecanismo de relojería donde nada sobra ni falta. Sin duda es explicable la decepción que nos llevamos muchos en su día, pues una historia de amor "from beyond stars" era lo que menos podía esperarse del autor de "La cosa". Tenemos a un Jeff Bridges espléndido en su papel de benévolo turista extraterrestre que viene en respuest a la invitación que se envió en el satélite Voyager, y toma la imagen de un joven recién fallecido. Karen Allen como la afilgida "viuda" está maravillosa, no se que tiene esta chica, que la adoro en cada peli que la veo (Arca perdida, Desmadre a la Americana, Los fantasmas atacan al jefe...) una interpretación bastante dramática y lejos de los papeles que se le dieron en las comedias antes citadas.
En cada película suya, Carpenter realiza una desoladora crítica del sistema norteamericano: ya sea la ineficacia policial, los abusos de autoridad, los métodos de la Iglesia Católica o la corrupción del sistema político, y Starman no es diferente en ello: aquí tenemos a unos militares que, ante la noticia de la llegada de vida extraterrestre, solo piensan en ponerlo sobre una mesa y trincharlo, olvidando no solo las consideraciones morales, sino el hecho de que ellos mismos le "invitaron" a venir. El científico interpretado por Charles Martin Smith es la nota discordante, el único que siente verdadera curiosidad por conocer al visitante. Casi se puede hablar de paralelismos entre dicho personaje y el propio Carpenter: ambos son obligados a "adaptarse o marcharse del sistema", y si en la película son los militares quienes ejercen esa presión sobre el científico, Carpenter sostuvo una lucha similar con los grandes estudios (casualidad o no, el jefe de los militares se llama Fox).
En fin, toda una grata sorpresa que no perjudica ni mucho menos a su realizador, y pese a cierto exceso de ñoñería, sobre todo al final, es más que divertida y se encuadra sin problemas en la filmografía del tito John. Ahora, un día de estos incluso me atreveré a ver "Memorias de un hombre invisible"...