La revancha de los novatos 3: Seguramente esta sea la más cutre de las tres entregas de esta saga que llevo vistas, la más nula técnica y artísticamente... y mira por donde, tiene el texto más entrañable, más interesante y más adulto de las 3. Han pasado muchos años, los novatos son ahora adultos establecidos en vidas rutinarias, ya separados cada uno en un rincón del país, y sin mucho contacto. El héroe de todos los novatos, Lewis Scolnick, es ahora un provechoso hombre de negocios a quien van bien las cosas, tiene una lujosa casa cerca del campus de Adams, y se casó finalmente con Betty, aquella animadora rubia y algo zorra, con la que vive un feliz idilio matrimonial. Aunque no tienen hijos, a su casa llega su sobrino nerd, junto con un amigo, para comenzar sus estudios universitarios en el campus del Adams. Su sobrino tiene idealizado y sobre un pedestal a su tío Lewis, aunque este ha cambiado...
La llegada al campus de los dos nerds no puede ser más diferente de lo que fue la de Lewis y Gilbert: el campus está dominado por y para novatos, las clases de gimnasia han sido suprimidas, y hasta el antiguo gimnasio de los Alpha Betas ha sido convertido en un nuevo laboratorio científico. El paraíso friki, vamos. Por allí pulula el antiguo triunfador del equipo de los Atoms, Stan Gable, que al contrario que Lewis, es un perdedor fracasado que perdió a su chica (Betty) y a sus amigos, y ahora tiene un curro de segurata y se siente poco valorado. Su mayor momento de felicidad consiste en visitar a los escasos Alpha Beta que quedan en el campus, y que además adoran a los novatos, para recriminarlos por ser unos cobardes lameculos e intentar inflamar un poco de odio hacia los novatos, recordando viejos tiempos... lo que viene a ser un perdedor de toda la vida. En el campus, Stan se encontrará con otro oscuro personaje, más mayor que él, un antiguo Alpha Beta que conseguirá liar a Stan en una cruzada anti-nerds, logrando mediante influencias que Gable sea elegido decano del campus. Como estrategia, Stan se pasa por casa de Lewis pidiéndole perdón por haberse pasado con él en sus años mozos, y queriendo ser su amigo, cosa que Lewis acogerá con entusiasmo. Por supuesto, solo es parte del plan, para, cuando Stan, como decano comience a putear y a dejar putear a los novatos, Lewis esté de su parte.
Y es que nuestro antaño héroe Scolnick ya no es como era antes. Nos enteramos de que tuvo una pelea y ahora ya no se habla con su mejor amigo, Gilbert, ni mantiene contacto con el resto de los Tri Lambda. Lewis procura eliminar sus aficiones frikis, e incluso evita su antaño irritante risa, que tanto le caracterizaba. Los novatos adolescentes, que se ven asediados y falsamente acusados de tener una plantación de marihuana, acudirán a un abogado novato, que resulta ser ni más ni menos que... ¡Pelotilla! Ahora, un cotizado abogado que lleva trajes caros y conduce descapotables, y que recriminará a su viejo amigo Lewis haberse hecho amigo de un Alpha Beta, instándole a volver a ser quien era.
El mejor momento de la película, además de la transformación de Scolnick al darse cuenta de que ha sido traicionado, y que, de solemne, resulta hostiablemente ridículo, es el juicio final, más falso que el de "El robobo de la jojoya" donde los novatos serán puestos en tela de juicio y abusados por el sistema que está contra ellos. Me quedo con la cara de Stan Gable cuando ve a todos los Tri Lambda acudir en defensa de su amigo, mientras que sus antiguos compinches hace mucho tiempo que le han olvidado, y el discurso final, que resulta un tanto más refrescante que los anteriores, aunque igual de obvio y ridículamente grandilocuente que siempre.
Simpática. Cutre, cutre, un rato cutre, pero simpática. me queda una