Zulú, de Cy Endfield
Crónica de una hazaña heroica de resistencia llevada a cabo por un destacamento del ejército británico en tierra sudafricana, enfrentándose poco más de cien hombres contra miles de guerreros zulú y siendo aún así capaces de contener el golpe. Sin contexto alguno, sin ahondar en razones históricas ni políticas (desconocemos el porqué de tal movilización de los nativos), los hechos hablan por sí solos (la peli casi entera es la pura descripción de una batalla) y no dejan de insinúar una espina clavadita en el orgullo british; no es casual que lo contado transcurra poco después de una de las más sonadas derrotas de los colonizadores. Como cine propagandístico sobre las glorias del imperio británico, es justo reconocer que no deja en mal lugar al enemigo, esa colectividad abstracta y amenazadora, presentándolo (sin condescendencia a la europea) como un rival a la altura, temible y bien organizado, conocedor del terreno y con sus propias estrategias de ataque… de hecho, hay un componente de fascinación, de recrearse en sus costumbres y rituales (como en esa larga secuencia inicial).
A destacar lo meticuloso de la recreación, con cierta distancia, haciéndose patente incluso un desencanto final, agridulce y carente de triunfalismos (ese superior pasando lista sin obtener respuesta); el precio ha sido elevado, y ahí tenemos una mirada burlona hacia el personaje de Caine, militar aristocrático y prepotente que está ahí por cuna y no por méritos, amén de desharrapados varios…. todos tienen, claro está, una oportunidad para redimirse en la contienda. Cobran relevancia los imponentes espacios abiertos, un solemne empaque visual y sonoro (por cómo alterna una partitura contundente y eficaz con los sonidos ambientales) que denota los últimos coletazos de un cine muy clásico. El protagonismo está muy repartido entre una galería de tipos archisabidos (rivalidad entre líderes de carácter opuesto, el sargento fiel y siempre en su sitio, el canalla que intenta escaquearse…), me chirrían esos misioneros que desaparecen a media peli; gente con buenas intenciones, pero metida en una situación que les viene grande (o la religión para infundir temor en vez de ánimo).
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