UNA JORNADA PARTICULAR, de Ettore Escola.
En 1938 en Roma, Hitler y todo su estado mayor visita la ciudad para asistir junto a Mussolini a unas jornadas de hermanamiento italogermano. Toda la ciudad acude a los desfiles y los fastos. En una casa de vecinos, un ama de casa cansada y prematuramente avejentada conoce accidentalmente a otro de los pocos que se ha quedado en su casa. Un presentador radiofónico solitario. Juntos, pasarán un extraño día lamiéndose las heridas que la vida les ha provocado. Minimalista y preciosa película sobre los oasis momentáneos de felicidad que ofrece la vida cuando es dura y cabrona. Sofía Loren y Marcelo Mastroianni están de apluso, y la dirección de Scola es soberbia. El último plano es de una tristeza infinita.
HONEYDRIPPER, de John Sayles.
No es la mejor película de Sayles, pero me da igual. Es posible que sea simplona, romanticosa en sus planteamientos y previsible pero tiene magia como todo lo que hace Sayles. En la Alabama de los años 50, el propietario de un desastroso local de música sólo para gente de color, ha de salvar su negocio contratando a un guitarrista famoso. Este no se presenta y ha de buscar un plan alternativo. De esas películas que parecen no contarte nada pero en cada secuencia hay mucha tela que cortar. Con unos diálogos cojonudos y una gran puesta en escena. Sayles es un artesano de esto. Sigue contando sus películas de forma pausada, reposada pero enérgica. En esta además habla del nacimiento del rockandroll, lo que la hace ganar puntos en mi escala.