He decidido volver a ver
El último hombre sobre la Tierra, película de los 60 que se adelanta 4 años a la considerada primera cinta en la que aparecería lo que se puede entender como el zombi moderno del antes citado Romero. Cuenta con el legendario Vincent Price cuya presencia siempre engrandece a toda obra. Pero eso no es todo, adapta la célebre novela
Soy leyenda de Richard Matheson, autor por el que tengo una absoluta devoción. Para el que quiera iniciarse en este escritor, una buena forma de hacerlo es leer su relato corto
Desaparición, una historia angustiante y absolutamente cautivadora. Se lee en nada y resulta de lo más enganchante. Lo peor de Matheson es que una vez lees algo suyo quieres descubrir más y más cosas. Es adictivo y deslumbrante como pocos.
Curiosamente, como tantas otras obras de culto, esta película fracasó en taquilla. Lo cierto es que en principio iba a ser una película de la Hammer, ya en los años 50, pero la BBFC consideró que sería un escándalo en esa época, para ellos algo tan horrible debía ser rechazado. El guión del propio Richard Matheson acabó en manos de un productor americano que pensó inicialmente en nada más y nada menos que Fritz Lang para ponerse al mando, algo que agradó inmensamente al escritor. Pronto se vino abajo al descubrir que finalmente sería un desconocido, un tal Sidney Salkow, quien sería acreditado en la dirección. Pero el presupuesto era el que era y para reducir costes se decidió filmar en Roma (de ahí la presencia de tanto nombre italiano en los créditos). Con todo, la película contaba con una baza fundamental, Vincent Price, uno de los mejores actores que han sido vistos en una pantalla de cine. En realidad, las producciones entre Italia y Estados Unidos serían más adelante muy habituales, en los 70 y los 80 (aunque ya había unas cuantas en los 60, como las del interesante gótico italiano), aquí José Frade trajo unas cuantas. Existe, por tanto, una versión italiana que acredita como realizador a Ubaldo Ragona y otra americana, estrenada primero, que muestra en la dirección al citado Sidney Salkow. La versión italiana tiene escenas que faltan en la americana. También hay una versión coloreada.
Sea cual sea la que veamos, tenemos a un estupendo Vincent Price dando vida a Robert Morgan, un hombre que ha visto su existencia cambiar radicalmente; su maravillosa y acomodada vida de antaño con una esposa más joven y una hija pequeña es ahora pura rutina. Completamente solo, lucha a diario por ahuyentar a unos seres que buscan destruirle mientras trata de encontrar un remedio para un brote mortífero de nefastas consecuencias, el cual se inicia causando debilidad y posterior ceguera. Parece que él es ya el único superviviente y se ha convertido en un estorbo para una nueva sociedad en la que ya no tiene cabida. Noche tras noche soporta un acoso sin descanso, protegiéndose como puede de sus enemigos (que tratan de acceder a su casa e incluso uno de ellos le llama por su nombre), durante las horas de luz solar se dedica a cazarlos y quemar sus cuerpos pero ¿quién es el monstruo? ¿Es Robert Morgan que asesina a lo que ahora no es como él y se resiste a convertirse en uno más de ellos o lo son cada uno de esos seres creadores de un nuevo mundo que Morgan quiere destruir por completo?
La actuación de Vincent Price es notable, vemos cómo va evolucionando su personaje, el de un hombre que va lentamente intentando no perder la cabeza según pasan los días, todos iguales, víctima del estrés, tratando de resistir a ese tormento psicológico, a esa vida carente de compañía, a base de alcohol y música de jazz. Como un náufrago en una isla desierta al borde de perder toda esperanza, pasa por diferentes estados de ánimo. Incluso se nos muestra como un hombre encarcelado que cuenta en un calendario el avance de su tiempo de cautiverio.
Con
Soy leyenda o
El último hombre sobre la Tierra estamos ante una de las mejores historias de Matheson, probablemente la que mayor poder de fascinación ha ejercido sobre los fans del escritor o al menos la más mítica. De alguna manera se disfraza de relato de zombis o de vampiros (Morgan usa además los típicos ajos y crucifijos) para ir más allá de un cuento de horror, tocando temas como la ciencia, la enfermedad, el aislamiento, la lucha del ser humano contra la soledad (con una clara referencia incluso a Adán y Eva pero sin buscar el romance que distorsione el carácter trágico de la narración)… todo ello enriquece plenamente la novela/película. Es una historia sujeta a múltiples interpretaciones, como las cintas de zombis de Romero. Sin duda, este director tomó buena nota de este filme y de ese libro para su trabajo más nombrado, algo que él mismo reconoció en una entrevista.
La noche de los muertos vivientes tiene unas cuentas semejanzas de lo más interesantes; ambas son historias con tintes apocalípticos, suceden en medio de una plaga en la que los humanos mueren y se convierten en extraños seres, cuentan con una atmosférica fotografía en blanco y negro, hay una casa asediada, algunas tomas del acecho a ese lugar son similares…
En cuanto a otras adaptaciones (ya en color) de la novela
Soy Leyenda, aquella con idéntico nombre protagonizada por ese hombre considerado mejor actor de
reparto en la gala de los premios Oscar 2022 no me gusta demasiado. Antes que esa prefiero sin duda una que apareció para crear una versión con mayor presupuesto de la obra, la que protagonizó Charlton Heston llamada
El último hombre… vivo. Habría una más que fue bautizada como
I am Omega (que fue directamentte a vídeo) no la he visto y no pinta nada bien.
Por su fidelidad casi absoluta a la novela original (el propio Matheson intervino en el guión), ese uso de la maravillosa voz en off de Price, del flashback, del blanco y negro que dota a la historia de una atmósfera oscura, opresiva, y con todos sus pros y sus contras, esta indudablemente es mi adaptación favorita.