Nuestro amigo Boris ha tirado su carrera política por el sumidero. Ayer tuvo que sacar las restricciones del bicho con el apoyo de los laboristas, pero claro, no puede ir dando lecciones ni pedir responsabilidad a los británicos si durante las sanciones más duras en las islas, él y su Gobierno hacían fiestas. Y ese es el escándalo. Os parecerá poca cosa, porque desde el contexto español podemos tener gente que miente o que es condenada y que no dimite, pero en UK en eso son un poco más inflexibles.