Respuesta: Películas que vais viendo en casita
Las horas del día, de Jaime Rosales
Primer largo del infame director catalán donde ya da muestra de sus peculiaridades y de su particular mirada cinematográfica, que tantos odios y elogios ha venido arrastrando, sobre todo desde su inesperado descubrimiento con La soledad. Es la historia de un psicópata, mostrada a lo Haneke (referente inevitable): narración distanciada y contemplativa, carente de banda sonora y sin más trama que una sucesión de hechos cotidianos en la vida del protagonista (sigue habiendo una progresión calculada en todo lo que ocurre, aunque no lo parezca y de hecho se intente que no lo parezca). Es más convencional de puesta en escena y no hay polivisiones ni chorradas, pero sí hay esos planos fijos y esa tendencia a captar el realismo “desde fuera”, casi como una forma de voyeurismo (mostrar y no contar, lo reflejan por ejemplo esos planos de apertura y de cierre). Hace trizas las expectativas de quien se esperaría de tal premisa el que siguiera los vericuetos argumentales del thriller o algo similar, aunque no se halla extenta de emociones fuertes precisamente, con estallidos de violencia fuera de campo que en su crudeza y realismo logran el impacto que no alcanza lo explícito, así como cierto grado de suspense ante algunas situaciones por lo imprevisible de nuestro hombre.
Rosales la caga con los diálogos, que le quedan demasiado impostados precisamente por buscar ese naturalismo. Donde me parece brillante es en su visión sobre la figura del psicópata, que remite a Henry: Retrato de un asesino (pero en bueno y coherente) e incluso al Pascual Duarte de Cela. Aquí el asesino es tu vecino de al lado, tu amigo, tu novio, quien sea. El que siempre saludaba, como dice la vieja del telediario. Es un tipo absolutamente normal y sus actos atroces no se diferencian de los más humanos, por ello es un ser tan ambiguo y contradictorio que resulta muy difícil juzgarlo (Rosales no lo hace, se lo deja al espectador), por momentos incluso hay empatía y compasión ante sus problemas y su palpable y progresiva degeneración. Muy lograda la interpretación de Alex Brendemuhl, capaz de mostrarse o bien tan natural como cualquier persona, o bien inexpresivo e inescrutable (¿Qué cojones se le estará pasando por la cabeza?).
A mí me ha molado enormemente, pero te tiene que ir el rollo de Jaimito o te parecerá algo intragable (imagino). Más que una película con una personalidad marcada yo veo un cúmulo de referencias asumidas con talento y un par de cojones. Le debe mucho al austriaco más cabrón del cine moderno, tanto en sus pretensiones formales como en lo que aborda (la crítica a la sociedad y los cánceres que produce en el individuo, el peligro oculto tras una cotidianeidad aplastante y monótona, las búsqueda de una salida por métodos “extremos”…). Igual que con él, las causas y las consecuencias sólo se intuyen, y las preguntas no tienen respuesta.